Las elecciones del 10-N han configurado el mapa político más fragmentado de la historia de la democracia española. Los partidos independentistas, nacionalistas y regionalistas han crecido. El populismo de derechas de Vox se ha constituido como tercera fuerza política nacional, mientras que el partido que representaba el centrismo liberal, Ciudadanos, se ha hundido pasando de 57 a 10 escaños.

Pedro Sánchez, revisando todo lo que había dicho durante la campaña electoral, ha alcanzado un principio de acuerdo con Unidas Podemos que implicará, de momento, el nombramiento de Pablo Iglesias como vicepresidente, cargo que compartirá con Carmen Calvo y Nadia Calviño.

Sin embargo, todavía no hay una mayoría parlamentaria conformada para garantizar la investidura, que, en todo caso, dependerá de ERC y probablemente de Bildu.

Es evidente que el giro dado por el presidente del gobierno (incumpliendo promesas esenciales de su campaña) va a tener un efecto en la economía, al aumentar el gasto público y los impuestos, y también en la crispación política en virtud de la conformación de bloques (izquierda/derecha), que se agudizará si se plantea una negociación en pie de igualdad con el independentismo en Cataluña.

En pocos momentos la pugna política se ha distanciado tanto del interés general como ahora. Mientras se debate sobre la exhumación de Franco, que llena horas de televisión y radio, y llena páginas y páginas de periódicos, se hurtan debates de fondo que tienen que ver con el futuro inmediato de los ciudadanos.

En este escenario no es extraño que triunfen los localismos y el populismo. Se está contruyendo una sociedad cada vez más egoísta y con menor capacidad para adaptarse a los cambios.

He aquí el contexto en el que celebramos el II Congreso de Inteligencia Artificial con sede en Alicante y al que asistirán destacados expertos de nivel internacional en la materia, como Joaquín Quiñonero, Emmanuel Letouze, Nuria Oliver o Isabel Fernández.

Lo quieran ver o no nuestros dirigentes políticos, estamos viviendo ya la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada precisamente por la implantación de la inteligencia artificial en todos los sectores de la economía.

Según un informe de PwC (Sizing the prize: What's the real value of all of your business and how can you capitalise?) entre 2017 y 2023 el impacto de la inteligencia artificial en la economía supondrá el 55% del crecimiento del PIB global. Jorge Díaz-Cardiel, director general de Advice Strategic Consultants, estima que una buena estrategia de adaptación de España a la inteligencia artificial podría duplicar la tasa de crecimiento del PIB y generaría más de un millón de nuevos empleos.

Cuando los organismo internacionales (como la Comisión Europea) advierten a España de que la desaceleración será más brusca de lo esperado -anunciando recortes en el crecimiento del PIB para España de 0,4 puntos de PIB- lo lógico sería que el gobierno y los partidos políticos estuvieran devanándose los sesos para evitar una nueva crisis, que evite o amortigüe las secuelas de paro y desigualdad que nos dejó la recesión de 2009-2011.

Los gobierno y los partidos miran todavía a la inteligencia artificial con desconfianza. Pero su implantación es la garantía de futuro para nuestra economía. Por ello es necesario un pacto de Estado: la inteligencia artificial no es de derechas ni de izquierdas

Pero esta no parece ser una preocupación prioritaria de nuestros dirigentes. Y si lo es, lo disimulan muy bien.

Por ejemplo, en el Programa Electoral del PSOE la inteligencia artificial ocupa sólo tres párrafos (en un documento de más de 250 páginas). La aproximación a este fenómeno se produce de forma cautelosa, como si se tratara de un perro rabioso cuyo mordisco hay que evitar a toda costa. Se dice, por ejemplo, que se impulsará "una política sistemática de promoción en la formación en inteligencia artificial, velando por eliminar el sesgo de género y otras discriminaciones que puedan producirse en su desarrollo... También abordaremos los problemas legales y éticos que implica el desarrollo de la inteligencia artificial" (página 228 del Programa Electoral del PSOE).

Unidas Podemos, su socio de gobierno -por ahora- es aún más parco (en su Programa Electoral se le dedica sólo un párrafo) y ahonda en esa aproximación cautelosa. Se refiere el documento a una mayor presencia de la inteligencia artificial en el sector público, "para una orientación democrática de la investigación y la participación directa en estas tecnologías, que se corresponde con el objetivo de que la nueva relevancia de la inteligencia artificial redunde en beneficio de todas las personas y no suponga un deterioro para nuestros derechos civiles o nuestros empleos".

Del poco interés que despierta la inteligencia artificial -que algunos equiparan gráficamente a la electricidad del siglo XXI- da muestra el documento de diez puntos que firmaron Sánchez e Iglesias el pasado 12 de noviembre, como base de su pacto de gobierno. La inteligencia artificial ni se menciona, mientras que sí se hacen referencia a otros temas como el trato digno a los animales o el control de las casas de apuestas. Tan sólo hay, en el punto cuarto del preacuerdo, una alusión de pasada al "impulso digital". Eso es todo.

Muy pocos de nuestros políticos (de izquierdas, de derechas y de centro) son conscientes de lo que nos jugamos en esta apuesta, de las ventajas que puede tener España si aprovecha la oportunidad o de los efectos negativos que tendrá para el conjunto de la economía que no se utilicen los datos y los robots en todos los procesos productivos.

En una sesión sobre ciberseguridad, organizada por El Independiente, el todavía director del CNI, Félix Sanz Roldán dijo que la verdadera soberanía nacional en el siglo XXI está en que los Estados sepan proteger sus datos, no sus fronteras.

Pues bien, el futuro de nuestras economías dependerá en gran medida de la capacidad que tengan los países (tanto su sector público como sus empresas) de incorporar la inteligencia artificial a sus procesos productivos.

En El Independiente lo hemos entendido así y próximamente nuestros lectores tendrán a su disposición un chatbot -desarrollado por la empresa alicantina One Million Bot- como asistente virtual para facilitar la suscripción a nuestros contenidos premium y también para consultar toda la información de nuestro periódico, propiciando un diálogo directo con nuestros lectores.

Para que la inteligencia artificial no sólo sea un apunte en un programa o la prédica en el desierto de algunos iluminados, sería necesario un gran pacto de Estado entre todos los partidos para llevar adelante un ambicioso programa de inversiones públicas y de ayudas al sector privado, necesariamente incardinado en la Unión Europea, para adaptar sus procesos a la nueva realidad.

La inteligencia artificial no es de derechas ni de izquierdas, sencillamente es una herramienta útil para mejorar la vida de los ciudadanos. No entender eso es estar fuera de la realidad.