Para el constitucionalismo español la cosa empezó a torcerse cuando Sánchez presentó su exitosa moción de censura y ésta contó con el apoyo cruzado de Podemos, sus confluencias preñadas de nacionalismo y el de los separatistas-supremacistas del País Vasco y de Cataluña. Que a los nacionalistas de toda laya les interesa la debilidad política e ideológica del Gobierno de España debería figurar como axioma en el catecismo político de cualquier español, pero en el caso del PSOE-S (S de Sánchez, que ejerce como propietario de facto de esa organización) ese axioma se ha convertido en una conjetura (conjetura=afirmación
matemática que no se puede demostrar ni rebatir, por ejemplo, la conjetura de Goldbach). Conjetura que en este caso lleva el nombre de diálogo, por cuyas venas corre la sangre del actual PSC, el de Miguel Iceta (siempre en la cuerda floja, siempre en el lugar oscuro del equilibrista y siempre perdiendo apoyos electorales).

Los separatistas convocaron unas elecciones y dijeron que eran plebiscitarias; como no llegaron ni de lejos al 50% de los votos emitidos se olvidaron de lo dicho. Y volvieron a perder en votos directos las elecciones autonómicas de 2018, pero como el sistema electoral da en Cataluña más representación a los burgos podridos, consiguieron formar gobierno, pero no han intentado ni querido ni podido gobernar y pusieron la política en lacalle.

Iceta siempre en la cuerda floja, siempre en el lugar oscuro del equilibrista y siempre perdiendo apoyos electorales

Pero en la calle no se dialoga, allí sólo se grita, se insulta y se apedrea. Y ahí siguen, algunos en la cárcel, otros huidos y todos subidos en el burro del referéndum de
autodeterminación, que ellos motejan de “derecho a decidir”.

Pues bien, no creo ser rara avis si confieso que, en esta hora, mi mayor preocupación política y cívica es la rebelión separatista y creo que a una buena parte de los españoles les ocurre lo mismo. Y a todos nos gustaría conocer durante la campaña electoral qué piensa hacer cada uno de los aspirantes a Presidente del Gobierno con los golpistas si son condenados, como esperamos. ¿Los piensan indultar, sí o no? Me malicio que hay uno que no estará dispuesto a contestar a tan elemental pregunta y me temo también que en este y otros asuntos capitales se les va a ir vivo a los otros aspirantes. Y lo pienso porque este ambiguo caballero les está ganando por la mano desde el pistoletazo de salida. De hecho, en el programa electoral del PSOE-S no hay referencia alguna al asunto catalán ni a su posible solución.

¿Cuál es el debate político en esta hora? Pues gira en torno a la conveniencia o no de una colección de decretos-ley que el Gobierno piensa lanzar a la calle en cada uno de los “viernes sociales” que quedan hasta el 28 de abril. Unos decretos-ley que nadie echaría a la papelera si hubiera dinero para pagar esas regalías. Y, sobre todo, la discusión electoral se ha convertido en una confrontación izquierda/derecha, lo cual beneficia claramente a Sánchez.

Mas, quien en campaña electoral ponga pegas financieras a tan razonables propuestas "progresistas” tiene perdida la partida y será tachado de retrógrado. Ya se sabe, la “derechona trifálica”, según la definición tan ocurrente como feminista de la ministra de Justicia que aquí dejaré en “trifásica”, un término algo menos erecto y agresivo.

El trío de “trifásicos” ha sido incapaz de presentar una candidatura única y siguen poniendo por delante sus particulares intereses

En otras palabras, que si el debate se va a centrar en las diferencias entre izquierda y derecha el PSOE-S ganará las elecciones, es decir, será el más votado, y los “trifásicos” verán renacer un nuevo “Gobierno Frankenstein” mientras se lamen las heridas. Y eso, creo, es lo que va a pasar si los “trifásicos” siguen mirándose unos a otros de reojo, intentando robarse un puñado de votos sin ser capaces de ponerse de acuerdo en defender de consuno la Constitución, la que desean destruir quienes apoyaron al PSOE-S en la moción de censura y que lo van a volver a sostener si los “trifásicos” no sacan –sumados los tres- más de 175 diputados y la mayoría de senadores.

Y esa es otra, porque el Senado se elige mediante un sistema mayoritario, es decir, que el partido más votado, tenga o no tenga mayoría absoluta en el Congreso, tiene grandes posibilidades de tenerla en el Senado. En tales condiciones, se piense aplicar o no el artículo 155, no se podrá ni exhibir como elemento disuasorio el tan citado artículo si los “trifásicos” se quedan allí en minoría. Pues el trío ha sido incapaz de presentar una candidatura única y siguen poniendo por delante sus particulares intereses, mientras los separatistas catalanes siguen riéndose del resto de los catalanes y de la mayoría de los españoles, que están –eso pienso- hasta el gorro de la burla con que nos trata esa pandilla de tarados.