El inicio de las hostilidades decretado por las autoridades del Kremlin el pasado 24 de febrero contra la vecina Ucrania puede suponer un cambio importante tanto en las relaciones interestatales como en el ordenamiento jurídico internacional derivado de los acuerdos de Yalta (Crimea) de 1945, y que sirvieron para sentar las bases de la carta de las Naciones Unidas. Las causas del conflicto actual son multidimensionales y abarcan varios aspectos, pero, sobre todo destaca la disputa por los recursos naturales y el papel que desempeñan éstos en el desarrollo y la hegemonía de los estados en muchos ámbitos como el económico, político, y geoestratégico.

Según Michael T. Klare, experto en seguridad internacional, desde la desaparición de la Unión Soviética y el fin del tratado de Varsovia, las guerras se han venido librando en base a intereses principalmente económicos y no ideológicos. De allí que, para comprender la naturaleza del conflicto actual hay que entender el papel geoestratégica que tiene Ucrania y su importancia geopolítica como línea de contención para Rusia. 

En el informe publicado el 2017 por el departamento de interior (DOI) y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) bajo el título" Critical Mineral Resources of the United States Economic and Environmental Geology and Prospects for Future Supply" se hace referencia a los veintitrés minerales críticos para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos para los próximos años por su importancia en el desarrollo de la nuevas tecnologías tanto para la industria militar, las renovables así como la telefonía móvil entre otros, los minerales que figuran en el informe son: antimonio (Sb), barita (Ba), berilio (Be), cobalto (Co), fluorita (F), galio (Ga), germanio (Ge), grafito (C), hafnio (Hf), indio (In), litio (Li), manganeso (Mn), niobio (Nb), elementos del grupo del platino (PGE), elementos de tierras raras (REE), renio (Re), selenio (Se), tantalio (Ta), telurio (Te), estaño (Sn) titanio (Ti), vanadio (V) y circonio (Zr). 

En el territorio ruso, existen reservas estratégicas probadas de los veintitrés minerales a los que hace referencia el informe, destacando las 350.000 toneladas métricas de antimonio (Sb) existentes en las minas de Udereiskoe y Zhipkoshinskoe (Yakutiya), con una producción anual de alrededor de 8.700 toneladas, el berilio (Be) con una producción de 10.000 toneladas métricas en los yacimientos de Vozneskoye, Yermakovskoye (Siberia), depósitos de cobalto (Co) en Akkermanov, Komsomolskoye, Ivanovskoe, Buruktal (Norilsk-Talnakh).

En el caso de los minerales del grupo del platino (paladio, rodio, rutenio, iridio y osmio), Rusia junto con Sudáfrica acaparan el 90% de la producción mundial, algo similar ocurre con los depósitos de fluorita (F) en Auninsky, Kalangui, y grafito (C) en Botogolsk. Otros minerales como el vanadio (V), importante para la fabricación de aceros resistentes a la corrosión y del que la federación rusa produce el 25% a nivel global, en el caso del estaño (Sn) cuentan con el 7,5% de las reservas mundiales. 

Con respecto a los minerales de tierras raras claves para las nuevas tecnologías, las exportaciones rusas en la actualidad cubren menos del 2% de la demanda mundial, pero posee la cuarta reserva más grande del mundo, localizada en Murmanskaya Oblast según informes del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). En el caso de Ucrania, existen depósitos de berilio, galio, grafito, rhenium, titanio, pero sobre todo destacan los yacimientos de manganeso existentes en las minas de Nikopol y Bolshe Tokmak, que representan la tercera reserva más importante del mundo después de Sudáfrica y Brasil respectivamente. 

Según el Water Resources Group, la demanda y suministro global de agua en la actualidad ya está superando el umbral de sostenibilidad, lo que da lugar a una sobreexplotación de los acuíferos. La demanda de agua en 2030 se incrementará hasta un 40 %. La escasez de agua presenta además un problema dado que es insustituible para la vida. A esto se suma su desigual distribución. Por ejemplo, en China se encuentra el 20 % de la población mundial, y sin embargo cuenta con apenas el 7 % del agua dulce existente.

Rusia por su extensión territorial posee grandes superficies de bosque boreal y tundra, estas regiones cuentan una capa de hielo muy importante. Con el aumento de las temperaturas y el retroceso de los casquetes polares, esta nación aumentaría sin duda alguna sus reservas de agua dulce, y ganaría grandes superficies de suelo para aumentar sus campos de cultivo lo que podría multiplicar por diez su producción de trigo, cebada, maíz y remolacha azucarera entre otros, lo que la convertiría en una de las naciones que pueden controlar los mercados agrícolas a nivel mundial en el futuro.

Para Rusia, Ucrania es la más importante de las ex repúblicas desde el punto de vista económico, dadas las importantes reservas minerales que atesora en su subsuelo

La existencia e importancia de estos recursos es la que ha dado lugar a que las autoridades rusas apliquen una política de contención más allá de sus fronteras para evitar una enfrentamiento directo dentro de su territorio, como ocurrió en la guerra de Chechenia durante la década de los noventa, basados en la  Doctrina Primakov han mantenido ciertas relaciones de influencia sobre ex repúblicas soviéticas como Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán a través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OSTC).

Para Rusia, de las ex repúblicas soviéticas, Ucrania es la más importante desde el punto de vista económico, dada las importantes reservas minerales que atesora en su subsuelo, desde el punto de vista histórico, no se puede entender la historia de Rusia sin Ucrania y viceversa, y desde el punto de vista geoestratégico es un enclave importante no solo en el Mar Negro, sino en la relación con países como Moldavia, Rumania o la propia Polonia. Todos estos aspectos hacen de Ucrania una línea roja en todos los sentidos para la política exterior de Rusia.


Baba Ahmed Mulay es profesor de Geopolítica y Recursos Hídricos en Cátedra Almirante Don Juan de Borbón.