Las últimas acciones ocurrieron hace unos días. Uno de los puentes de la red ferroviaria que une las ciudades ucranianas de Melitopol y Tokmak saltó por los aires a su paso por la localidad de Lyubimivka, bajo control ruso. Un día antes un tren cargado de munición rusa descarriló en las inmediaciones de Melitopol. Ambos incidentes han sido reivindicados por la insurgencia ucraniana que actúa al otro lado de las trincheras, en aquellos territorios de Ucrania ocupados desde febrero por el enemigo ruso.

Sus ataques, cada vez más audaces, muestran una arista de la guerra que había permanecido hasta ahora en zona de sombras. Entre sus urdidores, se cuentan miembros del ejército ucraniano entrenados por las fuerzas de seguridad y ciudadanos que rechazan al invasor. “La población está resistiendo activamente en todos los territorios ocupados aunque los focos más activos se encuentran en el sur de Ucrania, en las ciudades de Jersón, Nova Kakhovka, Berdyansk y Melitopol”, explican en conversación con El Independiente funcionarios del Centro para la Resistencia Nacional, un organismo estatal creado para coordinar los esfuerzos de sacudir las líneas enemigas.

El centro es uno de los vértices de la estrategia insurgente junto a un movimiento de resistencia formado por pequeñas guerrillas, capaces de herir a las nuevas autoridades establecidas por Moscú en los territorios conquistados desde la invasión de febrero. “Las guerrillas están integradas por militares experimentados que trabajan en la retaguardia del enemigo. Son personas que realizan sabotajes o se encargan de eliminar a ciertos enemigos”, deslizan desde la institución. “Tanto nosotros como estas unidades tenemos una causa común: combatir al enemigo”.

Las guerrillas están integradas por militares experimentados que trabajan en la retaguardia del enemigo

Una tentativa de asesinato

Hasta la fecha el zarpazo más publicitado de la resistencia fue la tentativa de asesinato del alcalde de Enerhodar, Andrei Shevchik, un leal al Kremlin designado para el cargo tras la caída del enclave en manos rusas. Shevchik se hallaba en la vivienda familiar cuando se produjo una fuerte explosión que le dejó herido de gravedad. Días después, un vehículo cargado de explosivos fue detonado a las puertas de las dependencias de otro funcionario nombrado por los nuevos administradores de Melitopol.

Gracias a las fuerzas de la resistencia el tren blindado que transportaba munición se salió de la vía

La urbe, en la que residían unos 150.000 personas antes de la contienda y que resulta estratégica en la necesidad de Vladimir Putin de conectar la península de Crimea con el este del país, se ha convertido en la capital de la resistencia contra sus tropas. A finales de mayo una bomba estalló en el centro de la ciudad durante la distribución de ayuda humanitaria entre población local y funcionarios rusos. En la primera confirmación de la magnitud de la amenaza, el comité encargado de arrojar luz sobre el episodio lo atribuyó a “saboteadores ucranianos”.

El sabotaje sistemático en los territorios ocupados desmoraliza a la administración ocupante. Tu éxito animará e inspirará a otros ciudadanos a luchar

Desde junio, el Instituto para el Estudio de la Guerra, que examina el curso de la contienda, ha constatado en sus balances diarios el aumento de unas acciones insurgentes que “han obligado a las tropas rusas a priorizar las operaciones defensivas”. Un quebradero de cabeza que, en una conversación telefónica interceptada por el ejército ucraniano, un soldado ruso trasladaba a un amigo: “Todas las  noches estamos luchando con grupos de distracción que acceden al pueblo. Algunos de nosotros ya estamos hartos”.

Desde el exilio, el alcalde de la ciudad, Ivan Fedorov, -que fue arrestado en marzo por los uniformados rusos y liberado más tarde en un canje de prisioneros- presume de las acciones partisanas. “Gracias a las fuerzas de la resistencia el tren blindado que transportaba munición se salió de la vía”, celebraba hace unos días en sus redes sociales. “El movimiento convirtió la huelga en un infierno. Muchos colaboracionistas se asustaron y no fueron a trabajar”, se jactó el regidor en otra comunicación esta semana. “Todo lo que los invasores pueden hacer es huir de nuestra ciudad”, advirtió. “Nuestro pueblo está haciendo todo lo posible para que la tierra arda bajo las botas de los ocupantes”, suele decir Fedorov.

Del sabotaje a la información de inteligencia

Desde el centro que coordina las embestidas aseguran que, a lo largo de estos cuatro meses, la resistencia ha adoptado “diversas formas”. “Al principio fueron acciones de presión pública: la gente protestaba y detenía a los militares rusos que llegaban a sus pueblos. Más tarde, los rusos comenzaron a disparar a los civiles”, rememoran. “Después, la gente tiñó la ciudad con los colores de nuestra bandera - amarillo y azul-, pegó cintas y pintó grafitis. Son actividades que han continuado hasta hoy, con la aparición de folletos patrióticos en las ciudades bajo ocupación”.

