Junio de 2017, un incendio de grandes dimensiones en Portugal se convierte en uno de los sucesos más trágicos de los últimos años. Las llamas se apoderan del bosque de Pedrógão Grande y el fuego se extiende sin piedad en el distrito de Leiria y por los municipios cercanos, arrasando todo a su paso. Las imágenes son desoladoras: coches totalmente carbonizados, hogares destrozados y decenas de víctimas mortales. 62 personas pierden la vida en el incendio, 30 de ellas al quedar atrapadas en sus vehículos tratando de escapar por la carretera forestal. 

Claudia, Martim y Mariana Duarte Agostinho, trío de hermanos que tenían 17, 14 y 5 años,  vivían en la región de Leiria al igual que su prima Catarina Mota, que por aquél entonces tenía 16 años. Sus primos Sofia y André Olivares, tenían 12 y 9 años y residían en Lisboa. Esta familia quedó sorprendida y horrorizada por la destrucción que causó el incendio, que estuvo muy cerca de destruir sus hogares y poner en riesgo sus vidas. “Recuerdo los incendios de 2017, fueron realmente aterradores. Los recuerdos no son buenos, claro, sobre todo por el pánico” cuenta Catarina Mota. Su primo André Olivares también recuerda los incendios desde el miedo: “Lo recuerdo muy bien. Recuerdo que estaba aterrorizado al ver en la televisión toda la destrucción y la muerte. Me da mucha tristeza recordarlo. La muerte fue lo que realmente me asustó ”. 

La agresividad del fuego hizo de su extinción una tarea imposible, por lo que los daños totales fueron aún mayores. Este suceso se calificó por los expertos como “incendio de sexta generación”, término empleado para hablar de incendios de gran peligrosidad y con un origen claro: la aridez extrema y las altas temperaturas a causa del calentamiento global.

Las imágenes del incendio quedaron grabadas en sus memorias, siendo el miedo el protagonista de sus recuerdos. Sin embargo, algo nació muy dentro de los niños en ese entonces y fueron más allá de lo que había pasado y de lo que habían visto. Se dieron cuenta de que esta nueva generación de incendios no eran el único fenómeno extremo que se había dado de forma recurrente a causa del calentamiento global, sino que tremendas olas de calor y el ascenso de las temperaturas amenazaban Portugal. Estos efectos del cambio climático ponían en riesgo sus vidas y su salud, amenazando sus hogares y a las personas que querían, tal y como pasó en los incendios. Quedarse al margen no era un lujo que pudieran permitirse a la hora de asegurar su vida y su salud, por lo que era hora de actuar. 

La acción de estos jóvenes ha marcado un punto de inflexión dentro de la lucha climática. Tomando el activismo por bandera, los chicos comprendieron que, a menos que se empezaran a tomar medidas cuanto antes, la crisis climática pronto se convertiría en un fenómeno irreversible. 

No sólo han expuesto los efectos del calentamiento global a gran escala, sino que han denunciado la inacción climática de los estados europeos cuyas políticas son insuficientes para frenar las consecuencias climáticas. Han demostrado que países como Portugal son especialmente vulnerables a estos efectos y el impacto que tiene en la vida de jóvenes y niños, poniendo en riesgo sus derechos fundamentales.

La lucha por la defensa de su vida, su salud y sus derechos ha tenido un camino lleno de obstáculos. Sin embargo, esta denuncia ha superado fronteras y ha sentado en el banquillo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) a 32 países por su pasividad e inacción ante la crisis climática. 

Bajo el nombre de El caso Duarte Agostinho y otros cinco, los jóvenes han llevado su compromiso hasta lo más alto, dispuestos a no flaquear y a conseguir sus objetivos. El propósito de la demanda está claro para todos ellos: proteger el mundo y asegurar la salud física y mental de las nuevas generaciones. 

