Esta semana Cataluña ha decretado la emergencia por sequía para más de 230 municipios. Una medida que, aunque es inédita en la comunidad, no pilla por sorpresa a nadie, porque llevaba meses gestándose mientras los embalses se vaciaban y las lluvias se resistían a llegar. La propia Generalitat confirmó que están viviendo "la peor sequía del último siglo", y aunque han intentado paliar la situación con diversas actuaciones desde 2021, finalmente no han logrado esquivarla. La conclusión es que a partir de ahora seis millones de catalanes deberán limitar su consumo de agua, entre otras muchas restricciones.

En ese contexto, en los últimos días ha cobrado protagonismo el Ebro. Y es que ha surgido, de nuevo, todo un debate alrededor de si es conveniente realizar un trasvase de agua desde ese río, que es el más caudaloso de España, hasta las regiones catalanas más afectadas por la sequía. Una medida que los colegios de Ingenieros de Caminos, Industriales, Agrónomos y Economistas catalanes han apoyado con insistencia, pero que la propia Generalitat ha descartado por el momento, asegurando que a día de hoy "no es la solución".

No obstante, con el paso de los días los principales actores políticos han ido posicionándose sobre este tema, en uno u otro sentido. El Gobierno central no ha descartado el trasvase, asegurando que "en situaciones de emergencia quizás hay que tomar medidas extraordinarias de emergencia", aunque ha apuntado que deben ser "muy cuidadosos" a la hora de activar "disputas políticas y territoriales en torno al agua".

Pero eso es lo que ha acabado sucediendo. Aragón rechazó frontalmente la posibilidad de trasvasar agua, asegurando que no les "sobra", mientras que Murcia ha pedido que se pueda "llevar agua desde donde sobre a donde haga falta cuando sea necesario". Una disparidad de criterios entre dos comunidades gobernadas por el PP, que ha salido al paso, a través de su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, para negar que exista una polémica.

Lo cierto es que la situación no es nueva. Se trata de la enésima batalla por el agua y el enésimo debate sobre los trasvases, en un país donde las sequías son cada vez más agresivas y duraderas. En el pasado, otros muchos se posicionaron a favor y en contra. Pero, en el caso concreto del Ebro y Cataluña, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha confirmado a este periódico que la decisión les compete a ellos, aunque la Generalitat tendría que solicitar de manera expresa el trasvase, algo que hasta ahora no ha sucedido. De momento, lo que sí se sabe es que el Ministerio ha llegado a un acuerdo con la Comunidad Valenciana para transportar agua desde la desalinizadora ubicada en Sagunto hasta Cataluña.

Mientras gran parte de las cuencas catalanas se mueren de sed, el río Ebro vive un momento relativamente bueno. "Ahora mismo está bastante bien. De hecho, están desembalsando agua del embalse de Mequinenza -en Zaragoza-. Es algo que por cuestiones medioambientales hay que hacer, pero el año pasado no se pudo por la sequía. En verano, de hecho, los regantes tuvieron bastantes problemas, y en la zona del delta tuvieron que apañárselas con el 50% del agua que en teoría necesitan. Pero como ha llovido en este momento no están tan mal, comparado con otras cuencas", relata Matilde Font, portavoz de la Plataforma en Defensa del Ebro.

Sin embargo, desde la plataforma rechazan el trasvase: "Nuestra posición es que no son la solución a una sequía. Es algo que ya ha quedado demostrado. En un principio puede parecer que sí lo es, pero si le sacas caudal a un río lo estás dejando seco. Y la zona a la que llega el agua empieza a tener problemas más graves de los que tenía antes. Porque cuando resuelven la sequía y ven las posibilidades de seguir aumentando su población o mejorando su industria y su agricultura, los territorios van aumentando la demanda de agua. Nunca tienen suficiente".

