Cocinando la comida que dejaron sus legítimos propietarios; robando las pertenencias de quienes tuvieron que dejarlo todo atrás en su huida, desde joyas a productos de cosmética; fotografiándose sonrientes entre la ropa interior femenina. Los selfies e instantáneas que los soldados israelíes publican en las redes sociales desvelan otra dimensión de una operación militar que ha dejado cerca de 30.000 muertos; reducido a escombros amplias zonas de la Franja de Gaza y provocado un éxodo de más de 1,5 millones de personas que se prepara ahora para el asalto de Rafah, fronteriza con Egipto.

Los fotogramas corren como la pólvora por las redes sociales israelíes. Los ejemplos se amontonan sin tregua. En noviembre, semanas después del inicio de la operación terrestre del ejército israelí, el cantante palestino Hamada Nasralá se topó en Tiktok con el vídeo de un uniformado tocando la guitarra que su padre le regaló cuando era adolescente. “¿No es suficiente que nos quiten a nuestros seres queridos, nuestros hogares, nuestras familias e incluso nuestra música y recuerdos? ¿Dónde termina la injusticia? escribió Nasralá en Instagram.

Ejercicio de exhibición pública

Desde entonces las escenas se han multiplicado, con soldados jactándose de haber robado relojes, alfombras o bicicletas. Instantáneas de un saqueo que la prensa israelí más crítica con la campaña castrense ha comenzado a documentar después de que el resto de medios lo hayan difundido con naturalidad. Un soldado ha llegado a regalarle a un locutor de la radio pública israelí un espejo traído de Gaza, sin ocultar su procedencia fraudulenta.

Es solo al punta del iceberg del genocidio

“El hecho de que se filmen alardeando de sus crímenes de guerra riéndose y pensando que es totalmente normal es el paroxismo de la deshumanizacion de los palestinos”, denuncia a El Independiente Inès Abdel Razek, directora del Palestine Institute for Public Diplomacy (PIPD), una ONG palestina que levanta acta de las violaciones de derechos humanos perpetradas por el Gobierno israelí. “Esto es solo al punta del iceberg del genocidio. Imagínense todo lo que no está filmado”, apostilla.

Algunos de los vídeos de los soldados israelíes y sus tropelías en la castigada Gaza fueron aportados como pruebas por Sudáfrica el mes pasado en el caso de la Corte Internacional de Justicia que investiga ahora si Tel Aviv está cometiendo un genocidio en la operación en Gaza. Los incidentes se amontonan. Hace unos días las redes difundieron la fotografía de un soldado de origen francés que se fotografió junto a una pared en la que había colgado a modo de trofeo la ropa interior de la mujer que una vez vivió en una vivienda ahora vacía.

Consultas del saqueo a rabinos

En diciembre, una mujer compartió una publicación en un popular grupo de Facebook, con más de 100.000 seguidores, acompañada por una fotografía de productos de maquillaje confiscados en establecimientos en Gaza por su novio, un soldado israelí. “Todo está cerrado excepto un producto. ¿Los usarías? ¿Alguien conoce estos productos o sólo se venden en Gaza?”, preguntó la fémina. El fenómeno ha llevado incluso a rabinos de movimientos sionistas a ofrecer respuesta a los soldados que se interrogaban por lo que estaba permitido o no saquear según la legislación judía. “Llevarse cosas no está permitido”, estableció un rabino en una sesión de consultas por Youtube.

“Muchos de los autores de estas fotografías tienen doble nacionalidad. Y sus gobiernos, francés o español por ejemplo, tendrían que prohibir que combatieran, arrestarlos y juzgarles por participación en crímenes de guerra y contra la humanidad”, señala Abdel Razek. “Estos vídeos constituyen pruebas que podrán ser usadas para buscar un poco de justicia a las familias víctimas y poner estos soldados frente a los tribunales”, agrega.

Los testimonios de soldados y reclutas que regresaron de Gaza, reunidos por la publicación israelí +972 Magazine, confirman la magnitud de un expolio que, según su versión, está siendo tolerada por los altos mandos de las unidades. “La gente se llevó de todo: tazas, libros, cada uno el souvenir que le apetece”, relató un soldado. “Todo el mundo sabe que la gente se está llevando cosas. Se considera divertido. No sucede en secreto. Los comandantes son testigos de esto y a nadie parece importarle”, admitió.

Todo el mundo sabe que la gente se está llevando cosas. Se considera divertido

“Hay algo en esta realidad en la que la casa ya está en ruinas que te permite llevarte un plato o una alfombra. En una de las operaciones, en una casa destruida, había un armario con utensilios de cocina antiguos, platos especiales, tazas especiales. Desafortunadamente, vi cómo los saqueaban. Otro soldado se llevó un juego de tazas de café, una bandeja para servir y una olla. Otra unidad, a quien conocimos después de regresar de una operación,  se trajo una motocicleta como las motocicletas Nujba [fuerzas especiales de Hamás]. Uno de los soldados declaró que ya era suya”.

A pesar de ser un fenómeno creciente, el ejército israelí lo ha tratado de rebajar a “casos aislados”. “En los casos que no se alinean con los valores de las Fuerzas de Defensa de Israel, se tomarán medidas disciplinarias y de mando", señaló en diciembre el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari. A mediados de febrero, en una circular el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzi Halevi, instó a los soldados a “no tomar nada que no sea nuestro”.

Dieta a base de la comida dejada por los gazatíes

Un soldado israelí prepara de comer en una cocina de Gaza.

En un artículo reciente publicado por Haaretz, los uniformados detallaron su dieta a base de lo hallado en las viviendas gazatíes. “En todas las casas encuentras muchas mezclas de especias estilo ras el hanout. También hay muchas lentejas, así que al principio hicimos muchos guisos…. Cada casa en la que nos hospedamos tenía aceitunas que elaboran [los palestinos] que probamos… El aceite de oliva también está presente en todos los hogares y ayuda mucho a mejorar cualquier alimento. También tienen una salsa picante estupenda”, describió.

No se trata, sin embargo, de actos nuevos. También se han reportado en las ofensivas militares previas tanto en Gaza como en Cisjordania, con denuncias de la incautación de dinero en efectivo y propiedades. En la campaña militar de 2014, según la ONG Euro-Med Monitor, el valor de lo robado superó los 3 millones de dólares. Ahora, estima la misma organización, el montante de lo confiscado podría superar las varias decenas de millones de dólares.

Existe, no obstante, una unidad especial en el ejército israelí consagrada a confiscar dinero y otras propiedades encontradas en el campo de batalla con el pretexto de que pertenecen a Hamás.  La prohibición de robar bienes es un principio establecido en el derecho internacional. El pillaje está vetado en el artículo 33 del Cuarto Convenio de Ginebra y equivale a un crimen de guerra en conflictos armados tanto internacionales como no internacionales, según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

“Que los jóvenes soldados israelíes encuentren tiempo para documentar alegremente sus crímenes da la profundidad de la tragedia que se desarrolla en Gaza. No se equivoquen, también para los israelíes judíos”, concluye Francesca Albanese, relatora especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.