Portugal sufre los efectos del cambio climático

La península Ibérica es una de las regiones europeas que más sufre las consecuencias del cambio climático en Europa. En los últimos años, en Portugal se han registrado olas de calor de más de 40ºC de larga duración y temperaturas extremas. Estos fenómenos afectan directamente a las personas y deterioran su calidad de vida, impidiendo que los niños puedan hacer actividades básicas como dormir, concentrarse o jugar al aire libre

Nos estamos acostumbrando a ver fenómenos extremos, ya sean olas de calor o tormentas tropicales. Un clima tropical en Portugal es muy extraño” señala André Olivares. Su hermana, Sofía Oliveira, contaba cómo la semana pasada hubo en Lisboa un pequeño tornado, un fenómeno muy poco previsible en un territorio como Portugal. “La crisis climática y el hecho de que los gobiernos no protegen nuestro futuro me causa mucha ansiedad. Como dice mi hermano, estamos experimentando olas de calor extremas y la depresión tropical es realmente aterradora. Tenemos que pensar en el futuro: si ahora lo que ocurre ya es extremo, ¿Cómo será dentro de 30 años?”.

Los efectos del cambio climático son agravados por la emisión sin frenos de gases de efecto invernadero (GEI) y el uso de combustibles fósiles a gran escala. Los jóvenes señalan directamente a los gobiernos por no poner límites reales ni ajustarse a las políticas climáticas y hablan de la necesidad de presionar a las empresas para reducir las emisiones. Se califican a sí mismos como “víctimas” por la privación de sus derechos fundamentales y solicitan a todos los gobiernos europeos centrar sus esfuerzos para mantener el cambio climático en 1,5ºC como límite absoluto para garantizar un futuro digno y habitable para todos. Estos son los derechos que alegan que han sido violados.

  • El derecho a la vida (artículo 2).
  • El derecho a no sufrir torturas ni tratos inhumanos o degradantes (artículo 3).
  • El derecho a la privacidad y la vida familiar (Artículo 8).
  • El derecho a no ser discriminados por razón de su edad (Artículo 14).

Una larga trayectoria jurídica

Después de los incendios de 2017 y tras comprobar la realidad portuguesa de los últimos años, los jóvenes se pusieron manos a la obra. La Red Global de Acción Legal (GLAN por sus siglas en inglés) se puso en contacto con los chicos para empezar a construir el caso y poner una demanda contra 32 estados por su inacción climática, entre los que se encuentra España.

Todo empezó a partir de una campaña de crowdfunding que fue haciendo eco y recopilando a abogados y expertos con un gran objetivo: presentar el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Los jóvenes del caso Duarte Agostinho

Sin embargo, el camino no fue sencillo. El caso llegó al TEDH en el año 2020 y los estados sentados en el banquillo tuvieron que dar cuenta de aquello que se les acusaba. “Los gobiernos han intentado desestimar el caso diciendo que realmente no estamos afectados por las olas de calor y que nuestras preocupaciones sobre el futuro sólo son imaginaciones” explicó Sofia Olivares. Gerry Liston, abogado del GLAN, añadió que los estados “dedicaron todo el tiempo a argumentar que el caso es inadmisible y nunca llegaron a la cuestión de que sus políticas son inadecuadas”. Desde entonces, los jóvenes han contado con el apoyo de organizaciones como Amnistía Internacional o Greenpeace hasta que el caso fue elevado a la Gran Cámara del TEDH. Esta ha sido la larga trayectoria jurídica del caso: 

  • Septiembre de 2017: Lanzamiento de la campaña de crowdfunding para empezar a desarrollar el caso.
  • Septiembre de 2020: Se presenta el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
  • Octubre de 2020: El TEDH acelera el caso basándose en la “importancia y urgencia de los problemas planteados"
  • Noviembre de 2020: El TEDH solicita a los Estados demandados que respondan al caso y presenta, por propia voluntad, acerca de la cuestión de si el derecho de los jóvenes solicitantes a estar libres de tortura y de trato inhumano o degradante está siendo o no violado.
  • Febrero de 2021: El TEDH rechaza la solicitud conjunta de los Estados demandados de revocar la vía rápida del caso y permitirles limitar sus argumentos iniciales a la “inadmisibilidad” del caso.
  • Junio ​​de 2022: El TEDH remite el caso a la Gran Sala de 17 jueces. Se produce el intercambio de argumentos escritos entre los jóvenes y los estados demandados hasta marzo de 2023. 
  • Septiembre de 2023: Se lleva a cabo la audiencia del caso Duarte Agostinho ante la Gran Sala.

