Tenía razón Pedro Sánchez cuando en el mes de julio recelaba de un gobierno de coalición con Unidas Podemos (UP). No se fiaba y puso todas las trabas posibles para cerrar un acuerdo que permitiera la investidura y evitara la repetición electoral. Con todo, llegó a ofrecerle la vicepresidencia y la cartera de Igualdad a Irene Montero, lo que provocó las iras de Carmen Calvo, que no sólo hubiera tenido que compartir el rango, sino que perdía una de sus competencias más queridas y que, a la postre, le daban la posibilidad de capitanear el movimiento feminista, cada vez más influyente política y electoralmente.

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