“Los españoles somos gente que enterramos bien”, dijo una vez Rubalcaba sobre los elogios. Y mientras todos le elogiaban, a él abrían la Puerta de los Leones, un portón como de latón egipcio que parece que sólo se abre para los solsticios y los muertos. Se nos mueren los políticos como últimos mosqueteros o piratas, hay una sensación de que la nueva generación viene del cómic, mientras estos viejos lobos de mar de la Transición, con mil gobiernos, carteras y envenenadores, vienen de antes de las bodas de Cadmo y Harmonía, cuando los dioses caminaban entre los hombres. Es cierto que algunos de sus envenenadores estaban en el Salón de Pasos Perdidos, pero de todas formas había que hacerle el entierro de faraón porque ya apenas quedan faraones, más que nada.

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