El TEDH dictará sentencia sobre el caso Duarte Agostinho el próximo martes 9 de abril. Los jóvenes viajarán hasta Estrasburgo para conocer la respuesta del Tribunal ante su demanda y saber si ha fallado a su favor. 

Uno de los aspectos más excepcionales de este caso es que, a pesar de que este tipo de demandas no suelen llegar tan alto, los chicos portugueses no son los únicos que obtendrán un veredicto el próximo martes. Junto a ellos se sentarán los demandantes de otros dos casos en materia climática: mujeres suizas del colectivo senior y el eurodiputado Damien Carême, que denuncian que las políticas climáticas de Suiza y Francia no logran proteger sus derechos humanos. Gerry Liston apuntó que “recientemente se ha producido un aumento masivo en el número de casos de cambio climático y creo que el crecimiento exponencial de las acusaciones climáticas continuará”. Los jóvenes prestan todo su apoyo a los demandantes de los otros dos casos y están igual de comprometidos con su causa. Según Catarina Mota: “En los 3 casos, todos estamos tratando de lograr el mismo objetivo para que los gobiernos tomen las medidas urgentes necesarias para proteger nuestros derechos humanos. Así que una victoria para nosotros será una victoria para ellos, y una victoria para ellos será una para nosotros. En realidad, ganar cualquiera de los tres casos será una victoria para todos

Una sentencia que puede cambiarlo todo

Es la primera vez que un caso que envuelve a tantos estados llega a la Gran Cámara del Tribunal Europeo. Sin embargo, hay diversos escenarios a los que los jóvenes se pueden enfrentar el próximo martes. El primero, que el Tribunal no acepte el caso por cuestiones de admisibilidad, es decir, determinar que los jóvenes no están lo suficientemente afectados como para ser considerados víctimas o que los países demandados no tienen obligaciones extraterritoriales con los jóvenes en relación al cambio climático. Si se da esta situación y en palabras de André Olivares: “sea cual sea el resultado del caso, no nos detendremos” 

En un segundo escenario y el más esperado, el Tribunal falla a favor de los jóvenes portugueses. Según el abogado del GLAN, la sentencia funcionaría como un “tratado vinculante” para los estados demandados, que estarían obligados a reducir sus emisiones y a ajustar sus políticas. Es decir, sería el principio para revertir el cambio climático, empezando desde los contextos nacionales. “Esperamos que el resultado del fallo judicial del martes inspire a la gente a tomar medidas para presionar a los gobiernos a hacer mucho más y reducir el emisiones, y esto va a ser necesario con urgencia para garantizar el futuro de todas las personas de este planeta” contó Catarina Mota.

La gente piensa que somos expertos, pero sólo somos adolescentes

Esta larga aventura deja un gran mensaje para las nuevas generaciones. Estos chicos portugueses han demostrado que ser combativos y luchar por un futuro digno supera cualquier barrera de edad. “Hay dos cosas en las que yo siempre pienso antes de ir a los tribunales o a alguna entrevista. Lo primero es tener esperanza, y lo segundo, una gran sonrisa. La gente piensa que somos expertos, pero sólo somos adolescentes” dijo Sofia Olivares. 

Rompiendo todos los esquemas, estos jóvenes han alzado la voz para denunciar una realidad devastadora y marcar historia en el Derecho Internacional. La esperanza se encuentra en los lugares más recónditos y tiene su semilla en las nuevas generaciones