Anda que querer acabar el verano debatiendo con Carmen Calvo, que es como la dueña de la sombrilla… Sí, igual que es la dueña del feminismo o de toda la pelusa de cachorro del mundo, de ese socialismo de suavizante. No iba a hablar el presidente, aunque sí su gato con botas; no se iba a hablar de investiduras, sino del Open Arms, o esa persecución de hidropedales que el Gobierno, con un solo ojo abierto en agosto, montó con el Open Arms. Pero al menos el Congreso volvía a tener vida y se abría como el piano con telarañas de los señoritos de vacaciones.

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