Últimamente se ha hablado y escrito mucho sobre la caída del otrora banco más eficiente del mundo. A mí, como soy un sentimental, lo que me produce es pena, nostalgia por la desaparición de una entidad con casi 100 años de historia. También rabia e indignación por cómo se han ido desarrollando los acontecimientos en las últimas semanas. Y estupor por el desenlace, una especie de expropiación del banco. Tengo claro que cada palo tiene que aguantar su propia vela, sin embargo, aunque no soy un mal pensado, han pasado algunas cosas un poco raras.
Saracho, ¿cómo puede ser que una persona con una trayectoria tan destacada en banca de inversión cometa los errores tan burdos que ha cometido? Como experto en fusiones y adquisiciones que es, su primera afirmación fue que iba a buscar un comprador para el Popular. Sólo eso, voy a vender el banco. Me recordó a aquel presidente del Real Madrid, famoso por las andanzas de Nanín y compañía, que afirmó que no habría problema de dinero a la hora de los fichajes. Eso supuso que ficharan a Fernando Gago por 20 kilos en vez de los 12 que costaba.
Nada de voy a hacer un ejercicio de transparencia, poner luz y taquígrafos en el balance del banco, ver cuál es la magnitud del ladrillo en balance. Aislarlo, valorarlo a precio de mercado y venderlo. Nada de analizar los activos improductivos y su nivel de provisiones, para posteriormente buscar un comprador en mercado. Como si no hubiera suficientes fondos buitre revoloteando. En definitiva, nada de luchar. Vamos, nada de nada.
Y todo a cambio de 4 millones por sólo poner un pie en el banco. Para eso los accionistas del Popular hubieran preferido seguir con Ron, al menos por amor propio o interés intentaría hacer algo. Cierto es que tuvo mucho tiempo y no lo hizo, pero es que visto lo visto, otros vendrán que bueno me harán. Y qué necesidad puede tener un señor que se había embolsado casi 80 millones de JP Morgan de meterse en este berenjenal. Para acabar siendo partícipe del regalo por un euro precisamente al Santander. Cuya presidenta trabajó codo con codo con Saracho hace muchos años. Y con cuyo vicepresidente jugaba al golf el viernes previo a la intervención a las 11 de la mañana. Casualidades de la vida.
Por si fuera poco, nuestro Ministro de Economía, que sufre incontinencia verbal, ha dicho que Popular era un banco zombi. Cállese la boca, hombre, como decía nuestro Emérito. También ha afirmado que el sistema de resolución de los bancos hay que perfeccionarlo, especialmente en lo relativo a la distinción entre problemas de solvencia y liquidez. A buenas horas. Sin embargo, los reguladores no tienen ninguna responsabilidad. Ni tampoco los auditores o el gobierno. Sólo los gestores.
Se llega a la falta de liquidez por la falta de un mensaje de tranquilidad y fortaleza
Pero, los principales protagonistas de la fuga de depósitos que sufrió el Popular en las últimas semanas fueron la Seguridad Social y algunas Comunidades Autónomas. Tampoco se prohibieron las posiciones cortas en un banco en el que llegaron a pesar el 12% de su capital. La falta de liquidez estrangula una entidad, pero se llega a la falta de liquidez por una carencia de un mensaje de tranquilidad y fortaleza a los mercados.
Los accionistas antiguamente eran considerados aquellos seres avariciosos y codiciosos que se sentaban en una torre de cristal y oro. Hoy en día, especialmente en entidades tan vulnerables como los bancos, se encuentran indefensos ante los pseudocapitalistas que son los bajistas. Es mucho más fácil destrozar un banco que lanzarlo al estrellato en un entorno de bajos tipos de interés, morosidad, activos improductivos y requisitos de capital cada vez más estrictos.
No me gusta dejarme arrastrar por la demagogia, y considero que muchas veces es necesaria la utilización de caudales públicos para salvar entidades en dificultades. Ganan tiempo, es un mal menor. No obstante, me parece perfecta la aprobación de una Directiva europea de resolución para evitar el uso de ingentes cantidades de recursos públicos para rescatar a los bancos. Ha facilitado que contemos con unas reglas muy claras en la prelación a la hora de asumir pérdidas a lo largo de la estructura de pasivo de un banco. Por orden, acciones, preferentes y CoCos, Subordinada, Senior no preferente, Senior y depósitos superiores a cien mil euros.
Habiendo dicho esto, los últimos acontecimientos en Europa nos llevan a pensar, parafraseando a Orwell, “todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. ¿Por qué Monte dei Paschi puede recibir fondos públicos y Popular no? ¿Por qué ninguna autoridad intervino para tratar de frenar la crisis de confianza cuando Banco Popular se estaba desangrando? ¿Por qué las entidades financieras alemanas no tienen que pasar los test de estrés? ¿Por qué tantas críticas por querer seguir siendo independiente? ¿Por qué esa obsesión con el tamaño? ¿Por qué tantos requisitos de capital pro cíclicos cuando es la falta de liquidez la que mata a los bancos?
¿Por qué el asesor valora el Popular en -2.000 millones en su escenario base? ¿Por qué utiliza el asesor para sus cálculos la metodología de valor en liquidación, en lugar del aplicable a una empresa que continúa? ¿Por qué nos vamos a quedar con tan pocas entidades financieras en comparación con los países de nuestro entorno? ¿Por qué se vendió el Popular por un euro? ¿Por qué no se vendió por partes, especialmente teniendo en cuenta que la corona tenía joyas? ¿Por qué se eligió como timonel a un tiburón y no a un capitán?. Y ya de paso, y a posteriori, ¿cómo es posible que en la Comisión de Economía del Congreso no haya ningún diputado con conocimientos y experiencia financiera suficientes para dar réplica al Ministro Guindos en su comparecencia?
¿Por qué no se vendió Popular por partes, teniendo en cuenta que la corona tenía joyas?
Las respuestas, a elección del consumidor. Pero lo que sí que sabemos son algunos datos de la transacción. De la operación con la que el banco rojo evitará a los ciudadanos tener que asumir pérdidas. El tercer banco por cuota de préstamos y de depósitos en España compra el sexto. La entidad resultante tendrá el 19,5% y el 18% de los préstamos y depósitos de este país. El tercer banco por penetración en el segmento de pequeñas y medianas empresas compra al primero. Van a tener una cuota de mercado cercana al 25%. Y Santander será más ambicioso en las provisiones, llegando a niveles del 70% en algunos casos, lo que meterá más presión si cabe a sus competidores. Ampliará capital por 7.000 millones y ha manifestado que no se responsabiliza de todos los pleitos que puedan surgir.
Pasarán los años, nos daremos cuenta del extraordinario negocio que ha hecho el Santander, adquiriendo justo en el momento oportuno del ciclo una entidad con un fuerte arraigo, líder en el segmento de empresas en España, eliminando a uno de sus competidores y tensionando al resto.
Que quede clara una cosa, no tengo nada en contra del Santander, fue el único que tuvo el arrojo y la capacidad para ver la oportunidad, pero sí tengo una fuerte convicción: la competencia. Sólo tengo miedo a tres cosas: primera, a que el cielo se caiga sobre nuestras cabezas, como los galos. Segunda, a perder la fuerza y la ilusión por la vida. Y tercera, a los oligopolios. Ya saben, entre todos la mataron y ella sola se murió. Suerte.
Kike González es director de Renta Variable de Ahorro Corporación
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