Algo empieza a moverse en la hasta ahora numantina resistencia de España a reconocer la declaración unilateral de independencia firmada por Kosovo en 2008. 16 años después, el Gobierno de Pedro Sánchez ha dado ya pasos en el reconocimiento del pasaporte kosovar. Desde hace unas semanas los ciudadanos de la ex provincia serbia ya no son considerados apátridas en la administración española. El dilema ahora es cómo ir hacia un reconocimiento más o menos expreso sin causar heridas en los lazos con Serbia.

En una entrevista con El Independiente, la presidenta de Kosovo Vjosa Osmani reclamó esta semana al Ejecutivo español que reconozca la realidad "irreversible" de su independencia y allane el camino del país en su aspiración de unirse a la Unión Europea. La jefa de Estado kosovar dice no hallar similitudes entre Kosovo y las ambiciones independentistas en Cataluña o País Vasco, la piedra angular que explica la negativa española a aceptar los hechos consumados de Pristina. "No creo que a España le interese compararse con lo que Milošević y Serbia hicieron en aquella época contra personas inocentes en Kosovo, Bosnia y Herzegovina, Croacia y otros lugares. Y mi último punto: Kosovo está aquí para quedarse", deslizó.

Silencio en Exteriores

El gabinete de prensa del ministerio de Exteriores español, en su línea habitual de no proporcionar la información solicitada por este diario, asegura que no existen novedades en el dossier kosovar. Preguntados por las declaraciones de Osmani, remiten a las declaraciones del ministro, el socialista José Manuel Albares, quien desde su llegada a la cartera ha optado por monopolizar la comunicación del departamento y bloquear "de facto" la relación con los medios de comunicación.

"Respecto a la cuestión que nos plantea, no tenemos ninguna novedad que aportar respecto a las últimas declaraciones del ministro Albares que habrá podido seguir con atención y que le invitamos a recuperar", replican las citadas fuentes, sin ni siquiera proporcionar las declaraciones mencionadas. El mes pasado Albares insistió en que "la posición de España no ha variado: España sigue sin reconocer a Kosovo y su soberanía". A juicio, España "no reconoce declaraciones unilaterales de independencia".

Esta máxima se mantiene a pesar de que desde el 1 de enero se reconoce el pasaporte de Kosovo a sus ciudadanos para acceder al espacio Schengen y de la Unión Europea (UE). "España no va a ser jamás un obstáculo para el diálogo entre Belgrado y Pristina, y tampoco va a ser nunca un obstáculo, en este caso, en el diálogo entre Pristina y la Unión Europea", esbozó a propósito de la estrategia comunitaria de impulsar la normalización de lazos entre Serbia y Kosovo como requisito para la adhesión de ambos a la UE. Pristina solicitó oficialmente su ingreso en diciembre de 2022 y se muestra contrariada por la ausencia de progresos desde entonces.

La excepción griega: negocios sin estatus diplomático

No obstante, España tiene en sus manos otras vías para avanzar en las relaciones bilaterales con Kosovo sin tener que necesariamente reconocer la declaración unilateral de independencia que tan incómoda resulta a la luz de los acontecimientos recientes en Cataluña. En tal escenario, la vía de Grecia surge como el mejor antecedente. Atenas es junto a España, Chipre, Eslovaquia y Rumania uno de los cinco estados miembro reticentes a reconocer a Kosovo pero, a diferencia de Madrid, el país heleno cuenta con una "oficina de enlace acreditada por la la misión de la ONU para Kosovo en Pristina" y Kosovo dispone de "una oficina de intereses en Atenas que carece de estatuto diplomático".

Con Grecia tenemos más intercambio político y económico que con la mayoría de los miembros de la UE que han reconocido a Kosovo

La oficina kosovar en la capital griega fue inicialmente una oficina de Asuntos Económicos y Comerciales, pero en 2021 fue elevada a la categoría de oficina de interés y, aunque no puede emplear la bandera de Kosovo en el exterior, sí puede expedir visados. Atenas reconoce los pasaportes expedidos por Kosovo. Los contactos entre Grecia y Kosovo se han estrechado visiblemente. Hasta el año pasado el entonces ministro griego de Asuntos Exteriores, Nikos Dendias, había viajado a Kosovo en seis ocasiones.

"La situación con Grecia es particular porque tenemos más intercambio, político, económico y cultural con ese país que con la mayoría de los miembros de la UE que han reconocido a Kosovo", subrayó el vice primer ministro kosovar, Besnik Bislimi, en una entrevista reciente a Euractiv. "Entendemos que cinco países no reconocidos por la UE tienen cinco situaciones específicas en su seno, y por eso no podemos usar la misma medicina o el mismo enfoque para todos ellos", agregó.

Por su parte, Grecia reconoce que "intenta reforzar las relaciones económicas con Pristina, en el contexto de la postura constructiva griega respecto al desarrollo económico de los Balcanes Occidentales, argumentando que la prosperidad económica contribuye sin duda a mantener la paz y la estabilidad en la región. Grecia ha realizado importantes inversiones en Kosovo, sobre todo en los sectores de la alimentación, las bebidas, los materiales de construcción, el petróleo y la gestión de residuos, y ha acordado reforzar la cooperación, haciendo hincapié en el sector energético".

Una fuente diplomática española no descarta que esta vía griega sea la ruta de España para salir de la parálisis más de tres lustros después. "Un reconocimiento súbito ocasionaría una crisis con Serbia y no tendría sentido estropear nuestras relaciones con el país más importante de los Balcanes Occidentales", explica. Ese reconocimiento gradual conduce hacia el modelo heleno, con la apertura de una oficina comercial en Kosovo "sin que formalmente suponga reconocimiento". Una opción que también apuntan desde Pristina, donde se aguardan pasos en tal dirección. "Espero que Sánchez sea el presidente que reconozca la independencia de Kosovo", reconoció Osmani en la entrevista con este diario.