La nave Rosetta no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir en el entorno del cometa Chury, junto al que ha estado más de dos años. El cometa se alejaba del Sol a unos 40.000Km/h. Eso implica ausencia de energía para sus placas.
Así que antes de dejar que se congelara, la Agencia Espacial Europea (ESA) decidió precipitarlo sobre una zona del cometa llamada Ma’at. El lugar no es arbitrario. Allí, en una de sus fosas, emanan grandes cantidades de materia del cometa hacia el exterior. Interesantes, porque son materiales casi intactos desde los orígenes del Sistema Solar. Rosetta muere con las ‘botas puestas’ y sobre el escenario.
“Estamos intentando incluir el mayor número de observaciones posibles antes de que se agote la alimentación solar”, explicó esta semana Matt Taylor, científico del proyecto Rosetta de la ESA.” Al fin y al cabo, ese es el fin con el que se lanzó la misión y aún nos quedan muchos años de trabajo para analizar exhaustivamente todos esos datos”.
La cámara OSIRIS, en la que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), tiene un papel clave y enviará la última foto de la misión.
"En mi opinión, termina una de las misiones espaciales más completas de nuestra historia, repleta de éxitos sin precedentes", señala Pedro J. Gutiérrez, investigador del IAA que ha participado en la misión, en declaraciones a la Agencia Sinc. "Ahora debemos ser capaces de descifrar toda la información y datos que nos ha dejado para entender, por fin, el origen y formación de nuestro sistema planetario".
El cometa P67 'Chury' nos aporta información sobre moléculas orgánicas muy complejas que contribuyeron a la aparición de la vida.
Las últimas horas del descenso han permitido a Rosetta realizar mediciones que de otra forma no se podrían haber hecho, incluyendo imágenes de altísima resolución. Se trata de un descenso dulce, a unos 80 cm/s. Sin embargo existen pocas posibilidades de que se pueda recuperar la conexión con la nave, una vez en la superficie.
Un ‘suicidio’ más complicado que el aterrizaje de Philae
“Planificar esta fase resulta mucho más complejo de lo que fue para el aterrizaje de Philae, señaló en una nota Sylvain Lodiot, responsable de operaciones de la sonda Rosetta. Hay que trazar órbitas excéntricas alrededor del cometa y esto es, en muchos aspectos, aún más arriesgado que el propio descenso final. Cuanto más nos acercamos al cometa, mayor influencia tiene su gravedad no uniforme, por lo que debemos controlar más la trayectoria y aumentar el número de maniobras”.
Patrick Martin, responsable de la misión, cree que hay una enseñanza clara por encima de todas: “Estos casi dos años de experiencia con el cometa nos han demostrado que las cosas no tienen por qué salir según lo planeado y, como siempre, tenemos que estar preparados para cualquier imprevisto. Este es el desafío definitivo para nuestros equipos y para la sonda, y será la mejor forma de finalizar esta increíble y exitosa misión”.
Las últimas fotos mandadas por Rosetta:
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