Este domingo es la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Y aunque los sondeos señalan una victoria ajustada de Emmanuel Macron, no podemos descartar ningún escenario, sobre todo después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016. Aquellas donde era imposible que Donald Trump fuera a ser presidente, y terminó la jornada electoral como tal. Es por este motivo que damos cinco claves para entender por qué Marine Le Pen puede ganar, y porque Reagrupamiento Nacional, anteriormente llamada Frente Nacional, se ha convertido en alternativa creíble.
1. Implementación territorial del voto
Debemos tirar dos líneas rectas entre los departamentos de los Altos Alpes y los Pirineos Atlánticos, y entre el Alto Rin y el Sena Marítimo. Es decir, en las regiones de Altos de Francia, Gran Este, Provenza-Alpes-Costa Azul y Occitania, donde Reagrupación Nacional concentra su mayor número de votantes. Solamente con lograr buenos resultados en estas cuatro regiones puede tener a su alcance la Presidencia de la República. Y más allá de ello, la importancia de Borgoña-Franco Condado.
Si analizamos estos cuatro territorios, nos encontramos con que Altos de Francia es la primera región en cuanto a producción agrícola del país, como también concentra la principal zona portuaria del norte con los puertos de Dunkerque, Calais y Le Tréport. Además, las principales empresas automovilísticas tienen fábricas allí, pues se trata de una región fuertemente industrializada en el campo siderúrgico y textil. Antiguamente disponía de numeosas minas de carbón, pero ahora se nutre de la industria nuclear. A pesar de ello, tiene una tasa de desempleo elevada en comparación a la media del país, que es de un 7,4%.
En la región del Gran Este nos encontramos que hay industria química, maderera y metalúrgica principalmente. Como también se encuentran allí grandes factorías de Smart, Alstom, Renault u otras. Es en esta región donde encontramos los departamentos del Aube, Marne, Mosela o Alsacia. Como también la denominación de origen Champagne. Es una región fuertemente industrializada, con polos económicos muy importantes a nivel regional e internacional. Además, dentro del relato nacionalista, dentro del Gran Este se encuentran Alsacia y Lorena.
Y dejando atrás el norte industrializado, vamos al otro punto donde es importante la presencia del partido de Le Pen: la PACA y Occitania. La PACA son las siglas de Provenza-Alpes-Costa Azul. Ahí podemos encontrar como hay importante presencia petroquímica, aeronáutica, como también es relevante el papel del turismo y lo que gira en torno a él. A pesar de ser el principal destino turístico nacional, las quejas sobre falta de inversiones, infraestructuras y el polo de Marsella, como sinónimo de problemas sociales, marcan la política doméstica. Como también el desempleo.
Perpiñán, en Occitania, es la ciudad más grande del país gobernada por un alcalde del partido de Le Pen, Louis Aliot
Y por último, la región de Occitania, donde es fundamental la agricultura y la industria, como también la pesca, de modo que la agroindustria tiene un peso relevante. Además hay importante presencia militar en Montpellier, Nîmes y Narbona. Occitania ha tenido un fuerte crecimiento económico, acompañado de fuertes desigualdades entre los departamentos, y su desempleo elevado. De la misma manera que nos encontramos en el Gran Este, cuenta con departamentos que superan el 11% de desempleo, y otros con menos del 5%. En esta región destaca la ciudad de Perpiñán, cercana a la frontera española, puesto que es la ciudad más grande del país gobernada por un alcalde del partido de Le Pen, Louis Aliot, desde mediados de 2020.
Se puede afirmar que estas cuatro regiones podrían representar y ser el feudo del voto del descontento social, como también de la periferia olvidada por París. Recordemos que la alta velocidad podría terminar en Lyon, hecho que remarca la diferencia interregional. Como también en el norte faltan inversiones de reconversión industrial como en otras regiones.
Sobre la importancia de la Borgoña-Franco Condado vemos cómo el partido de Marine Le Pen (RN) ha penetrado en zonas que le eran hostiles. Si bien en las cuatro anteriores regiones se ha consolidado, en esta ha ganado Marine Le Pen con el 27,35% de los votos. Macron obtuvo el 26.31%. Es una importante zona rural y agrícola, como también industrial, donde el hecho que RN haya incrementado su voto demuestra cómo su peso se va convirtiendo un actor inevitable en la política francesa. Su expansión en esta región ajustará el resultado en la segunda vuelta.
2. El giro 'gaullista' de Reagrupamiento Nacional
El presidente Jacques Chirac decía que no existe el gaullismo sin De Gaulle, como no existe un civet sin liebre. Y a pesar de que tenía parte de razón, aquello que hizo el general durante su mandato presidencial ha dejado huella, y existe una mística a su alrededor. La propia V República fue idea suya y de Michel Debré, y cualquier cambio constitucional se ve por cierta derecha como una enmienda al libertador de Francia. Y con esta carta ha jugado Marine Le Pen.