Por ello, defienden que la solución es construir un país más equilibrado, demográficamente y territorialmente. "No puede ser que toda la población viva en dos o tres zonas y en la franja de la costa, donde se invierten todos los recursos, mientras que el interior está deshabitado. Por ejemplo, en el área de la costa de Barcelona viven casi seis millones de personas, y no hay recursos suficientes para todos. Debemos empezar a darle la vuelta a todas las políticas, porque está claro que esto no es cuestión de un año, de 10 o de 20. Pero en algún momento habrá que empezar, porque esto no es sostenible", desliza Font.

Entre los agricultores hay división. "Nosotros como asociación no nos decantamos por ningún lado, pero este tema es un debate interno que nos está creando mucha polémica. Aunque creo que hay más agricultores a favor del trasvase que en contra, sobre todo en la zona de Girona. Allí tienen un problema grave, porque hay lugares donde no van a poder plantar los cultivos de verano y difícilmente podrán regar los árboles frutales, algo que sería el desastre total. E incluso puede que no tengan ni siquiera agua para uso de boca", detalla Ramón Lletjos, gerente de la Asociación Catalana de Comunidades de Regantes (Acatcor).

Según explica, en algunas zonas de las cuencas internas catalanas sucede algo similar. Y aunque la Generalitat está intentando extraer agua de los acuíferos, la situación es "desesperada", porque las ayudas que reciben no les compensan las pérdidas que están sufriendo. Y ahora, con la declaración de emergencia por sequía, a los agricultores se les complica aún más. "Estamos en contra de cómo se están aplicando las restricciones, porque a nosotros nos recortan el 80% del agua y a otros sectores sólo les han recortado el 25%", destaca Lletjos, que sin embargo asegura que la gravedad de esta sequía en Cataluña es "lo nunca visto".

Enfrentamiento entre comunidades

Pero Font y Lletjos sí coinciden en una cosa. "Están intentando enfrentar a los territorios cuando el problema es que se ha hecho muy mala gestión. No negamos que tenemos un problema con la sequía, pero no se han hecho bien las cosas. Por ejemplo, no se señala ni se recorta el agua de grandes consumidores como el turismo o la agroindustria, y aquí no incluyo a los pequeños agricultores. Pero hay mucha demagogia y mucha política detrás en esto del agua. Lo plantean como que la gente utiliza en sus casas mucho más de la debida, y aunque eso es cierto no es el único problema. Las cuestiones más importantes son otras de las que no se está hablando en ningún momento", declara la portavoz de la plataforma medioambiental.

En la misma línea apunta Lletjos, que afirma que se trata de un "tema político" que pretende "provocar un enfrentamiento entre territorios". Además, defiende que en Cataluña hay agua suficiente para todo el mundo, pero está mal distribuida. Por eso señala que "los que tienen de sobra deberían ser solidarios con aquellos a los que les falta", aunque todo el mundo "piensa que el agua es suya". Pero como se muestra convencido de que las sequías como esta se repetirán próximamente, incluso con más dureza, aboga por empezar a trabajar ya y llegar a consensos para estar preparados para la siguiente.

Pero hasta aquí llega la unanimidad entre los dos. Font explica que "un trasvase instantáneo", ahora mismo es imposible, porque en construir las infraestructuras necesarias para llevar agua a Barcelona "tardarían un año y medio, como mínimo". Y como tampoco está contemplado en el actual plan hidrológico del río, así que "legalmente no lo pueden hacer", aunque nos estén "contando mentiras". Lletjos cree todo lo contrario: que a nivel técnico el trasvase no supondría ningún problema, ni tampoco causaría molestias en el territorio que cediera el agua (ni por supuesto en el que la recibiera).

"La Generalitat lleva semanas diciendo que no habrá trasvase. Pero yo cuando hablo con otras personas y con otros partidos no quieren posicionarse mucho. Así que ya veremos. De momento lo que han dicho es que se plantean traer barcos llenos de agua hasta aquí. Pero ese sistema no lo veo muy operativo", relata Lletjos. "Lo que tendríamos que hacer es un plan de transformación y resiliencia de los regadíos de Cataluña, tal y cómo se hizo en Israel. Así aseguraríamos el abastecimiento sin necesidad de mirar al cielo, y no haría falta hablar de trasvases", remata.