Hace una década el gobierno de Maldivas celebraba un consejo de ministros a seis metros de profundidad cerca de la isla Girifushi. Una subida del nivel del mar de 18 a 50 centímetros hasta 2100 hará inhabitable este paraíso. Querían llamar la atención sobre lo que ya en 2019 llamamos emergencia climática.

Es la expresión de este año, en su versión en inglés climate emergency, para el diccionario de Oxford, como expresión que recoge "el estado de ánimo o las preocupaciones sociales con efecto e importancia cultural a largo plazo". Su significado, según esta obra de referencia, es el siguiente: "Una situación en la que se requieren medidas urgentes para reducir o detener el cambio climático y evitar el daño ambiental potencialmente irreversible resultante de este proceso".

Esta semana el Parlamento Europeo ha declarado la emergencia climática y ha instado a la nueva Comisión que encabeza la alemana Ursula von der Leyen, así como a los gobiernos de la UE y a todos los mundiales, medidas encaminadas a poner freno a la acción del cambio climático.

El primer viaje de Von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea será a Madrid, adonde asistirá a la inauguración este lunes de la Cumbre del Clima (COP-25). Otra invitada de excepción será la activista medioambiental Greta Thunberg, que llegará a la Península tras un largo periplo la próxima semana.

El trágico llamamiento de Greta Thunberg en la inauguración de la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado ("nos habéis fallado") irritó a muchos y provocó la sorna del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha desligado a su país de los compromisos alcanzados en el Acuerdo de París.

Pero no solo "nuestra casa está ardiendo", como clama la activista sueca. También se están inundando nuestros paraísos, asistimos a unos desplazamientos masivos de población en zonas afectadas por sequías, hambrunas y guerras, y a nuevos conflictos derivados de la pelea por territorios ricos en recursos antes inalcanzables como el Ártico.

El Ártico, objeto de deseo

El deshielo en el Ártico está convirtiendo esta región en un objeto de deseo y en una potencial fuente de conflictos. La zona comprende el Océano Glacial Ártico y las tierras que corresponden a Groenlandia, y parte del continente Euroasiático y América del Norte. Cinco países se disputan la soberanía territorial: Estados Unidos, Rusia, Canadá, Dinamarca (a donde pertenece Alaska y con influencia en Groenlandia) y Noruega.

"Los cambios del clima y los avances tecnológicos hacen que el dominio geopolítico de los Polos, particularmente del Ártico, se convierta en un país muy apetecible para muchos países", escribe Pedro Baños, especialista en geopolítica en El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas.

Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos, el Ártico alberga un 30% de las reservas globales no descubiertas de gas natural y el 13% de las de petróleo. Además, hay depósitos de oro, platino, diamantes, bauxita, carbón, cobre, manganeso, níquel, plomo, zinc, etcétera...

A los países limítrofes les pertenecen los recursos naturales del fondo marino y del subsuelo hasta 200 millas, ampliables a 350 millas, según la Convención de la ONU sobre Derecho del Mar.

Rusia, por ejemplo, quiere abrir la Ruta Marítima Septentrional, además de explotar los recursos naturales. Las nuevas vías, en las que China también ha mostrado interés a través de su Política China para el Ártico, acortarían distancias entre Asia y Europa.

Deriva hacia la incertidumbre

El orden mundial está siendo afectado por el cambio climático y la deriva es hacia la incertidumbre de un desorden global. Y lo peor es que los efectos serán más devastadores para los Estados más frágiles y para los ciudadanos más desamparados.

Actúemos o no, habrá consecuencias, de hecho ya las padecemos, pero si no obramos con determinación el mundo tal como lo conocemos será un mero recuerdo.

Desde 1988, un año antes del derrumbe del Muro de Berlín, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, en inglés) investiga sobre las consecuencias del cambio climático. Y cada vez sus informes son más alarmantes, a pesar de que son fruto del consenso de 800 expertos.

Quizá el cambio climático sea la más temible arma de destrucción masiva del mundo", dijo John Kerry en 2014

Ya en 2014 el entonces secretario de Estado de EEUU, John Kerry, calificaba el cambio climático como "quizá la más temible arma de destrucción masiva del mundo". En un viaje a Indonesia, ante un grupo de estudiantes, dijo: "No es un secreto que Indonesia es uno de los países más vulnerables de la Tierra... No es una exageración decir que está en peligro el modo de vida en que ustedes viven, la forma de vida que aman".

Junto a los habitantes de Maldivas y de algunas zonas de Indonesia, una investigación de Climate Central publicado en Nature Communications señala que un total de 150 millones de personas se verán afectadas por la elevación del nivel del agua del mar en 2050.

El centro económico de Vietnam, la ciudad de Ho Chi Minh, está en gran parte amenazado, así como la capital de Tailandia, Bangkok, y el 10% de este país asiático, Bombay en India, Alejandría en Egipto o Basora en Irak.

