"Italia traicionada", titula La Repubblica. "Vergüenza", dice La Stampa. "Adiós al gobierno Draghi", sentencia el Corriere della Sera. Los medios italianos se hacen eco de la tumultuosa jornada en el Senado que ha desembocado este viernes en la dimisión del jefe del Consejo de Ministros, Mario Draghi. Súper Mario ha chocado con la politiquería, los bajos instintos de los políticos más narcisistas, y se ha visto forzado a dejar el gobierno de unidad nacional que presidía en plena crisis global.
A primera hora Draghi, visiblemente emocionado y dando las gracias, ha comunicado a la Cámara de Diputados que se dirigía al Quirinale a comunicar su decisión. "Hasta los banqueros tienen su corazoncito...". ha dicho. El encuentro con el presidente, Sergio Mattarella, ha durado media hora. Luego se ha visto con la presidenta del Senado, Elisabetta Casellati. Mientras, la prima de riesgo superaba los 230 puntos.
En un comunicado del Quirinale se da cuenta de que Draghi ha presentado su dimisión y la de su gobierno, como consecuencia de la votación de la víspera en el Senado. El gobierno seguirá a cargo de forma interina. Una nota posterior anunciaba que Sergio Mattarella se dispone a disolver las Cámaras en virtud del artículo 88, tras verse con sus respectivos presidentes.
Al anunciar la convocatoria electoral, el 25 de septiembre, Mattarella ha dicho: "No hay posibilidad de esperar más dado el momento que estamos atravesando. El coste de la energía tiene consecuencias para las familias y las empresas. Vamos a atravesar dificultades económicas. Hay mucha tarea por hacer en beneficio de los intereses de Italia".
Draghi seguirá en funciones. En la reunión del Consejo de Ministros que ha presidido tras hacerse efectiva su renuncia, Draghi ha dicho: "Debemos estar muy orgullosos del trabajo que hemos realizado, al servicio de todos los ciudadanos. Italia lo tiene todo para ser fuerte, autorizada, creíble en el mundo (...) Ahora debemos mantener la misma determinación en las actividades que podremos realizar en las próximas semanas, dentro de los límites del perímetro trazado. En particular, debemos hacer frente a las emergencias relacionadas con la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación y el coste de la energía". Y ha terminado muy en su línea pragmática: "Ya habrá tiempo para despedidas. Volvamos al trabajo".
En principio, las elecciones estaban previstas en la primavera de 2023 y Mario Draghi, que ha recibido el respaldo de más de un millar de alcaldes, los representantes empresariales y sindicales, y decenas de miles de ciudadanos, además de mandatarios internacionales, pretendía ganar este tiempo para afrontar este momento tan convulso en Europa con la mayor estabilidad posible.
Pero la sesión del Senado del miércoles demostró que los partidos políticos italianos no estaban dispuestos a hacer "lo que fuera necesario" por afrontar la crisis de forma unida. Draghi les planteó directamente: "¿Estáis dispuestos a reconstruir el pacto?" Y les insinuó que los italianos le daban su apoyo. Pero le respondieron con un no escondido en acusaciones en las que el centroderecha reprocha a los grillini haber roto la coalición y los 5 Estrellas responden de la misma forma. Nadie ha empujado a Draghi pero ha acabado en el suelo.
Una traición con varios verdugos
La traición de la que habla La Repubblica se ha desarrollado en tres actos: primero fue el Movimiento 5 Estrellas, encabezado por Giuseppe Conte, y distanciado de Luigi di Maio por el apoyo al envío de armas a Ucrania, el que planteó problemas a Draghi al presentar reformas sociales y perfilarse cuando está en caída libre. En consecuencia presentó la semana pasada su renuncia al presidente, Sergio Mattarella, que la rechazó. Draghi se mantuvo para intentar dar un nuevo aire a la coalición de unidad y a la vez ir a Argelia, socio prioritario, con plenos poderes a consolidar sus lazos energéticos y comerciales.
Este miércoles comparecía Mario Draghi en el Senado para someterse a una moción de confianza y poner así a prueba sus apoyos. Draghi pidió a los partidos que confirmaran su apoyo al gobierno y se comprometieran con las reformas en curso en un momento de crisis energética y económica global. En el curso de una jornada caótica, los partidos de centro derecha, la Liga y Fuerza Italia, liderados por Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, plantearon su apoyo a un Draghi bis pero sin el Movimiento 5 Estrellas. Es decir, pretendían que Draghi siguiera al frente pero bajo su batuta, nada que ver con lo que planteaba el primer ministro. Segunda traición.
La votación en el Senado puso en evidencia que Draghi no cuenta con el respaldo de tres de los partidos de la coalición de unidad, que ha saltado por los aires. Fuerza Italia, la Liga y los grillini se ausentaron a la hora de votar, lo que permitió a Draghi superar la confianza pero con apenas 95 votos, lejos de la mayoría de 161 en caso de que estén presentes todos los senadores. Era una victoria pírrica antesala del fin de su mandato de 17 meses. En el Senado se escenificó la tercera traición a tres bandas.
En su mensaje al grupo parlamentario del Partido Democrático, Enrico Letta ha señalado que se sentía orgullos de haber apoyado hasta el final a Draghi. "Nos hemos quedado solos en la defensa de lo que creíamos que era lo más justo para nuestro país", ha añadido.
El ex primer ministro Matteo Renzi, líder de Italia Viva, ha dicho en una entrevista radiofónica que "Fuerza Italia se ha entregado a Salvini, entregando la competencia que representa Mario Draghi en manos del populismo alentado por el dúo Conte-Salvini". Según Renzi, "habíamos conseguido casi un milagro: habíamos recogido más de cien mil firmas. Habíamos convencido al primer ministro para que recapacitara. En su lugar, se antepuso el narcisismo personal". En Fuerza Italia están dándose las primeras salidas: Mariaestella Gelmini y Renato Brunetta han dejado al partido por haber dejado caer a Draghi.
Tampoco podía ocultar su disgusto Luigi di Maio, disidente de los grillini, junto a otros 60 diputados. El todavía ministro de Exteriores ha escrito en Twitter que "la política ha fracasado y se está jugando con el futuro de los italianos. Los efectos de esta trágica elección pesarán en nuestra historia".
Quien se ha mantenido coherente en todo momento es quien más rédito puede obtener de unas elecciones anticipadas, que se prevén para el 2 de octubre. Giorgia Meloni, líder de Fratelli d'Italia, estaba en la oposición y rechazó desde el primer momento dar su confianza a Draghi. Ahora se mantuvo firme también y acusó al jefe del Consejo de Ministros de querer imponer su ordeno y mando a lo que Draghi reaccionó airado. "Siempre he escuchado a la Cámara", dijo Draghi. Meloni lleva meses demandando que se celebren elecciones de inmediato. Sobre el papel es quien más crece en las encuestas si bien la derecha tendrá que unirse y Salvini y Berlusconi están haciendo un tándem como ha demostrado su alianza para acabar con Draghi.
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