Ojo, porque lo relevante, y también lo inadmisible, del pacto que acaban de presentar el PSOE y Esquerra Republicana de Cataluña, está envuelto en expresiones eufemísticas para intentar que, cabalgando sobre un lenguaje ligeramente evanescente, el personal lo lea y concluya que no es para tanto. Pero sí es para tanto, vaya si lo es.

Para empezar, la victoria de los independentistas sobre los socialistas se comprueba en el mismísimo punto 1 en el que se otorga al desafío secesionista un carácter meramente político y se expresa la voluntad escandalosa de "superar la judicialización" del conflicto. Esto es muy grave porque la esencia de lo que perpetraron los secesionistas en el otoño de 2017 fue exactamente violar las leyes, asaltar la Constitución, a cuyo cumplimiento estaban, como todos los españoles, obligados, y desobedecer reiteradamente y con mofas añadidas las advertencias y resoluciones del Tribunal Constitucional. Por eso, y no por otra cosa, están en la cárcel unos cuantos de ellos y los otros están huidos de la acción de la Justicia.

No se puede decir desde el Partido Socialista que se dispone a gobernar España que se va a "superar la judicialización" del desafío porque éste es un problema que requerirá una y otra vez la intervención de la Justicia en la medida en que los secesionistas, con Oriol Junqueras a la cabeza, han reiterado una y otra vez que "ho tornarem a fer". Porque si vuelven a repetir lo que les ha llevado a la cárcel, volverán a ser juzgados, condenados por los tribunales y encarcelados porque éste es sobre todo un problema de vulneración de la legalidad. Decir otra cosa es mentir o, como es el caso que nos ocupa, capitular.

Por lo tanto, eso de "superar la judicialización" constituye una cesión muy grave que implica que al PSOE le está sobrando la sentencia del Tribunal Supremo y se lo reconoce en esos términos al secesionismo. Y eso no es tolerable.

Pero es que en el punto 2 se dice que se va a crear una Mesa de negociación entre Gobiernos que actuará sin más límites que el respeto "a los principios que rigen el ordenamiento jurídico democrático". ¿Qué ordenamiento, el que rige en España? Porque eso se llama Constitución y el resto de las leyes que emanan de ella. Pero la Constitución no se menciona en este texto, lo mismo que no se mencionó tras el famoso encuentro Pedralbes, de modo que podemos prepararnos para que el asalto a nuestra Carta Magna esté incluido dentro de las conversaciones "sin límites" a las que se apresta la delegación del PSOE. Otra inaceptable capitulación.

Podemos prepararnos para que el asalto a nuestra Carta Magna esté incluído dentro de las conversaciones "sin límites" a las que se apresta la delegación del PSOE

Y otra cosa: Hay que saber bajo qué amparo legal se disponen a crear una "Mesa de negociación entre Gobiernos". Porque puede que sea una fórmula pirata al margen de cualquier control institucional. Una mesa para-legal porque es evidente, lo dice el propio comunicado, que no se inscribe en ninguna de las comisiones bilaterales, ni en la contenida en el estatuto catalán, ni en la Mesa de Partidos que hay en el Parlamennto de Cataluña. Está fuera del control de cualquier institución democrática. Va por libre.

Una Comisión en la que se podrá hablar de todo. Sí, si ya sabemos que hablar no hace daño. Lo que puede hacer daño es lo que se llegue a admitir como tema de discusión y sobre todo lo que se llegue a acordar. Pero aquí se alza ante los negociadores un pequeño problema y es que el presidente del gobierno catalán Joaquim Torra, acaba de decir que no cuenten con él no sólo para sentarse en esa mesa sino para asumir lo que se acuerde en ella. De modo que crudo lo va a tener Pere Aragonés si, con la que tienen montada en Cataluña a propósito de quién ocupará el sillón del presidente si éste es inhabilitado, suplanta al propio Torra en esta Mesa bilateral.

Y este es otro aspecto inadmisible: el Gobierno de España no se puede sentar a una Mesa en la que se establezca una relación de igual a igual con un gobierno autonómico, que es lo que es la Generalitat de Cataluña. Porque si lo hace estará dándole rango de gobierno de otro país, que es exactamente el que los secesionistas llevan buscando en el terreno de lo simbólico, que es su terreno preferido. Si el Gobierno de Pedro Sánchez se somete a las pretensiones de los independentistas, las aspiraciones de éstos de cara al exterior quedarán colmadas y España sufrirá una derrota política, moral y de imagen internacional de la que no podrá recuperarse. También esto es intolerable.

Lo lamentable es que esos 13 votos han sido comprados por el PSOE para aceptar abordar el desafío secesionista catalán de la peor y más humillante manera posible

Pero el remate de este disparate viene al final, cuando se dice que "Las medidas en que se materialicen los acuerdos serán sometidas en su caso a validación democrática a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político". ¿De acuerdo con qué mecanismo exactamente? ¿Estamos ante una consulta de opinión, ante un sondeo o ante una pretensión de referéndum encubierto? ¿Y qué significa eso de los mecanismos que puedan preverse dentro del marco del sistema jurídico-político? ¿Es que van a aprobar una ley que intente privar al resto de los españoles del ejercicio de su soberanía?

Lo bueno es que nunca jamás podrán hacer semejante cosa, así que por ahí no hay riesgo porque la Constitución nos protege a todos. Pero es imprescindible que se aclare qué clase se consulta es ésa y sobre qué acuerdos, si es que se logran, pretende llevarse a cabo. Porque ninguna consulta sobre el futuro de Cataluña, sea cuál sea su contenido -a menos que se trate de una reforma estatutaria, pero me temo que no van por ahí los tiros-, se le puede hurtar al resto del país.

En definitiva, un precio altísimo por 13 votos. Lo lamentable es que esos 13 votos han sido comprados por el PSOE para aceptar abordar el desafío secesionista catalán de la peor y más humillante manera posible. Después de haber perdido plenamente su apuesta por la independencia, Pedro Sánchez les da la oportunidad de intentar imponerla de nuevo a cambio de una mísera abstención para garantizarse él la investidura. Una vergüenza.

Ojo, porque lo relevante, y también lo inadmisible, del pacto que acaban de presentar el PSOE y Esquerra Republicana de Cataluña, está envuelto en expresiones eufemísticas para intentar que, cabalgando sobre un lenguaje ligeramente evanescente, el personal lo lea y concluya que no es para tanto. Pero sí es para tanto, vaya si lo es.

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