Tomando el café de cada mañana mientras leo los periódicos me adentro en el agujero bastante negro del Brexit. Una frase viene una y otra vez a mi cabeza: “Por favor, paren el Brexit”.

Este café del Brexit ni solo, ni descafeinado, ni con leche, ni con una nube. Nubes, las que se ciernen sobre el Reino Unido y las que intenta esquivar sin éxito la primera ministra, Theresa May.

Ni con acuerdo, ni sin acuerdo; ni blando ni duro. La mayoría, sobre todo los jóvenes, no quiere ningún tipo de Brexit

La mejor salida, que no haya salida; entrar, quedarse. La realidad es que la gran mayoría de los ciudadanos, sobre todo de los jóvenes británicos y europeos, ellos son el futuro, no quiere Brexit. Ni con acuerdo, ni sin acuerdo; ni blando, ni duro. La mayoría no quiere ningún tipo de Brexit.

Sigo leyendo en la prensa todo lo que está pasando en la política nacional y europea o, lo que es lo mismo, en la política. Pienso en la democracia representativa y me voy al Reino Unido.

El Parlamento británico está metido en un laberinto en el que casi no ve. Está evaluando las opciones Brexit con acuerdo y Brexit, duro, sin acuerdo, el abismo. ¿Y los ciudadanos?, ¿Y los representados?.

Theresa May canceló en diciembre el voto en el Parlamento de Westminster porque era muy arriesgado que no saliese adelante la opción del Brexit con acuerdo. Hoy parece que ese voto se fija para el próximo día 15, fecha en la que posiblemente no tendrá más garantías que en la anterior.

Mientras, en su propio grupo, los conservadores, en el de los laboristas y en todo el abanico político se buscan estrategias. Mientras, May intenta conseguir alguna concesión en Bruselas. La posición de la Unión Europea no ha cambiado en estas semanas, el acuerdo es el acuerdo, no se toca, tan solo sería posible algún matiz, alguna aclaración. Y mientras, el vértigo de todos.

El tema candente, el backstop, el contexto de Irlanda del Norte y de la República de Irlanda, ha sido desde el comienzo de la negociación para el Brexit prioritario en todas sus facetas. La UE ha situado a los ciudadanos en el centro de todas las negociaciones.

Hoy, entre todos los asuntos controvertidos, están buscando algunos diputados británicos “recovecos” como el de sacar al escenario el Proyecto de Ley de Finanzas para conseguir sus objetivos. Más ingredientes en el laberinto.

No voy a entrar en los puntos que estamos leyendo en cada noticia y su actualización. Quiero entrar en la reflexión de lo que pienso a bote pronto al leer la palabra Brexit y seguir el ritmo de los acontecimientos.

En todas estas conversaciones de oído a oído, de llamada en llamada, de trueque a trueque, ¿Dónde están los ciudadanos?. Lo escribí: el Parlamento británico tiene que elevarse más que nunca. Y, para elevarse, primero tiene que tocar la tierra firme, andar las calles de Londres en las que miles de ciudadanos están pidiendo quedarse.

La verdadera salida que buscan los políticos sería revertir el proceso, dentro de las opciones, entrar de nuevo

Si un segundo referéndum ahora sería el verdadero, después de conocer qué significa Brexit, la verdadera salida que buscan unos y otros políticos sería revertir el proceso, dentro de las opciones posibles, entrar de nuevo.

Digo entrar de nuevo porque se han empezado a ir, están en la puerta de salida. Deciden entre cerrar suavemente y ya no ser europeos o cerrar de un portazo. Esta opción, la del portazo, sería la que dejaría al Reino Unido viajando y vagando en ese agujero negro sin rumbo conocido ni referencias.

El Brexit es en sí mismo una trampa, una trampa mayor de lo que el Reino Unido y la Unión Europea intuyeron en un principio después de asimilar que en referéndum, sin información real, los británicos habían votado irse de la UE.

No hubo solidaridad intergeneracional o quizá es más justo decir que no conocían muchos mayores lo que significa para la juventud pertenecer al futuro de la UE y también hacerlo.

Algunos pensarán que cuánto tiempo hemos perdido en la negociación del Brexit y en la elaboración del acuerdo de salida con la UE. Ese tiempo no está perdido, está ganado. Porque todos, el Reino Unido y la UE; los ciudadanos británicos, los ciudadanos europeos de todos los Estados miembros; los políticos de los gobiernos de la UE; el Parlamento Europeo y los Parlamentos; los estudiantes europeos, los expertos, todos los ciudadanos, estamos aprendiendo.

Es difícil que el Reino Unido no salga, pero hay todavía algunas posibilidades, que son la verdadera oportunidad

Sabemos que es difícil por el bucle en el que se encuentra el Brexit que el Reino Unido no salga de la Unión Europea pero, si todavía hay algunas posibilidades, que son la verdadera oportunidad, tenemos que seguir luchando por ellas.

Creo que la enseñanza todavía puede tener una salida acorde a la democracia representativa, que dé más calidad, honor y valor a la democracia supranacional europea, escuchando a los ciudadanos británicos y europeos.


Susana del Río es doctora en Ciencias Políticas, profesora del Máster Unión Europea del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.