El hielo de la luna joviana Europa se mueve. Lo hace de forma lenta, como un glaciar. Y se desplaza desde su ecuador a los polos y desde los polos a su ecuador. Los datos arrojados por un estudio reciente -publicados en Nature Astronomy- permiten deducir que las posibles futuras misiones al satélite de Júpiter podrían analizar este flujo de hielo para descubrir indicios sobre si el océano escondido debajo de la superficie del hielo podría ser lo suficientemente cálido como para sostener la vida.

Europa es casi del tamaño de la luna de la Tierra. Bajo un caparazón helado de más de 30 kilómetros de espesor podría poseer un océano de aproximadamente 160 kilómetros de profundidad.

Dado que hay vida prácticamente en cualquier lugar donde haya agua en la Tierra, Europa puede ser uno de los lugares más probables del sistema solar para encontrar vida extraterrestre, según el autor principal de la investigación, Yosef Ashkenazy. Ashkenazy es experto en dinámica del clima en la Universidad Ben-Gurion del Negev en Israel.

La corteza helada de Europa protege el océano de la luna. Sin embargo, las pistas sobre cómo se comporta este océano subterráneo podrían deducirse de la superficie de Europa, especialmente las regiones conocidas como terrenos del caos, donde el hielo se ha deformado y roto en bloques revueltos. Estas áreas extrañas cubren hasta el 40 por ciento de la superficie de Europa.

Bajo un caparazón helado de más de 30 kilómetros de espesor podría poseer un océano de aproximadamente 160 kilómetros de profundidad

Investigaciones anteriores sugirieron que el hielo puede variar en grosor en toda la superficie de Europa porque los polos de la luna son mucho más fríos que su ecuador. Las diferencias de grosor podrían ayudar a conducir el hielo a través de la superficie de Europa, pero hasta ahora, los científicos no habían estudiado cómo podría comportarse este flujo.

Los científicos desarrollaron un modelo del caparazón de Europa compuesto de hielo tibio y suave que fluye bajo una corteza de hielo fría, frágil y rígida, un poco como la corteza terrestre posee roca caliente que fluye debajo de roca más fría, incluso más quebradiza. Debajo de la corteza de Europa, el modelo también simulaba un océano calentado por un núcleo cálido y por la fricción generada por la atracción gravitacional de Júpiter.

El modelo encontró que si la corteza helada de Europa era lo suficientemente gruesa, las temperaturas variarían lo suficiente dentro del océano subterráneo como para que se produzca un tipo de agitación conocido como convección. "En la atmósfera y los océanos de la Tierra, la convección es un proceso rápido, pero con el hielo de Europa, ocurriría a lo largo de millones de años", dijo Ashkenazy.

Si la convección se produce dentro del océano de Europa, el calor podría fluir desde el ecuador a los polos, lo suficiente como para que el ecuador se vuelva significativamente frío en comparación con los polos, dijo. "En este escenario, el hielo fluiría desde el ecuador a los polos", dijo Ashkenazy, porque el hielo en el ecuador podría ser millas más grueso que en los polos.

Sin embargo, si la corteza de Europa es relativamente delgada y la convección no ocurre dentro de su océano, los polos serían mucho más fríos que el ecuador. "Esto llevaría a un hielo más cálido en el ecuador y a un hielo más grueso en los polos, y el gradiente de presión haría que el hielo fluyera desde los polos al ecuador", dijo Ashkenazy, citado por Space.com.

La tasa de flujo de hielo sería muy lenta, del orden de aproximadamente 1 centímetro por año, dijo Ashkenazy. Aún así, las futuras misiones a Europa podrían buscar señales de este flujo de hielo al medir qué tan gruesa era la corteza de Europa en diferentes puntos a través de la superficie de la luna. Hacer eso "puede ayudar a mejorar nuestra comprensión de lo que está sucediendo debajo de la superficie de Europa", dijo Ashkenazy.