A punto de cumplirse 16 años del desafío, Aminetu Haidar no olvida. Sus agónicos 32 días de huelga de hambre pusieron en jaque al entonces gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, hoy un reconocido lobista de Rabat, y doblegaron al régimen alauí, que no logró lo que buscaba: la imagen de Aminetu, la apodada 'Ghandi saharaui', rindiendo pleitesía y perdón a Mohamed VI. La activista saharaui vuelve a escena convertida en protagonista de Aminetu, un “docuthriller” que desentierra el episodio que zarandeó al Gobierno español y tensó las costuras de la siempre turbulenta relación con Marruecos.
Una película que llega cuando el Sáhara Occidental ha vuelto a irrumpir en los titulares, empujado por el histórico cambio de posición del Ejecutivo de Pedro Sánchez y el cincuenta aniversario del abandono del entonces Sáhara Español, hoy ocupado ilegalmente por Marruecos.
La cinta, dirigida por la periodista cordobesa Lucía Muñoz Lucena y producida por la malagueña EntreFronteras, se estrenó el sábado en el Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) en Madrid con la sala llena y la protagonista del filme recibiendo un largo aplauso, entre cánticos de “Sánchez, el Sáhara no se vende”. “Este documental no es solo un retrato íntimo de una mujer extraordinaria enfrentada a una de las últimas colonias pendientes de descolonización del planeta, sino también un viaje a través de décadas de lucha, represión, esperanza y resiliencia”, explica Muñoz. “Una historia real, potente y urgente, que combina el rigor del periodismo de investigación con la tensión narrativa del thriller político”.
Haidar es aún la figura incómoda que denunció la ocupación marroquí en 2009, que sobrevivió a 32 días sin ingerir alimento en el aeropuerto de Lanzarote y que logró volver a El Aaiún sin aceptar la nacionalidad marroquí ni las exigencias de perdón que musitó el régimen marroquí. Un desafío que abrió una grieta en la política exterior española y que hoy regresa envuelto en nuevas sombras, las de un país que sigue arrastrando una deuda histórica no saldada. “En la ficha de registro del aeropuerto había un cuadro para poner la dirección en Marruecos. Yo siempre escribía la dirección de mi casa, en El Aaiún (Sáhara Occidental)”, rememora Aminetu del incidente que desató su deportación a Lanzarote.
La deuda pendiente
El documental se adentra en esa deuda histórica que nunca ha dejado de latir desde 1975, cuando España abandonó la entonces provincia número 53 dejando inconclusa la descolonización prometida. La película no solo reconstruye los días de la huelga. Señala, con nombres y apellidos, a quienes maniobraron para apagar el incendio político que encendió Haidar. Entre ellos, Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, y José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno. Ambos, junto al también expresidente Jose María Aznar, declinaron participar en el documental.
Otros sí prestan su testimonio. Baltasar Garzón -impulsor de la querella por crímenes de lesa humanidad-, Inés Miranda –abogada de Aminetu y aliada en los días más críticos–, Pilar del Río, Willy Toledo o Pepe Viyuela. También diplomáticos y responsables políticos que asistieron a la crisis desde dentro. Entre ellos, Agustín Santos Maraver, jefe de gabinete de Moratinos y hoy número dos de Sumar por Madrid, señalado en el pasado por haber ofrecido a Haidar casa en Marbella y nacionalidad española si abandonaba la huelga. La activista lo llamó soborno. En su intervención ante las cámaras, Santos rechaza que hubiera existido tal oferta, que quienes rodearon entonces a Aminetu recuerdan y confirman. En un lapsus, el hoy diputado de Sumar llega a presentar a la activista como “de origen marroquí”.
Planas, defensor de las tesis de Marruecos
También interviene el hoy ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, entonces embajador de España en Marruecos que sirve para erigirse en defensor del giro de Sánchez en el Sáhara. Planas, vinculado al PSOE andaluz, asegura que la autonomía marroquí proporciona “la base más realista” para resolver el conflicto del Sáhara, la última colonia de África y, de paso, censura el activismo de Aminetu. La cinta reproduce algún episodio digno del esperpento, como el intento de intervención en la crisis de la cantante Cristina del Valle -de Amistades Peligrosas- como mediadora entre Aminetu y Moratinos, a propuesta del ministro.
En la clausura de FiSahara, Haidar – galardonada con el Premio Right Livelihood,conocido como el Nobel Alternativo de la Paz- volvió a poner palabras a la herida. “No soy el centro de la historia. Lo es mi pueblo”, insistió. Denunció la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que prioriza la propuesta de autonomía marroquí sin descartar otras opciones. Y lanzó una advertencia inquietante: “Los jóvenes ya no creen en la resistencia pacífica”. La guerra entre el Frente Polisario y Marruecos volvió en 2020. “Me temo mucho que la violencia llame a la violencia”, desliza la activista al final del documental.
Aminetu se construye como una cuenta atrás. El reloj marca las horas de la huelga. El documental combina observación, archivo y elementos de suspense. El Palacio de Ferias y Congresos de Málaga se convirtió en aeropuerto. La antigua prisión provincial en eco de la “Cárcel Negra” marroquí, donde -como la propia Aminetu- cientos de saharauis pasaron años hacinados o murieron sin dejar rastro.
El documental presenta a una mujer frágil, marcada por la tortura, la desaparición y una resistencia numantina en las zonas ocupadas del Sáhara por Marruecos. Aminetu recuerda aquella determinación que llevó hasta la extenuación física y que puso contra las cuerdas a Madrid y Rabat, además de sumar el apoyo de un premio Nobel de Literatura y la familia Kennedy. Tres lustros después, Aminetu mantiene una convicción intacta: la libertad del pueblo saharaui no es metáfora ni consigna, sino un destino pendiente. “Sí, ha valido la pena. Mis hijos pueden vivir sin madre, pero nunca pueden vivir sin dignidad”, afirma el rostro del activismo saharaui.
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