Una de las acciones, la colocación de consignas pro ucranianas, en ciudades ocupadas por Rusia. E.I.

El siguiente nivel de la oposición al agresor ruso es el sabotaje, una acción de resistencia que -según las autoridades ucranianas- se registra entre los empleados públicos. “Son limpiadores que no van a trabajar; trabajadores municipales se niegan a servir a los ocupantes; empresarios que rechazan trabajar en rublos. El resultado más evidente es que en este tiempo los rusos no han podido establecer una administración efectiva en los territorios ocupados. Y una de las razones más importantes es la resistencia de la población”, agregan.

Con la misión de entrenar a nuevos “soldados” de la causa, el centro ha elaborado un manual de resistencia que adoctrina a sus posibles seguidores. A los funcionarios ucranianos obligados a trabajar para Moscú, les sugiere desde “disminuir la velocidad de su trabajo y volcarse en formas ineficaces de resolver tareas” hasta “designar trabajadores ineficientes para realizar las tareas y proporcionarles herramientas obsoletas” o “cometer errores en los documentos oficiales, confundir nombres similares y emplear direcciones incorrectas”. “El sabotaje sistemático en los territorios ocupados desmoraliza a la administración ocupante. Tu éxito animará e inspirará a otros ciudadanos a luchar”, reza un documento que incluye un pormenorizado listado de posibles objetivos, desde almacenes hasta medios de transporte.

El número de acciones de la guerrilla es impresionante y revela la tendencia hacia una actividad partisana cada vez mayor

“La población va aprendiendo a diario nuestros métodos. Estamos instruyendo a la población a sabotear las actividades de los ocupantes de diferentes maneras. Desde retrasos triviales en las reuniones y burocratización del proceso hasta daños en los equipos de producción”, alegan desde el centro que gestiona la respuesta en las zonas bajo yugo ruso. “Son consejos pensados para aquellos que, por una u otra razón, se ven obligados a cooperar con el régimen de ocupación”.

Ataques "in crescendo"

Los últimos incidentes marcan un incremento de los ataques insurgentes. “Y vaticino que seguirán creciendo en los próximos meses”, indica el historiador Alexandre Motyl. “Por tres razones: en esta temporada del año la vegetación proporcionará cobertura para las actividades de la guerrilla; el ejército ucraniano espera lanzar una gran contraofensiva en entre agosto y septiembre, y el sabotaje  de las infraestructuras será especialmente importante; y resulta probable que la represión rusa de las poblaciones ocupadas aumente en previsión de esa contraofensiva, lo que a su vez alimentará las filas de la resistencia”.

“No resulta descartable que las fuerzas especiales ucranianas hayan participado en algunas de estas acciones”, apunta Motyl. “Aun así, el número de acciones de la guerrilla es impresionante y revela una tendencia hacia una actividad partisana cada vez mayor”, advierte. En plazas como Melitopol y Enerhodar los actos de la insurgencia han incrementado la persecución de la disidencia y los castigos impuestos para luchar contra los focos de rebelión. Según Dmytro Orlov, el alcalde de Enerhodar hasta la llegada del ejército ruso, se ha registrado un “significativo aumento” del secuestro de vecinos tras el intento de homicidio de su sucesor. El ambiente hostil ha llevado al nuevo regidor, Ruslan Kirpichov, a ordenar la construcción de barricadas en torno al hotel en el que ha situado su residencia.

Las autoridades ucranianas también animan a los ciudadanos que viven en los territorios ocupados a convertirse en informadores. “Hemos habilitado un formulario seguro y gracias a esa información de inteligencia que hemos recibido el movimiento junto a las fuerzas armadas han logrado golpear y eliminar posiciones enemigas”, detallan desde el centro. Este martes la entidad aseguró haber dejado al descubierto una red de colaboracionistas en la provincia de Jersón dedicados a detectar acciones a favor de Ucrania en el territorio ocupado. Según sus datos, imposibles de verificar de manera independiente, “alrededor de 200 ocupantes han muerto” en los golpes insurgentes. “Es algo que ha dejado aterrorizados a estos pseudo alcaldes nombrados desde la invasión. Algunos han tratado de dimitir pero los rusos no se lo han permitido”.

Las acciones de la insurgencia están contribuyendo ya a romper el muro de la ocupación

En un intento de detener los cauces de información, se ha bloqueado el acceso a internet a través de las teleoperadoras ucranianas y las páginas web y los recursos que sirven para instruir a la población. El objetivo último, expulsar al enemigo ruso, parece aún incierto, cuando la ofensiva rusa mantiene sus progresos en la región oriental del Donbás. “La cuestión clave en la tarea de revertir la ocupación es la falta de armas ofensivas”, denuncian desde Kiev. “Las acciones de la insurgencia están contribuyendo ya a romper el muro de la ocupación. Las tropas rusas están desmoralizadas y, cuando Ucrania reciba el número suficiente de armamento, seremos capaces de recuperar nuestro territorio”, concluyen.