Se han unido dos aventureros de nariz nevada, Fernando Simón y Jesús Calleja. Se han hecho una cesta engarzando sus rizos salvajes, ya como de mimbre, y se han ido por ahí en globo, con los brazos en jarra, en una aventura más de Cantinflas que otra cosa. A Simón, que sólo sufre tormentas de arena en el pelo y ataques feroces del ratón de la canción de Susanita, le parece sin duda poca aventura su trabajo. A mí también. Al fin y al cabo, él se limita a leernos unos números como del cupón y a decirnos que esto va bien o mal, cosa que ya sabemos nosotros, igual que con el cupón. Sólo canta números y por eso sale vestido de señor del bingo, de peñista de quinielas o de vendedor de puesto de cocos de verbena. Es normal querer sentirse algo intrépido después de verse todo el tiempo entre recadero y feriante con irrigador.

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