La Ley de libertad sexual ha puesto de relieve que la convivencia entre el PSOE y Podemos en el Gobierno está siendo menos pacífica de lo que sus líderes propagan a diario.

La disputa abierta entre los dos sectores del Gobierno tiene diversos componentes. Uno, personal, que viene determinado por el hecho de que la vicepresidenta primera Carmen Calvo perdió, en aras de la coalición, la cartera de Igualdad, que pasó a manos de Irene Montero. Calvo se destacó en el primer equipo de Pedro Sánchez como la ministra jefa del feminismo. Ahora ese papel lo ha asumido la número dos de Podemos.

Otro elemento es el político, tal vez el más importante. La ley de libertad sexual, también llamada ley del "sólo sí es sí" o Ley Montero, es para este gobierno una seña de identidad, como lo fue en su día la ley de los matrimonios gay para Rodríguez Zapatero. La cuestión es: ¿Quién se apropia de esa bandera que es la piedra angular reivindicativa de los movimientos feministas? Aunque en la rueda de prensa del Consejo de Ministros Montero trató de rebajar la tensión y dijo que la ley "es de todo el Gobierno", desde Podemos se han encargado esta semana en reseñar que el anteproyecto ha salido adelante gracias al empuje de la titular de Igualdad y que las críticas aparecidas en los medios se deben "a los celos" de los grupos feministas ligados al PSOE.

La ley de libertad sexual aflora una dura pugna entre el PSOE y Podemos en el seno del Gobierno. Iglesias ha acusado de "machista", sin nombrarle, al ministro de Justicia, que ha puesto pegas técnicas al proyecto

Podemos quiere lucir esa conquista no sólo en la manifestación del 8-M, sino en el Congreso de Podemos que se celebrará este mes en la Cubierta de Leganés, y que habrá de ratificar, entre otras cosas, la voladura de dos de las señas de identidad del partido: la limitación de salarios y de permanencia en los cargos. Medidas estas hechas a la medida de Iglesias y Montero.

El partido que lidera el vicepresidente segundo no sólo quiere capitalizar el éxito de la puesta en marcha de este anteproyecto de ley a corto plazo, sino que quiere convertirlo en una baza política para lucir cuando llegue el momento de volver a confrontar en las urnas con el PSOE a nivel nacional. Podemos sabe que los triunfos del Gobierno se los tratará de apuntar Pedro Sánchez, mientras que Podemos tendrá que ir construyendo su propio discurso, diferenciado, para no convertirse en un partido irrelevante si la izquierda considera que no hay grandes diferencias entre los podemitas y el PSOE.

El tercer elemento tiene que ver con la manera en la que Podemos entiende la acción del Gobierno. Según las fuentes consultadas, el proyecto presentado por la ministra de Igualdad era una auténtica chapuza desde el punto de vista técnico. Sus deficiencias ya han sido relatadas en este periódico por Cristina de la Hoz.

El Gobierno de España no es una asamblea de facultad donde las consignas son suficientes para sacar adelante las propuestas a mano alzada. Hay que dar gracias a que, al menos, tres ministros (Juan Carlos Campo, Grande Marlaska y Margarita Robles) pusieran pie en pared para modificar lo que era un auténtico bodrio. Tarea a la que se sumó con indisimulado entusiasmo la vicepresidenta Calvo.

El remate de esta pelea poco ejemplarizante lo puso el pasado martes el propio Iglesias, quien, a preguntas de los periodistas sobre las discrepancias de Igualdad con el ministro de Justicia, se despachó: "En las excusas técnicas hay mucho machista frustrado".

El vicepresidente no sólo estaba saliendo en defensa de una forma de entender la ley de igualdad, avalada -¡oh, casualidad!- por su compañera, sino que utilizaba el término "machista" -algo así como llamar a alguien "contrarrevolucionario" en tiempos de Stalin en la URSS- como un arma arrojadiza contra un miembro del Gobierno miembro del PSOE.

Aunque la portavoz socialista Adriana Lastra ha tratado en la mañana del miércoles de cerrar torpemente el asunto ("En el Gobierno sólo hay ministros feministas, ¿vale?"), como si fuera ella misma miembro del Ejecutivo, la polémica sigue viva. El acusado por Iglesias de "machista" ha salido a la palestra para acusar al vicepresidente de "hablar demasiado".

Si buscan a algún machista en este Gobierno no tienen más que recurrir a nuestro sabio refranero: Dime de lo que presumes...

La Ley de libertad sexual ha puesto de relieve que la convivencia entre el PSOE y Podemos en el Gobierno está siendo menos pacífica de lo que sus líderes propagan a diario.

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