Millones de catalanes tenemos miedo y nos sentimos desamparados. No tememos al gobierno español, a los jueces del Supremo, al PP, Ciudadanos o a Vox, sino a nuestro Govern de la Generalitat y a las hordas violentas que alientan desde el poder político y que han ocupado las calles. Somos mayoría los que nos sentimos atemorizados por la situación, pero no aparecemos en los informativos de televisión, ni ocupamos las portadas de la prensa. Muchos están encerrados en casa y no protestan porque serían marcados de por vida por el poder corrupto establecido, solo esperan que el gobierno central les ayude.

Algunos hemos votado a partidos constitucionalistas, otros incluso a los independentistas, pero en este momento estamos unidos en decir basta al Govern de Quim Torra y sus Consellers que alientan la violencia y la destrucción de nuestra tierra. Nadie en democracia había hecho tanto daño a Catalunya como ellos.

Muchos catalanes están encerrados en casa y no protestan porque serían marcados de por vida por el poder corrupto establecido

Los CDR se sorprenden cuando tras cortar, quemar, lanzar piedras, petardos e insultar a los Mossos, “su policía” carga contra ellos y no les deja hacer lo que quieran. Esperaban otro 1 de octubre y que miraran a otro lado. Se rebelan cuando les desalojan con sus porras creyéndose con el derecho de cortar una autopista, sabotear una vía de tren o colapsar un aeropuerto, porqué si el president de la Generalitat les apoya y alienta, les da ánimos para seguir ocupando la calle con violencia. Los consellers hablan del derecho a manifestarse de los violentos, nunca de los derechos que impiden ejercer al resto de catalanes y mientras tanto el gobierno central una vez más está pensando en los beneficios electorales más que en la seguridad de la mayoría.

Los Mossos ya han dicho basta, no volverán a ser víctimas de otra manipulación política. Están al lado de la Policía Nacional y la Guardia Civil y deseando la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional.

Lo que estamos viviendo no es un tsunami y mucho menos democrático, son muchos menos que la mayoría de catalanes a los que amedrentan, pero se sienten apoyados por el poder político que gobierna. Si les detienen saben que les dejarán en libertad de inmediato, si les golpean o resultan heridos, todas las televisiones afines al procés les apoyarán como nuevas víctimas de la barbarie policial. Algunas de esas televisiones de ámbito nacional, pero con intereses en el procés.

Millones de catalanes atemorizados siguen esperando que sus derechos se respeten, que sus quejas aparezcan en televisión

Día tras día, continúan los ataques de los CDR contra la mayoría de la población catalana y resolverlo es un problema de los operativos policiales y de que se den las órdenes adecuadas por parte de sus mandos políticos. Expertos en seguridad tienen claro lo que debería hacerse para acabar con esta violencia, utilizarse camiones con cañones de agua mucho más efectivos para dispersar multitudes, aumentar el número de detenidos y que algunos de ellos, los más violentos, se entreguen a la Audiencia Nacional bajo el posible delito de terrorismo, incluso dictar para alguna prisión preventiva. Estas acciones que rebajarían la presión de los CDR en la calle, nunca se van a poner en marcha porque deberían ser ordenadas por la Consellería de interior. Por lo tanto,se aplicará la ley de Seguridad Nacional mucho más rápida que el 155.

Mientras tanto los millones de catalanes atemorizados siguen esperando que sus derechos se respeten, que sus quejas aparezcan en televisión, que los líderes de opinión catalanes dejen de decir “la sentencia no resuelve el problema, sino el diálogo” mientras con ellos nadie dialoga, solo se hace con los violentos. 

Me entristecía escribirme esta semana con un buen amigo catalán víctima del terrorismo y simpatizante independentista que me decía, ojalá hubieran puesto urnas en el país vasco para evitar las muertes provocadas por ETA. Al leer su wasap sentí en sus palabras la amenaza, mejor aceptar el chantaje de las urnas para no llegar al de los asesinatos. Lo peor es que ni él se da cuenta que es víctima de este conflicto.