El 10 de abril se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas para elegir quien estará en el Palacio del Elíseo los próximos cinco años. La noche electoral de ese día ya trajo sorpresas por dos motivos. En Francia los grandes medios hacían pública la proyección de votos final a medida que se iban escrutando resultados, y esto provocó un espejismo donde el presidente Emmanuel Macron ganaba la primera vuelta, y seguidamente aparecía por sorpresa el candidato insumiso Jean-Luc Mélenchon. Pero luego entraron en el conteo los votos de Marsella y de parte del campo y las proyecciones situaban a la líder de Reagrupamiento Nacional, Marine Le Pen, segunda, hasta finalizar el escrutinio.

La otra sorpresa fue que hasta que no se llegó a más del 60% del voto escrutado, Marine Le Pen iba en cabeza en el recuento oficial del Ministerio del Interior. Esto significaba que los resultados de Marine Le Pen y el Reagrupamiento Nacional fuera de las ciudades eran abrumadores, y que en las principales urbes Mélenchon entraba con mucha fuerza. Sobre todo en París. 

Así se acabó la noche electoral con Macron revalidando el liderazgo, seguido de Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon. Y en los discursos de los candidatos, casi todos, menos Éric Zemmour y Nicolas Dupont-Aignan que pidieron el voto para Le Pen, se posicionaron al lado de la candidatura de Emmanuel Macron. El "casi" es por Jean-Luc Mélenchon, quien a pesar de decir que no tenía candidato y sometería a escrutinio a quién apoyar, abrió la posibilidad de quedarse en casa y llamar a la abstención.

El antimacronismo de la Francia Insumisa es tal, un 66% de las bases que votaron no dará su apoyo a Macron a pesar de que se enfrenta con Le Pen, que ya se piensa en las próximas elecciones legislativas antes de hacer campaña por el actual presidente de la República.

En estos catorce días que terminan el crucial 24 de abril han sido las dos semanas de campaña que se podría considerar que han cambiado la política francesa. En 2012 fueron las últimas entre el Partido Socialista y la UMP, y las de 2017 plantearon un Frente Nacional como alternativa a la República En Marcha, entonces nuevo partido de Emmanuel Macron. Es posible que las próximas, de 2027, sean un embate entre Le Pen y Mélenchon, pues el Macronismo sin Macron no tiene consistencia alguna, y los partidos tradicionales tampoco se prevé que se recuperen.

En estas elecciones se ha normalizado el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, como también se ha hundido el bipartidismo tradicional por debajo del 8% del voto entre ambos partidos. Y según las encuestas, en una segunda vuelta el voto a Le Pen podría subir hasta el 45-46%. Alguna incluso le daba el 49%. Muchos respirarán aliviados porque Macron repetiría en el Elíseo con estos resultados, pero la derecha soberanista pasaría del 33,90% al 46%. Trece puntos más en cinco años. Y Mélenchon ha subido nueve puntos en el mismo período de tiempo. 

En estos catorce días hemos visto imágenes que no esperaríamos ver en Francia. Y no hablo de la fotografía de Macron en el sofá con la camisa desabrochada. Sino del giro del Reagrupamiento Nacional hacia el populismo gaullista por un lado, los partidos tradicionales absolutamente desaparecidos, un Jean-Luc Mélenchon diciendo que se ve de primer ministro con Le Pen o Macron como presidente, y un Macron desaparecido que aparecía a veces, cuyos actos tenían escaso público. A pesar de la segunda vuelta, los partidos ya están preparándose para el 12 de junio, fecha de la primera vuelta de las legislativas.

Y las negociaciones entre los partidos por las legislativas también han entrado esta última semana en campaña. El sistema francés es peculiar. El presidente puede ser de un partido, el primer ministro de otro, y depende del candidato en un lugar donde te votan a unos te votan a los otros.

También para elegir a los representantes territoriales de la Asamblea Nacional hay dos vueltas, y se crean coaliciones entre partidos. Algunas reuniones apuntan que los socialistas pactarán con los insumisos, y otras partes los republicanos de LR se unirán a los macronistas de LREM.

La gran incógnita es qué pasará con Reagrupamiento Nacional y Reconquista, el partido de Zemmour. Con Zemmour se espera que Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Marine Le Pen, haga campaña como hasta ahora por él, y por lo tanto en su feudo de la Vanclusa el partido de Zemmour entre con fuerza por tener especial presencia y relevancia la nieta de Jean-Marie Le Pen.

Adiós a los tabúes

Volviendo a las presidenciales, el hecho de que Marine Le Pen haya sido recibida con abrazos y flores en muchas partes durante esta campaña para la segunda vuelta, incluso en distritos ciertamente hostiles en principio, ha roto muchos tabúes. Un ejemplo de ello es cuando se le pregunta por el matrimonio igualitario y dice que no lo tocará.

Otro ejemplo es el mitin de Aviñón. En esa convocatoria, celebrada el jueves 14 de abril marcó un antes y un después. Apeló a la derecha, a la izquierda, al centro, a los valores fundacionales de la V República, a su mística. Aquella retórica del trabajador patriota que levanta el país, de las masas que madrugan en Francia. Y entre frases contra el statu quo representa Macron para ella, y para parte del votante de Mélenchon, moderó las líneas fundamentales de su programa con propuestas para solucionar el descontento.

Algunas de sus iniciativas son absolutamente gaullistas como recuperar los referéndums para que el pueblo se exprese, sacar a Francia del mando conjunto de la OTAN, o volver al sistema proporcional en las legislativas. Incluso la hemos visto visitando obreros, poniéndose una armilla amarilla y un casco. Y hace unos días dio su apoyo a los transportistas montada en un camión. Nada queda del Frente Nacional de Jean-Marie. Ahora el Reagrupamiento Nacional no actúa de forma diferente al populismo de derechas de América Latina o el del Partido Republicano pro-Trump.

Macron ya no es el cambio

Por su parte Macron, lejos quedan aquellos mítines a gran escala de 2016 y 2017. Lejos queda aquella retórica del cambio. La política de masas que prometía el entonces candidato al Elíseo quedó en nada bajo su Presidencia. Muestra de ello es que no ha hecho actos importantes.

Hay analistas apuntan que directamente no ha hecho campaña, y solamente se ha preparado el debate presidencial. En cierta medida, el debate ha tenido un toque agrio, porque aunque incluso el votante de Le Pen considera que lo ha hecho mejor él que Le Pen, por otro lado la gran mayoría piensa que demostró una absoluta arrogancia.

Algunas encuestas apuntan que el voto a Macron es porque quieren evitar que Le Pen sea la futura presidenta, no que tengan simpatía o confianza que la situación mejorará en los próximos cinco años.

En conclusión, a pesar de que el cargo de presidente de la República Francesa es el más importante por representar el Estado, será el primer ministro quien gestionará el día a día durante los próximos cinco años. Aún así estos catorce días de campaña son muy relevantes. La cohabitación puede ser una realidad gane quien gane, y así en breve veremos el hundimiento de un sistema de partidos y el amanecer de uno nuevo.

La normalización de Le Pen es la normalización de sus candidatos, la crisis de Valerie Pécresse, candidata de los Republicanos, se lleva consigo la de sus candidatos y apoyos, y la irrelevancia del Partido Socialista hace que ya se planteen a primera vuelta ir con los insumisos de Mélenchon. Son catorce días que marcarán los próximos cinco años, con la aparición de nuevos clivajes y actores.


Guillem Pursals es politólogo, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.