El debate de este lunes resultó más interesante de lo que muchos observadores teníamos previsto. Dejó clara la estrategia de cada cual y su capacidad para defenderla adecuadamente. Y sobre todo resultó bastante respetuoso dentro de las tiranteces naturales en una disputa electoral. 

Digamos de entrada que Juan Espadas habrá sido un excelente alcalde de Sevilla pero que para encabezar una candidatura con las malas perspectivas con que lo hace el PSOE-A no está dotado. Ni siquiera en el minuto final, que se supone que es la síntesis del mensaje que se quiere transmitir, estuvo acertado el candidato. Mencionó una retahíla de lugares comunes, de tópicos propios de “un gobierno progresista” pero lo hizo mecánicamente, como si estuviera memorizando la lista de la compra. No creo que haya levantado ni un sólo voto de los que se les están escapando al socialismo camino de otros refugios o directamente camino de la abstención.

Macarena Olona estuvo intensa, demasiado intensa, ofreciéndose como única salvadora de una Andalucía echada a perder por unos y por otros y echando mano de palabras de grueso calibre como “traición”, refiriéndose a la gestión desarrollada por Moreno Bonilla en esta legislatura que ahora se acaba. Un exceso. Demasiadas veces hizo el gesto de señalar a todos los presentes como responsables del desastre que en su opinión se encuentra la Comunidad andaluza. Estuvo claramente sobreactuada, y a veces amenazante, algo que ya se le ha visto en algunas declaraciones de esta precampaña o campaña interminable. Y eso sólo da resultado para los muy cafeteros.

Inmaculada Nieto, la candidata del conglomerado llamado Por Andalucía, ha representado un papel de cierta ingenuidad personal pero estuvo acertada en las críticas a Juanma Moreno y, eso sí, no lanzó ni un sólo dardo a Teresa Rodríguez, quien confrontó directamente con la candidata de Vox a la que llegó a decir que ella era “el brozo político del terrorismo machista”. Esta fue la frase más contundente, en realidad la única frase verdaderamente ofensiva, que se pronunció en el debate de ayer noche. Rodríguez estuvo apasionada y creo que fue convincente para los suyos. El problema es que los suyos son muy pocos. 

Juan Marín estuvo eficaz en la defensa del gobierno de coalición que ha terminado ya su andadura y devolvió bien, con evidente eficacia, todas las críticas que se formularon contra ese gobierno y que iban dirigidas tanto a él como a Juanma Moreno. Apostó por reeditar una coalición que depende claramente del resultado de Ciudadanos e hizo el mejor minuto final de todos ellos porque se dirigió a cada uno de los andaluces y les interpeló directamente.

Moreno cumplió con creces su objetivo que no era otro que ponerse de perfil y no contestar a ninguna pregunta formulada por ninguno de los presentes

Y por lo que se refiere al candidato del Partido Popular, lo cierto es que cumplió con creces su objetivo que no era otro que ponerse de perfil y no contestar a ninguna pregunta formulada por ninguno de los presentes. Sabía que era el objeto a derribar de casi todos y se defendió desde la sonrisa y las propuestas en positivo. Pero tampoco perdió la oportunidad de hacer notar que a estas elecciones se ha llegado anticipadamente porque tanto Vox como el PSOE-A le negaron el voto a los presupuestos.

A Juan Espadas le recordó una y otra vez que había sido consejero con Griñán y con Chaves, que era una manera de poner sobre la mesa la gigantesca corrupción de los EREs. Volvió a decir claramente que él quiere gobernar solo -aunque yo creo que no le importaría nada gobernar con lo que quede de Ciudadanos- y ha cerrado el debate con su minuto de oro en el que ha apelado a la “mayoría serena” que en su opinión es la que le va a dar la victoria. Tenía mucho que perder porque era la diana de todos menos de Juan Marín, y salió indemne del trance, que no es poco.

Es muy improbable que el 30% de indecisos que dicen los sondeos de opinión que sigue habiendo a estas alturas de a campaña se hayan decidido con motivo de este debate que, salvo en el caso de Juan Marín, era para los ya convencidos.