
La calle Mayor de Madrid permanece vacía este sábado.
Ser, en los tiempos que corren, un verso suelto, una nota discordante, no resulta fácil. Lo sencillo es dejarse llevar del ronzal hasta dar con la cabeza en el pesebre. Lo que a mí me sucede es que, cuando no me fío de quienes tiran del mío, pataleo y me resisto.
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