Si analizamos los hechos más importantes de De Gaulle como hombre de Estado, podemos encontrar el sistema semipresidencialista actual, el sufragio directo al presidente de la República, como también la representación proporcional en la Asamblea Nacional. También estableció el plebiscito o referéndum como mecanismo para aprobar los proyectos de ley importantes, un fuerte paternalismo y soberanismo. Es esta una de las señas de identidad del gaullismo, hasta el punto de que al perder el plebiscito de 1969 sobre las regiones, el general se retiró de la política y murió al año siguiente.
Bajo estos preceptos, Marine Le Pen propone hacer un referéndum sobre un proyecto de ley de la inmigración y las fronteras, recuperar la soberanía militar al querer abandonar el comando conjunto de la OTAN (cosa que hizo De Gaulle), restablecer el período presidencial de siete años, imponer el derecho constitucional sobre el comunitario cuando estos choquen, como también reforzar el parlamentarismo.
Michel Debré, mano derecha de De Gaulle, a los inicios de la V República vio fundamental reforzar el parlamentarismo para consolidar el poder presidencial, y si el presidente perdía el poder de la Asamblea Nacional, podía disolver y convocar elecciones de nuevo. El problema es que con François Mitterrand en 1986 no fue así, ya que de la Asamblea Nacional surgió una mayoría de derechas y Chirac fue primer ministro bajo la presidencia socialista.
Marine Le Pen no trata de avanzar hacia la VI República sino de buscar las orígenes de la V y ser más gaullista que De Gaulle
No se trata pues de buscar una continuidad al sistema actual, ni de avanzar hacia una VI República como parecía en 2017, sino de buscar los orígenes de la V República y llegar a ser más gaullista que De Gaulle. Quitar el desviacionismo presidencialista de Mitterrand, y volver a un modelo semi-presidencialista y sensible a la realidad política y su diversidad. La importancia que da Le Pen a los referéndums no es casual: es una mella del gaullismo que para las cuestiones importantes el presidente de la República pregunte al pueblo. De la misma manera que el mandato de siete años surge para dar estabilidad al poder.
Más allá de la cuestión rusa, uno de los hechos más importantes que presenta Le Pen como propuesta internacional es la de ampliar los Estados del Consejo de Seguridad, y propone incluir a la India, algún país africano y alguno sudamericano. Al mismo tiempo que replantea las relaciones con Alemania de igual a igual, no como hasta ahora, dice la candidata, donde Macron está supeditado a Berlín.
En conclusión, el retorno de una estética y discurso gaullista hace que despierte furor en el votante de derechas, y también despierte el sentimiento nostálgico en parte del obrerismo de izquierdas.
3. Perfil del votante
A diferencia de otros espacios nacional populistas en Europa, el perfil del votante de Le Pen se podría sintetizar en dos claves: proletarización y reemplazo generacional. Respecto a la proletarización, la candidata es claramente la preferida por los segmentos de población que menores ingresos reciben, los que se consideran obreros, así como también entre los desempleados, en línea con lo que logró Donald Trump al atraer a su causa a los votantes obreros y blancos del Rust Belt. En la primera vuelta, Le Pen ganó entre los obreros con un 35% de los votos y entre los desempleados, con un 32%.
Marine Le Pen, como Donald Trump, es la favorita entre los obreros y desempleados, así como entre los votantes con menos ingresos
También se observa un patrón lineal en relación a la renta, ya que cuanto más pobre es el votante, mayor porcentaje de voto recibe la candidata. Si solamente la votó el 12% que recibe más de 25.000€ de ingresos anuales, sus cifras se doblan entre el segmento de electores más pobres, hasta alcanzar el 26%. No es de extrañar que la candidata tenga su feudo en la localidad de Hénin-Beaumont, donde obtuvo más del 50% de los sufragios: cercana a Bélgica y con poco más de 20.000 habitantes, tiene unas tasas de desempleo cercanas al 20% y como la región entera, ha sufrido un importante proceso de desindustrialización. Una relación que también la encontramos con el candidato de la izquierda populista de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon y que ayuda a explicar, la compenetración existente entre ambos tipos de votantes.
Si Le Pen es la candidata de los obreros y los más desfavorecidos, también observamos lo propio a escala generacional. Podemos afirmar que si Macron ganó la primera vuelta de forma holgada, fue gracias al enorme apoyo de las personas mayores de 65 años, jubilados y antiguo baluarte de la derecha gaullista. El presidente actual los ganó con más del 39%.
En cambio, Le Pen dominó entre los adultos de 35 a 64 años, con entre el 29% y el 26% de los votos, añadiendo un notable apoyo incluso de los más jóvenes, de entre 25 y 34, recibiendo el 24%. En otras palabras, la penetración electoral se produce entre las generaciones que han sido duramente castigadas por la Gran Recesión de 2008 y que han socializado en la Francia de la V República e integrada a Europa. Otro dato significativo es que Mélenchon lo hace mejor a medida que la edad del votante es más baja (36% entre los de 18 a 24 años), lo que hace compartir con Le Pen esa capilaridad de la que hemos hablado antes.