El tablero del cambio climático

Fue el científico sueco Svante Arrhenius quien descubrió a finales del siglo XIX que la acción del ser humano incidía en la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero. Publicó sus investigaciones en un artículo en 1896 en Philosophical Magazine and Journal of Science.

Concluía que una reducción de los niveles de CO2 atmosféricos a la mitad de los registrados a finales del siglo XIX reduciría la temperatura del planeta entre 4 y 5 grados centígrados. Pero también advertía que si aumentasen los niveles un 50% el planeta experimentaría un calentamiento de entre 5 y 6 grados. Era optimista: pensaba que se tardarían unos 3.000 años en alcanzar esos niveles. Apenas tuvo eco su hallazgo entonces.

Hoy, 223 años después, el mundo ya no se entiende sin asimilar que afrontamos una emergencia climática. Es lo que define y determinará el reparto del poder global, el tablero efecto del cambio climático.

En su libro Uninhabitable Earth David Wallace-Wells señala que desde 1988 se ha sumado más carbono a la atmósfera que en toda la historia de la humanidad. "Es peor, mucho peor de lo que usted cree", arranca esta obra.

La geopolítica del clima es un hecho. Sin un clima estable no seremos capaces de desarrollarnos como lo hemos hecho en los últimos 11.000 años", dice Lara Lázaro

"La geopolítica del clima es un hecho. Sin un clima estable no seremos capaces de desarrollarnos como lo hemos hecho en los últimos 11.000 años. La estabilidad climática nos ha permitido evolucionar como especie... Y afectará el cambio climático de manera muy distinta a los países que ya presentan condiciones frágiles", señala Lara Lázaro, investigadora principal en el Real Instituto Elcano de Madrid.

Por un lado, los Acuerdos que se promueven como el de París, de diciembre de 2015, son revolucionarios porque se basan en una cesión de soberanía. Fija como objetivo este acuerdo que "se mantenga el aumento de la temperatura mundial en el siglo XXI por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados centígrados".

Sin pasos como este será imposible la lucha contra el cambio climático. Y por eso mismo los nacionalistas proteccionistas como Donald Trump se oponen radicalmente. Además de asumir esta cesión de soberanía, resulta determinante para encarar la emergencia climática que se promuevan medidas para aminorar la dependencia de combustibles fósiles.

Según Lara Lázaro, "hubo temor a que EEUU provocara un efecto dominó, pero no ha sido así. Además, los negociadores estadounidenses han seguido asistiendo a las cumbres, como observadores. Y como la retirada efectiva no será hasta después de las elecciones de noviembre de 2020 aún hay esperanza".

Añade Lázaro que resulta muy relevante qué hará China con la Ruta de la Seda y con su producción nacional. De momento, apuesta por los combustibles fósiles, un hecho muy preocupante.

Calentamiento global y conflictos

La universidad de Stanford daba a conocer en agosto pasado un informe publicado en la revista Nature que señalaba cómo el calentamiento global aumentará el futuro riesgo de conflictos armados entre países. En el siglo pasado el cambio climático habría influido entre un 3% y un 20% en la generación de conflictos. En un escenario de aumento de cuatro grados centígrados el riesgo de conflictos aumentaría cinco veces.

Sin embargo, no hay consenso entre los investigadores sobre la relación causa-efecto entre cambio climático y conflictos, si bien cada vez son más los expertos que consideran que es un factor que influye en muchas de las crisis actuales y futuras.

Los militares se refieren a la emergencia climática como un "multiplicador de amenazas". Su visión generalmente está muy centrada en la seguridad, lo que entraña el riesgo de que se vean amenazadas las libertades.

Hay un impacto directo entre los efectos del cambio climático y la gobernanza. Provoca cambios en las relaciones entre los Estados y dentro de los Estados", afirma Cecilia Carballo

Según Cecilia Carballo, directora de programas de Greenpeace, "sí se puede hablar de un impacto directo entre los efectos del cambio climático y la gobernanza. Provoca cambios en las relaciones entre los Estados y dentro de los Estados. Los impactos derivados del cambio climático, como olas de calor, hambrunas... son factores que agravan los conflictos o agudizan su desenlace".

A juicio de Cecilia Carballo, es importante que la Unión Europea reduzca sus emisiones, pero debería apostarse por una visión global. "No solo es política energética sino también gobernanza y soluciones que sirvan para todos. No podemos reproducir el modelo ya existente".

El 'apartheid' climático

La ONU en uno de sus últimos informes ha acuñado el término apartheid climático para referirse al escenario que se dibuja en el horizonte. Los Estados más ricos serán los que sufrirán menos los efectos del cambio climático, aunque son sus principales causantes.

Philip Alston, relator de la ONU para el cambio climático, destacaba en su informe de junio pasado: "El cambio climático tendrá consecuencias devastadores para las personas en situación de pobreza. Incluso en el mejor de los casos, cientos de millones se enfrentarán a la inseguridad alimentaria, la migración forzada, las enfermedades y la muerte". Según Alston, es una amenaza que puede deshacer los últimos 50 años de progreso en desarrollo, salud y reducción de la pobreza.

