Y la bomba cayó a los pies de Benjamin Netanyahu. El fiscal general, Avichai Mandelblit, ha anunciado este jueves la imputación por corrupción, fraude y pérdida de confianza, del todavía primer ministro de Israel, en un momento en que el país parece abocado a la celebración de nuevas elecciones. Es la primera vez que un jefe del Gobierno israelí en activo es imputado, según el diario israelí Haaretz.

El primer ministro israelí no está obligado a dimitir hasta que no haya sentencia. Cada vez son más las voces en su partido que creen que Netanyahu debería retirarse. Puede contar con inmunidad siempre que tenga el apoyo del Parlamento, lo que tampoco es seguro dada la fragmentación actual. El Likud solo cuenta con 32 escaños, de los 120 del total del Parlamento (Knesset).

Netanyahu está siendo investigado en los conocidos como casos 1000, 2000 y 4000, en los que es sospechoso de aceptar regalos de empresarios a cambio de favores políticos; de alcanzar un acuerdo con un medio para lograr una cobertura favorable a cambio de dañar a un diario de la competencia; y de entregar concesiones a un empresario a cambio de una cobertura favorable en un portal de noticias.

El dictamen del fiscal llega en el peor momento para Netanyahu. El primer ministro en funciones no ha logrado apoyos suficientes para seguir al frente del gobierno, lo que tampoco ha conseguido su rival más directo, Benny Gantz. Sus fuerzas quedaron muy igualadas en las elecciones del pasado septiembre.

De hecho, Azul y Blanco, el partido liderado por Gantz, obtuvo un escaño más, 33, que la formación de Netanyahu. Los dos han intentado formar gobierno sin éxito. Ahora se abre un plazo de 21 días en los cuales cualquier diputado de la Knesset puede intentar formar gobierno. Si nadie lo logra, se convocarían nuevas elecciones, las terceras en un año. Hubo en abril y en septiembre en 2019.

Netanyahu ha pretendido mantenerse como jefe del gobierno para evitar que la larga mano de la Justicia le alcance. Es el primer ministro más longevo en Israel.

A quienes le culpan de corrupción, siempre contesta como su fiel aliado el presidente estadounidense, Donald Trump: "Es una caza de brujas". La izquierda y los medios de comunicación han orquestado su persecución.

Trump ha apoyado la política de Netanyahu hasta el punto de trasladar la embajada de EEUU a Jerusalén, o recientemente anunciar que los asentamientos israelíes en Cisjordania no son ilegales.

Casos 4000, 2000 y 1000

De los tres casos por los que se investiga a Netanyahu, el más grave, de acuerdo con los medios israelíes, es el llamado Caso 4000. De acuerdo con la acusación, el primer ministro acordó un intercambio de favores, entonces como titular de Comunicación, con el empresario Shaul Elovic, que controla la compañía de comunicaciones Bezeq y la plataforma mediática Walla News.

Netanyahu favoreció al empresario con una serie de medidas regulatorias que le harían ganar unos 500 millones de dólares. En compensación, Netanyahu y su esposa Sara se garantizaban el apoyo de Walla News, que pondría en su objetivo a los enemigos de los Netanyahu.

Sus defensores consideran que no está probada esta relación de favores, y apuntan que su equipo estaba al tanto de las decisiones de Netanyahu.

En el caso 2000 también habría obtenido una cobertura favorable del Yediot Ahronoth, a cambio de limitar la difusión de su competencia, Israel Hayom. También está acusado, en el caso 1000, de recibir regalos como puros y champán, por parte del empresario de Hollywood Mogul Arnon y del millonario James Parker.

En este caso estaría utilizando su cargo público para recibir prebendas. Sus letrados defienden que puede recibir regalos de amigos.

Este embate de la Justicia puede ser la puntilla para Benjamin Netanyahu, que lleva más de una década en las riendas de Israel.