Por último, cabe destacar que aunque minoritario, la candidata nacional populista ha conseguido entrar entre los votantes que más se le resisten: un 18% de los mayores de 65 años apostaron por ella, un salto enorme respecto al 9% conseguido en las presidenciales de 2012. Lo mismo sucede entre los comerciantes, donde el apoyo pasa de un 17% al 24% actual. Todo esto, constata que Le Pen no solamente ha consolidado el apoyo tradicional del FN, sino que cada vez es capaz de abrirse a nuevos segmentos electorales y conseguir las entradas provenientes de las nuevas generaciones.
4. 'Desdiabolización' del espacio desde 2011
El 21 de abril de 2002, el padre de la actual candidata y fundador del FN, Jean-Marie Le Pen, consiguió colarse en la segunda vuelta de las presidenciales. Una baja participación y una atomización de la izquierda, ayudó a eliminar al candidato socialista, Lionel Jospin y se enfrentó, por sorpresa de todos, al entonces `residente y candidato de la derecha gaullista (RPR), Jacques Chirac. La movilización fue de tal calibre que Chirac aplastó a Le Pen con el 82% de los votos en la segunda vuelta. Este resultado ayuda a explicar el hecho que su sucesora en el partido, haya optado desde que tomó las riendas por la llamada desdiabolización del FN/RN, es decir, intentar la normalización sociológica de la formación mediante la asunción de los valores republicanos, para impedir repetir la historia de 2002: el sistema electoral francés es mayoritario a dos vueltas y por lo tanto, requiere de consenso de cara al balotaje; un candidato extremista o profundamente rechazado, tiene siempre las de perder.
Desde 2011, Marine Le Pen ha ido progresivamente abandonando los postulados más extremos del partido, desde el rechazo al euro, la salida de Francia de la Unión Europea o la monopolización exclusiva del discurso en base a la inmigración. Incluso en lo personal, le costó la salida de su padre de la presidencia honorífica del FN a raíz de sus recurrentes salidas de tono sobre el Holocausto y los judíos.
En este proceso, es evidente que Le Pen ha contado con la ayuda tanto del colapso de las formaciones tradicionales (el PS y la derecha gaullista tradicional: RPR, UMP o LR), lo que le ha permitido ahorrarse la existencia de otras alternativas políticas y centrarse solo en batirse con Macron. Junto a ello, la presencia de Zemmour en 2022 que, haciendo bandera de un discurso más radical en relación a la identidad o la inmigración, la ha dejado como una candidata más centrada políticamente. Además, Le Pen ha machacado en esta campaña el discurso económico, reivindicando la bajada del IVA sobre los productos básicos o propuestas populares como el uso de los referéndums para canalizar cuestiones como la inmigración, sin apartarse del republicanismo, el laicismo y el sistema de la V República erigido por De Gaulle.
Este trabajo de fondo, visto en sus redes sociales con baños de masas y selfies , se refleja hasta el punto que solamente el 45% de los franceses la ve como inquietante, bajando de la barrera del 50% por primera vez. Al mismo tiempo, se erige como la más capaz a la hora de tratar el poder adquisitivo o como la más cercana a los problemas ordinarios de los franceses (44%).
5. Razones por las que puede ganar
Sí, el hecho de que pueda ganar es una clave más para entender el furor que causa ahora. En 2017 no tenía opciones frente a Emmanuel Macron, el popular ministro centrista de François Hollande. Después de estos cinco años de desgaste de gestión hay un descontento al alza, como también una crisis en los partidos tradicionales que sustentaban la V República, el Partido Socialista y la derecha postgaullista de la UMP-LR, pues no llegan al 8% del voto entre ambos en esta primera vuelta. Y a pesar de las encuestas, son muchos los que ven posible la victoria de Le Pen.
Es difícil, pero no imposible. A diferencia de 2017, Macron tiene una ventaja mucho más baja, situada alrededor del 53% o 54% de los votos de cara a la segunda vuelta. El gran problema de Macron es la dependencia que tiene de la izquierda y sobre todo, de los votantes de Mélenchon en la primera vuelta. Ese hecho provoca que la ventaja del actual presidente sea mucho más frágil de lo que aparenta.
Recordemos que Macron, a ojos de los franceses, se ha comportado como un presidente de derechas (desde dar Economía e Interior a personas ligadas a LR, hasta suprimir el Impuesto sobre las Fortunas). Los votantes de Mélenchon se están mostrando muy recalcitrantes a la hora de votar a Macron y parece que de momento, menos del 40% o el 35% estaría dispuesto a hacerlo.
Guillem Pursals es politólogo, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Tian Baena es politólogo.
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