En las últimas elecciones generales, En Comú Podem irrumpió como primera fuerza política en Catalunya con una diferencia de más de 220.000 votos respecto a la segunda fuerza, ERC. No era la primera vez, en las generales de diciembre del 2015, obtuvo un 24,7% -casi un millón de votos- una cifra que casi duplicaba al siguiente. Estos magníficos resultados se explicaban, según los líderes de Podemos, por el reconocimiento plurinacional de España y por su posicionamiento favorable a la consulta pactada, una opción que en Cataluña es apoyada por casi el 80% de la población, según los sondeos publicados.

Cuando se trata de elecciones autonómicas el voto de los comunes se desactiva. En las pasadas elecciones del 2015, obtuvieron un 8,9% de los votos siendo la cuarta fuerza parlamentaria. Una representación similar a la obtenida por ICV -miembro de la coalición- en el 2012. Analizados los resultados en autonómicas y generales se puede concluir que el partido de Colau tiene un alto componente de voto dual; es decir, su votante se activa o desactiva en función de la contienda y el eje de confrontación electoral. Este efecto desmentiría el relato de que su apoyo a la consulta es el que les ha llevado a las mayores cuotas electorales, porque su techo electoral es alcanzado cuando el eje de confrontación política se sitúa en el eje izquierda -derecha, no en el territorial.

El espacio político de los Comunes en Catalunya está integrado por varias fuerzas políticas que han decidido no competir entre sí y aliarse bajo una marca electoral que cambia de nombre en función de la convocatoria. Podem, Barcelona en Comú, Iniciativa Per Catalunya-Verds, Equo, Esquerra Unida i Alternativa son partidos integrantes de una coalición que ha vivido de manera convulsa estos dos años de procés. Albano Dante Fachin, ex líder de Podem, y Joan Coscubiela, dirigente de ICV, resultan dos caras de misma la coalición. Mientras que el segundo denunció en sede parlamentaria la tramitación de las leyes de referéndum y transitoriedad por saltarse el reglamento del Parlament, el Estatut d’Autonomía y La Constitución; Fachin defendió su tramitación situándose más cerca del bloque independentista que del posicionamiento de su partido. El consenso llegó con Doménech, el hombre de confianza de Pablo Iglesias y Ada Colau, quien finalmente ha sacrificado su carrera política en el Congreso, como candidato de los Comunes al Parlament de Catalunya, una vez forzada la salida de Fachin del partido morado.

A pesar de las desavenencias en el seno de la coalición, un mayoritario 61,3% de su electorado -según el último CIS- apuesta por un Estado en el que las comunidades autónomas tengan una mayor autonomía y tan solo un 26% abogaría porque el Estado reconociera a las autonomías la posibilidad de independizarse. En la misma encuesta, los comunes solo mantendrían una fidelidad de voto del 39%, mientras que un importante 18% asegura que votaría al PSC, junto con un 14% que mantendría la duda. Finalmente, cabe mencionar que los comunes podrían atraer un importante 13% de jóvenes que se incorpora al cuerpo electoral. En cuanto a los resultados, Domènech mantendría el 8,9% de los votantes, pero con el aumento de la participación estimada, podría sufrir un descenso de 11 a 9 escaños.

La estrategia de los comunes pasa por situarse en una posición equidistante entre el 155 y la DUI. Tanto Colau, como Iglesias, y por supuesto, Doménech intentan afianzar un espacio electoral en Catalunya que se distancia de la respuesta dicotómica a la independencia. Respetaron el 1 de octubre como una movilización política, al tiempo, que no le otorgaban validez consultiva. Rechazaron la violencia policial con tanta intensidad como una declaración unilateral de independencia. Rompieron su acuerdo en el Ayuntamiento de Barcelona con el PSC, al tiempo que no prestaron las dependencias municipales para la consulta. Han presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional contra el 155, pero se niegan a reconocer la república proclamada por el independentismo. Y en esta campaña electoral disponen sus mayores esfuerzos por recuperar los ejes ideológicos en los que no tienen discrepancias, ni matices: la izquierda que denuncia la corrupción. Su relato político está enmarcado por la lucha contra la desigualdad y los recortes de la derecha; la que sigue denunciando el 3% y la trama de los Pujol. Sobre el asunto que divide estas elecciones: independencia SÍ o NO, realizan un ejercicio de funambulismo político para seguir manteniendo la incógnita de qué votarían llegado el caso.

Catalunya en Comú Podem se sabe no ganador de estas elecciones catalanas, obviando en sus mensajes las victorias catalanas en las dos últimas generales. Sin embargo, son plenamente conscientes de su peso para decantar la balanza y deshacer el empate. En sus perfiles en redes sociales aparece el #tenimlaclau, tenemos la llave, es decir, una posición privilegiada para conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para, en sus palabras, realizar un gobierno de progreso. Quiénes lo integrarían es la gran incógnita de su relato político, porque a pesar de las recurrentes preguntas de los medios, no desvelan cuál es su plan para Catalunya, más allá de autoproclamarse clave de bóveda gubernamental. Así pues, los Comunes parece que continuarán caminando por el fino alambre de la equidistancia sobre las cuestiones clave: la independencia y los posibles pactos. Solo el futuro conoce si el equilibrista consigue atravesar el filo del procés sin caer en el abismo del precipicio dicotómico.