Nadie podrá hacerse el sorprendido cuando las consecuencias del cambio climático sean irreversibles. Una vez más los datos nos avisan. Como cada año por el mes de mayo la atmósfera registra su máximo nivel de CO2. Los meses siguientes se reduce su presencia por el efecto de la vegetación del hemisferio norte que lo absorbe. Pero este proceso que se repite todos los años cada vez alcanza niveles más altos.

El pasado mes de mayo se alcanzó, una vez más, un máximo histórico acumulado de 417 partes por millón (ppm), según la NOAA. Los valores mensuales de dióxido de carbono (CO2) en el Observatorio de Mauna Loa rompieron por primera vez el umbral de 400 ppm en 2014, y continúan en niveles no experimentados por la atmósfera en varios millones de años. El Observatorio Mauna Loa es el lugar de muestreo de referencia para el CO2 para la comunidad científica. Está ubicado en un volcán en medio del Océano Pacífico, la razón de estar en un lugar tan remoto, es principalmente, para tomar muestras de aire bien mezclado, sin la influencia de fuentes contaminación cercanas o vegetación.

La curva de Keeling 

abril 2020: 416.21 ppm
abril 2019: 413.33 ppm
Ultima actualización: 29 de mayo
Media mensual concentración de CO2

El aumento continuo de CO2  y el ciclo estacional son las características principales de lo que se conoce como la curva de Keeling.  Ralph Franklin Keeling (1959) profesor en la Institución Scripps de Oceanografía, a la que pertenece el Observatorio Manua Loa, es el director del Programa de CO2 , el programa de medición detrás de la curva de Keeling. Pero no es él quien da nombre a la curva sino su padre, Charles David Keeling quien inició las mediciones en 1958. Keeling fue el primero en observar que, a pesar de que los niveles de CO2 aumentaron constantemente de año en año, las mediciones también exhibieron una variación estacional que alcanza siempre su punto álgido en mayo, justo antes de que las plantas en el hemisferio norte comiencen a eliminar grandes cantidades de CO2 de la atmósfera durante su fase de crecimiento. 

Nada que celebrar por el confinamiento

El parón humano sufrido por el coronavirus no ha logrado frenar la curva de emisiones de CO2, pese a la importante reducción de emisiones que supuso la parada de China o de Europa en su conjunto: Un 17 % a nivel mundial y un 31,9 % en España. "La gente puede sorprenderse al escuchar que la respuesta al brote de coronavirus no ha hecho más para influir en los niveles de CO2", asegura el Ralph Keeling. “Pero la acumulación de CO2 es un poco como la basura en un vertedero. A medida que seguimos emitiendo, se sigue acumulando. La crisis ha ralentizado las emisiones, pero no lo suficiente como para aparecer perceptiblemente en Mauna Loa. Lo que importará mucho más es la trayectoria que tomamos al salir de esta situación ". 

El Gobierno de España ha aprobado en el Consejo de Ministros la nueva ley de emisiones que fija que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% hasta el año 2030 con respecto a los valores de 1990. En este sentido, la organización ecologista Greenpeace ha insistido en que se necesitan cambios estructurales para ver descensos en la evolución de esta curva. Tatiana Nuño, responsable responsable de la campaña de Cambio Climático de la organización, apunta a que la ley de cambio climático española debe ser más ambiciosa: “España ha sido el país de Europa donde más aumentaron las emisiones de CO2  entre 1990 y 2017, es por eso que ahora los esfuerzos para reducirlas deben ser mucho mayores. No nos queda tanto presupuesto de carbono en la atmósfera para emitir al ritmo que establece el anteproyecto de ley si queremos mantenernos en el límite del aumento de 1,5ºC de la temperatura”.