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Sudán: un duelo de señores de la guerra que puede conmocionar toda África

El pulso entre el general Al Burhan y el general Hemedti corre el riesgo de derivar en una guerra civil de inciertas consecuencias

Destrozos en las calles de Jartum.

Destrozos en las calles de Jartum. EFE

"La situación en Sudán es de absoluta pesadilla y parece que irá a peor a menos que haya pronto un alto el fuego". El ministro británico de Desarrollo, Andrew Mitchell, ha sido claro en su comparecencia ante los Comunes. En la antigua colonia británica hay cerca de 16 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria urgente, y el número se va a incrementar rápidamente si siguen los combates.

Mientras miles de sudaneses huyen de Jartum y son evacuados los extranjeros, la pasada medianoche empezó un nuevo alto el fuego de 72 horas, según anunció el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken. Los últimos intentos de alto el fuego no impidieron que siguieran los combates.

Con 47 millones de habitantes, Sudán es el tercer país más grande de África y linda con Egipto al norte, al este con Etiopía y Eritrea, al oeste con Chad y al noroeste con Libia. Desde 2011 también hace frontera con el escindido Sudán del Sur, cuya economía está muy ligada a su vecino del norte. El 95% de los ingresos de Sudán del Sur procede del petróleo y el oleoducto para exportarlo pasa por Sudán hasta el mar Rojo.

Desde su independencia en 1956, ha sufrido no menos de 17 golpes. El dictador Omar Al Bashir rigió los destinos del país durante tres décadas.

"Cuando estalla un conflicto en uno de estos países, ya sea Egipto, Libia, Chad, República Centroafricana, Sudán del Sur, Etiopía, Eritrea o -mirando al otro lado del mar Rojo- Arabia Saudí, el país vecino siempre se ve afectado", afirma a DW Marina Peter, fundadora de Foro de Sudán y Sudán del Sur.

Hacia estos países, sobre todo hacia el Chad y Sudán del Sur están huyendo miles de sudaneses, aterrados por la guerra que libran dos generales, el presidente de facto, general Abdel Fattah Al Burhan, y el líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido, general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, que era el número dos de la junta militar que regía los destinos del país desde el golpe de 2021.

Los combates comenzaron el pasado 15 de abril, después de días de tensión en los que las milicias leales a Hemedti se estaban desplegando por el país. Las Fuerzas de Apoyo Rápido están formadas por unos 100.000 efectivos, que realizaron el trabajo sucio para el dictador Omar Al Bashir en Darfur. Son los temibles janjaweed.

"Sudán vivió su peculiar primavera árabe que puso al país en el camino de la democracia. Tumbaron a Al Bashir en 2019, acusado de genocidio por Darfur. Pero el Ejército seguía siendo un poder fáctico tremendo, es un Estado dentro del Estado, como en Egipto. El gobierno democrático intentó quitarle poder pero los militares se resistieron. Todo saltó con un golpe de estado de los militares en 2021 contra Abdalla Hamdok. De ahí salen dos hombres fuertes, el general Al Durham, que representa las viejas élites del país. Y el número dos, conocido como Hemedti, cabeza visible de los janjaweed, los carniceros útiles al servicio de Al Bashir", explica Jesús Manuel Pérez Triana, analista militar y editor de OsintSahel.com.

Desde su creación las Fuerzas de Apoyo Rápido han intervenido en Yemen y Libia. Hemedti es uno de los hombres más ricos de Sudán por controlar las zonas donde abunda el oro. Es el oro lo que le relaciona con el Grupo Wagner, creado por el chef de Putin, Yevgueni Prigozhin. Una de sus empresas explota unas ricas minas sudanesas. Del Grupo Wagner han recibido entrenamiento y protección las milicias de Hemedti. Pero la lucha que se libra en Sudán no está provocada por los intereses de Rusia, según Kholood Khair, analista sudanesa. Aunque Rusia como las grandes potencias y otras potencias regionales pueden posicionarse si el conflicto se prolonga.

La población es rehén. No hay dos partidos políticos enfrentados. Es un juego de tronos puro y duro"

josé m. pérez triana, analista

Hemedti temía perder poder y por ello dio el golpe el 15 de abril pero se encontró con la resistencia del Ejército, fiel al general Al Burhan. "La población civil es rehén. No hay dos partidos políticos enfrentados. Esto es un juego de tronos puro y duro. La cuestión es cuándo se acabarán los recursos de ambos bandos. Eso dependerá mucho de los apoyos externos", añade Pérez Triana. 

Este duelo de señores de la guerra es un enfrentamiento por el poder político y la riqueza. Es un choque entre dos generaciones de militares. El general Al Burhan representa a los más veteranos y el general Hemedti a los más jóvenes. "En el origen de este conflicto están las dos fuerzas militares paralelas y el ejército tradicional quería acabar con esta dualidad", afirma Baba Ahmed Mulay, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Alfonso X El Sabio.

