La encuesta del CIS, al margen de los errores de asignación de escaños o la sobrevaloración que tradicionalmente aplica José Félix Tezanos a los partidos de izquierdas, muestra un cuadro muy ajustado respecto al resultado electoral del 4-M en la Comunidad de Madrid.

El de Tezanos es el único sondeo de los publicados hasta ahora que da un empate entre izquierda y derecha. ¿Qué más se puede pedir para la campaña más polarizada de la historia de la Comunidad?

Aunque con importantes matices respecto a los sondeos de empresas serias del sector privado, el CIS muestra que no hay nada decidido, a pesar de que se sume al consenso sobre la vitoria inapelable de la candidata del PP Isabel Díaz Ayuso. El efecto del voto útil en el electorado de centro derecha lleva a la desaparición de Ciudadanos como partido con representación en la Asamblea madrileña y a un importante recorte en las expectativas electorales de Vox. El resultado de los comicios se va a decidir, por tanto, en un puñado de votos. Ayuso podría obtener un éxito sin precedentes si logra formar una mayoría suficiente basada en su triunfo inapelable, o bien verse relegada a liderar la oposición precisamente a causa de una fortaleza que la puede privar de socios con escaños suficientes para alcanzar la mayoría absoluta.

La tesis de Moncloa -omnipresente en la campaña del PSOE- es que con una participación superior al 70% la izquierda podría arrebatar el gobierno de Madrid a la derecha, lo que no sucede en la Comunidad de Madrid desde que Joaquín Leguina lograra auparse con la victoria en 1991, con el apoyo de Izquierda Unida. Los datos, sin embargo, no avalan la teoría de que a más participación, más posibilidades hay de que ganen las candidaturas de izquierdas. De hecho, Leguina alcanzó la presidencia con uno de los porcentajes de participación más bajos: 58,67%. Sin embargo, Alberto Ruiz-Gallardón logró ganar por mayoría absoluta cuatro años más tarde con una participación récord del 70,39%.

El principal defensor del axioma de que a más votos, más izquierda no es Iván Redondo, sino Pablo Iglesias. Lo repite hasta la saciedad en sus intervenciones. Su tesis es tan simplista como errónea: como los ricos son menos, si todos los pobres votan, ganan seguro.

El sondeo del CIS es un elemento movilizador para la izquierda. No hay nada decidido. Nunca las elecciones en Madrid habían sido tan relevantes para el futuro de España

Lo que sí hace el sondeo del CIS, aunque no lo pretenda, es dar implícitamente una explicación razonable a la decisión del líder de Podemos de presentar su candidatura a las elecciones de Madrid. Porque, para lograr que la izquierda le arrebate el poder al centro derecha, los escaños de Unidas Podemos son esenciales. Antes de que Iglesias decidiera abandonar la vicepresidencia del Gobierno, las expectativas de su partido eran penosas: algunos sondeos lo dejaban sin representación en la Asamblea de Vallecas. A pesar de que el factor Iglesias no haya supuesto un revulsivo espectacular, sí que ha garantizado, al menos, que su partido mantenga e incluso incremente su actual representación. Eso es lo que avala el CIS.

Si se da la circunstancia de que la suma de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos alcance los 69 escaños o más, Iglesias hará valer el triunfo de la izquierda como un éxito propio. Habrá valido la pena su "sacrificio", argumentará. Pero al líder de UP sólo le vale esa opción.

Al otro lado de la trinchera, no sólo Ayuso se juega el tipo en la obtención de una mayoría suficiente para gobernar en Madrid, sino que el propio Pablo Casado ha ligado su futuro a ese anhelado triunfo. Recordaba ayer Victoria Prego en estas mismas páginas una frase que le puede salir cara al líder del PP: "La victoria arrolladora de Isabel Díaz Ayuso va a ser la clave para que yo llegue a ser presidente del Gobierno". Como mínimo, esa aseveración resulta imprudente. Él debería saber que en política una campaña de cuatro semanas se puede hacer casi tan larga como 90 minutos en el Bernabéu. Todo puede pasar. Sobre todo, cuando el resultado es tan ajustado como indican las encuestas.

Lo que parece evidente es que el calendario electoral en España va a depender de lo que suceda en Madrid. Un triunfo del PP con mayoría suficiente podría animar al presidente andaluz, Moreno Bonilla, a adelantar también las elecciones en su comunidad, animado por el efecto bola de nieve y por los buenos resultados que le vaticinan los sondeos. El presidente del Gobierno, por su parte, podría replantearse la estrategia de adelanto electoral si se da la circunstancia de un repunte del centro derecha, liderado por el PP, y basado en el hundimiento de Ciudadanos y el estancamiento de Vox.

Nunca, hasta ahora, unas elecciones a la Comunidad de Madrid habían sido tan decisivas para el futuro de España. Y nunca, como hasta ahora, ese resultado había dependido de tan sólo unos miles de votos.

La encuesta del CIS, al margen de los errores de asignación de escaños o la sobrevaloración que tradicionalmente aplica José Félix Tezanos a los partidos de izquierdas, muestra un cuadro muy ajustado respecto al resultado electoral del 4-M en la Comunidad de Madrid.

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