Están en riesgo los derechos humanos y la democracia. Para Joseph Stiglitz, que fuera Premio Nobel de Economía en 2001, es como el advenimiento de la Tercera Guerra Mundial.

Los ciudadanos más ricos podrán ponerse a salvo mientras que los menos favorecidos serán víctimas de sequías, inundaciones, hambrunas y tratarán de buscar otros parajes convirtiéndose en desplazados climáticos. Esa mitad más pobre solo emite un 10% del total de emisiones del planeta.

En la serie de Netflix Our Planet sir David Attenborough relata los problemas a los que se enfrentan los ecosistemas de "nuestro planeta". Como todo lo que tiene que ver con el medio ambiente ahora es tendencia. En España, por ejemplo, según una reciente encuesta del Real Instituto Elcano, el cambio climático se considera la principal amenaza global (37%) y no hay apenas rastro de negacionistas (3%). Pero estamos lejos de apostar por cambiar de modelo.

"El cambio climático cuestiona el cumplimiento de los derechos humanos, como el derecho a la vida, a un medio ambiente saludable, al agua potable, a la comida, y derechos sociales, culturales… Hay unos actores que cuestionan o alteran el acceso a estos recursos. Hacen que las personas se vean privadas de estos derechos", explica Celicia Carballo, politóloga con años de experiencia en Greenpeace.

Subraya Carballo cómo las mujeres están especialmente afectadas por los conflictos relacionados con el cambio climático."Son dobles, triples o cuádruples víctimas. Recrudece su situación de vulnerabilidad". Por ejemplo, cuando hay desplazamientos masivos se exponen también a ser objeto de abusos sexuales y suelen ser las responsables de los hijos.

En el libro Cambio Climático S.A., coordinado por Nick Buxton y Ben Hayes, se remarca cómo la emergencia climática requiere un cambio de paradigma basado en la justicia más que en la seguridad. Como ejemplo de un escenario que puede repetirse con frecuencia aluden a cómo el huracán Sandy en Nueva York y el Katrina en Nueva Orleáns expusieron "las profundas desigualdades de la sociedad estadounidense". Los más pobres fueron los que más sufrieron y durante más tiempo notaron los efectos.

El Ejército reforzó en Nueva York a la unidad de emergencias a la vez que se ocupaba de evitar saqueos y proteger gasolineras y otras instalaciones sensibles. Pero fueron los voluntarios de Occupy, unos 60.000, los que atendieron los centros donde se repartía ayuda y se recaudaban donativos.

Llama la atención los autores sobre la diferente respuesta a los efectos del Sandy en Nueva York, donde el gobierno federal destinó 60.000 millones de dólares para la reconstrucción de empresas y particulares, y en Haití, donde la ONU un año después aun no había podido lograr los 40 millones de dólares necesarios para paliar el hambre, consecuencia del huracán.

Es decir, el huracán llegó a una zona rica como Nueva York y a un país pobre como Haití, pero no cuentan con los mismos medios para afrontar los efectos.

"El cambio climático no discrimina países ni fronteras, aunque en los países con economías basadas en la agricultura sufrirán hambrunas y las serán consecuencias inmediatas. Pero los países más desarrollados también se verán afectados. Tendremos que asumir más migración, problemas de biodiversidad, problemas de recursos hídricos... A todos nos afecta la emergencia climática", señala María José Pérez, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid.

Sabemos que habrá consecuencias dramáticas si no adoptamos medidas. Y afectará más a los más pobres", afirma María José Pérez

Pérez participa en un proyecto Erasmus junto a centros de Portugal, Grecia, Italia y Turquía para enseñar una asignatura desde una perspectiva multidisciplinar con la que crear conciencia sobre el cambio climático. Reconoce la profesora que "no se han definido los cambios que han de hacerse en nuestro modelo de desarrollo... estamos en una incertidumbre total. Sabemos que habrá consecuencias dramáticas si no adoptamos medidas. Y afectarán más a los más pobres, los que menos han contaminado".

Como explican Buxton y Hayes sabemos lo que no hay que hacer. "Una economía globalizada basada en el crecimiento sin importar el coste social o medioambiental; un comercio internacional dependiente de los hidrocarburos; el expolio de los recursos naturales; y una visión de los ciudadanos como meros consumidores no puede servir de base para abordar el cambio climático, ni para crear sociedades que puedan responder con justicia a los desafíos del cambio climático".

En este nuevo desorden mundial en el que se vislumbran desastres por doquier queda el ser humano, que suele crecerse ante la adversidad. Muchas veces las crisis, como revela Rachel Solnit en A Paradise Built in Hell, no llevan al colapso sino al altruismo.

Solnit estudió cinco grandes desastres de la Humanidad y descubre muestras esperanzadoras de solidaridad. "El desastre a menudo revela cómo podría ser el mundo, releva la fuerza de la esperanza, la generosidad y la solidaridad; revela la ayuda mutua como un principio operativo genuino y a la sociedad civil como un agente que cuando está ausente espera entre bastidores".