Hemedti asegura que el gobierno de Al Burhan está formado por "islamistas radicales" y que él está luchando por la democratización de Sudán. El general Al Burhan señala que devolverá el poder a un gobierno elegido democráticamente. Los dos quieren lo mismo: el poder político, militar y económico. Hemedti ha sido habilidoso al llevar personalmente muchas negociaciones con líderes extranjeros. Empezó como comerciante de camellos, se hizo rico garantizando la seguridad a las tribus y luego se alió con el dictador para combatir a los rebeldes de Darfur.

Sudán es rico en oro, petróleo (sobre todo en el independiente Sudán del Sur), cobre y cromo, así como madera, caña de azúcar, goma arábiga (se utiliza en los refrescos como la Coca-Cola) y reservas de agua. Además cuenta con una salida estratégica en el Mar Rojo, donde Rusia sueña con instalar su primera base naval en África. Emiratos Árabes y Arabia Saudí son dos de las potencias regionales con intereses en Sudán.

Jartum y su ciudad gemela al otro lado del Nilo, Omdurman, han sido el escenario de los peores enfrentamientos. La población apenas sale de sus casas por temor a los bombardeos y los tiroteos. Hay cadáveres en las calles y en algunas zonas el olor es insoportable, según ha relatado The Guardian. Miles tratan de huir de Jartum, algunos por el norte hacia la frontera egipcia, otros hacia el noreste, con destino a Port Sudan.

Más de 420 personas, entre ellas 264 civiles, han perdido la vida, y más de 3.700 han resultado heridas, según varias ONG locales e internacionales. La mayor parte de los hospitales de la capital están desbordados. No hay agua, ni electricidad la mayor parte del día.

En Jartum y Omdurman la situación es tan complicada que una ONG tan experimentada como Médicos sin Fronteras reconoce que no ha podido prestar asistencia, aunque sí lo ha hecho en otras partes del país. MSF va a quedarse en Sudán, pero siempre tomando como prioridad la seguridad de sus empleados, según fuentes de la ONG. Las agencias de la ONU se quedan de momento.

Evacuación de extranjeros

La Unión Europea, Estados Unidos y el Reino Unido han pedido un alto el fuego, pero la situación es tan complicada que están evacuando a sus nacionales. El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, estima que son más de mil ciudadanos europeos los que han podido salir ya del país en los operativos complicados pero exitosos llevados a cabo por varios países de la Unión.

Francia ha retirado al personal de la UE. El embajador de la UE, Aidan O'Hara, que sufrió un ataque del que resultó ileso en su propia residencia, se ha quedado en Sudán, pero no en Jartum. "El capitán es el último en abandonar el barco", ha señalado Borrell.

Borrell ha subrayado que es urgente seguir presionando para encontrar una solución política. "No podemos permitirnos que Sudán implosione porque porque provocaría una conmoción en toda África", ha remarcado.

Francia ha llevado a cabo una de las mayores evacuaciones con tres vuelos que han trasladado a 491 personas, entre ellos 196 franceses a Yibuti, en Somalia. Los alemanes han logrado sacar a 335 personas, entre ellas 154 alemanes, vía Jordania.

España ha logrado poner a salvo a 72 residentes en Sudán, entre ellos 34 españoles. El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, ha confesado que el operativo fue complicado porque de Jartum tuvieron que salir entre los combates pero salió bien gracias a la participación de 200 militares españoles. En Sudán se ha quedado algo más de una decena de españoles por elección personal. La embajada en Jartum ha quedado cerrada al igual que la francesa.

Los británicos están realizando las operaciones contrarreloj, pero aún quedan unos 2.000 nacionales en el país. Unas 1.200 efectivos británicos están implicados en la evacuación.También han cerrado la legación diplomática, al igual que Estados Unidos. Un centenar de fuerzas especiales ha ayudado en el desplazamiento de unos 100 empleados de la embajada. Otros países como China, Arabia Saudí, India, Indonesia, han empezado ya las salidas y otros están a punto de hacerlo como Filipinas.

El gran temor es que una vez que hayan salido los extranjeros los combates se intensifiquen aún más. Incluso hay un riesgo aún peor: que otras potencias se inmiscuyan y den armas a uno u otro bando. "Si empieza a llegar ayuda militar en apoyo de uno y otro, esto puede derivar en una guerra civil, puede ser la siguiente guerra de Siria", concluye Pérez Triana. 

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha dicho en una sesión del Consejo de Seguridad que la violencia "puede extenderse por la región y más allá". Si Sudán estalla, la onda expansiva se notará en África y en Europa.

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