Testigos presenciales afirman que Rodrigo Lanza (33 años) golpeó por la espalda en la cabeza y luego la emprendió a patadas con Víctor Laínez (55 años), que falleció el pasado martes a consecuencia de las lesiones sufridas. La causa de la agresión: Laínez llevaba unos tirantes con los colores de la bandera de España. La juez de guardia de Zaragoza, Natividad Rapún, ha acordado el ingreso en prisión sin fianza de Lanza como presunto autor de la muerte de Laínez.

La justicia determinará en su día si Lanza es responsable de un posible delito de homicidio o de asesinato. Por tanto, no entraré en los pormenores de este lamentable suceso que pone de manifiesto el renacer de un clima de odio por razones ideológicas que no se conocía en España desde los años finales del franquismo.

Me interesa no sólo la personalidad de Lanza, sino su entorno y también como una determinada clase política ha contribuido a convertir en víctimas a los llamados colectivos antisistema y héroes a sus cabecillas.

Como ya ha explicado Antonio Salvador, Lanza fue condenado en segunda instancia por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo el 12 de junio de 2009 a cinco años de prisión como responsable de un delito de lesiones al agente de la Guardia Urbana de Barcelona con placa número 22.424 que le dejaron en estado vegetativo durante el desalojo de un local en la madrugada del 4 de febrero de 2006.

Una de las condenadas por los mismos hechos, Patricia Heras, se suicidó durante un permiso carcelario en 2011. El hecho provocó la protesta del movimiento okupa de Barcelona.

En 2015 el Canal 33 (que tiene entre sus programas La Tuerka) emitió un documental titulado Ciutat Morta, en homenaje a Heras, y en el que se acusa a la Policía Municipal de torturas y se cuestiona la sentencia del Supremo. El actual teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Asens, participó en el documental y argumentó que la decisión judicial se había basado exclusivamente en "testimonios policiales".

El documental tuvo relativo éxito y recibió el premio al mejor largometraje del Festival Alcances de Cádiz y también el premio Ciutat de Barcelona. La propia alcaldesa, Ada Colau,  hizo bandera del asunto en su campaña electoral a las elecciones municipales de 2015, prometiendo "justicia para Patricia Heras".

El presunto asesino del hombre de los tirantes con la bandera española fue convertido en icono de los movimientos ansistema. El documental Ciutat Morta es un duro y manipulado alegato contra la justicia y la policía

Como una mancha de aceite el caso se extendió no sólo entre los colectivos okupas y antisistema, sino entre los partidos políticos de izquierdas e independentistas. Hasta tal punto, que el Tribunal Superior de Justicia de Barcelona tuvo que hacer un comunicado -algo poco habitual- para explicar que el proceso se había celebrado "con todas las garantías".

Uno de los protagonistas del documental es, por supuesto, el propio Lanza quien, en un momento se pregunta: "¿Dónde está la moral de esta sociedad?" Para después concluir: "Sí, busco venganza".

Entre los argumentos utilizados para echar abajo la versión de los hechos de la Guardia Urbana, que identifica sin dudas a Lanza como el autor de la pedrada que dejó inconsciente al agente 22.424, los acusados echaron mano de unas declaraciones del entonces alcalde de Barcelona, Xavier Trias, para quien el herido fue golpeado por una maceta que cayó desde el inmueble que se pretendía desalojar.

Trias -que ha sido apartado del primer plano por su partido hasta que se aclare el asunto de las cuentas en paraísos fiscales- tenía cierta debilidad por los antisistema. En mayo de 2015 la Fiscalía de Barcelona abrió diligencias contra él por un presunto delito de malversación de fondos. Como se recordará, el Ayuntamiento de Barcelona pagó 65.500 euros de alquiler al propietario de una sucursal de Catalunya Caixa que había sido ocupada en 2011, convirtiéndola en el 'Banc Expropiat'. Cuando se conocieron los hechos, Trías se disculpó: "Lo hice para evitar la agresividad que se hubiera producido en el desalojo".

Lo que ocurre ahora en Cataluña no es casual. La burguesía catalana (Convergència) pagó la factura de los okupas al igual que Junts Pel Sí se echó en manos de la CUP. Durante años, Barcelona ha sido el paraíso de los antisistema y Lanza ha sido uno de sus iconos.

La agresión de Zaragoza tampoco tiene nada de casual. Lanza se creía con derecho a "venganza" y cualquier cosa que representara al sistema (como la bandera española) le daba ocasión a resarcirse por las injusticias sociales sufridas.

Lanza no llegó a cumplir los cinco años de prisión por el delito de lesiones que dejó en estado vegetativo a un hombre de 39 años con cuatro hijos pequeños. Y fue convertido en héroe no sólo por sus correligionarios sino por una parte importante de la alta burguesía catalana. También yo me pregunto: ¿Dónde está la moral de esta sociedad?