La celebración esta semana en Madrid de la cumbre de la OTAN es una ocasión para reflexionar sobre el reporterismo de guerra en Ucrania estos días en los que se pronunciarán grandilocuentes discursos acerca de la democracia y sus valores.

Es necesario tener en cuenta que uno de los pilares de la democracia es la libertad de información y, en este caso, el mejor ejemplo de lo contrario es Rusia.

Reporteros Sin Fronteras España ha realizado conjuntamente con las profesoras Dunia Etura y Cristina Martín Sánchez, de la Universidad de Valladolid, una radiografía de la cobertura de la invasión rusa de Ucrania.

De los datos del informe que publicamos en nuestra web esta semana se puede inferir una sensación: la de impotencia, y otra conclusión aún más demoledora como es el endeble respaldo a los periodistas que arriesgan su vida para informar a la sociedad de lo que allí acontece.

Los jóvenes periodistas demuestran con su interés en narrar esta guerra que el periodismo está vivo y tiene futuro, a pesar de la enorme precariedad

Para un total de 135 periodistas localizados cubriendo la zona en el momento álgido del conflicto encontramos que la edad media son 38 años, la edad mínima 23, y como habíamos advertido ya en RSF en las múltiples llamadas para pedir equipos de seguridad y seguros así como asesoramiento en la cobertura, los jóvenes periodistas demuestran con su interés en narrar esta guerra, que probablemente marcará su generación, que el periodismo está vivo y tiene futuro, a pesar de la enorme precariedad.

Si buscamos la experiencia profesional segregada por sexo observamos que la media del ejercicio de las mujeres es de 14,5 años y la de los hombres 15.

Casi el 49% de los que trabajan como reporteros son freelance y, sin que suponga una queja gremialista o una reivindicación sindical, es significativo el hecho de que el 47 % de los que trabajan por cuenta ajena en este conflicto no gane más de 2.000 € al mes. Casi un 29 % de los reporteros no cuentan con un seguro.

RSF ha facilitado chalecos y cascos para la protección de centenares de periodistas y gestionado decenas de seguros en condiciones más favorables para los periodistas españoles.

Al preguntar a las periodistas si han sufrido algún tipo de discriminación por ser mujer un 15% respondió afirmativamente mientras que el 85% no percibió ningún tipo de discriminación. Sólo un 12% ha respondido que ha experimentado algún tipo de limitación para acceder a las fuentes de información o a algunos lugares por ser mujer.

Es triste que alguien que está cubriendo una guerra no encuentre una remuneración apropiada

Como gráficamente me explicó una reportera que trabaja en exclusiva, con rigor, con originalidad y profundidad, con enfoque propio, con riesgo, además de conocimiento: “No llego a final de mes“.

Es triste que alguien que está cubriendo una guerra no encuentre una remuneración apropiada.

No es plausible pensar que los gerentes de los medios descuidan la seguridad de los corresponsales, no es plausible pensar que son cicateros porque no consideran valioso ese desempeño, no es posible pensar que es cicatería en la formación y en el respaldo a los periodistas, sino más bien un fracaso colectivo, que es la propia debilidad de la estructura mediática la que conduce a la gran vulnerabilidad en el trabajo de los enviados especiales y corresponsales.

Antaño se agradecía a lectores, oyentes o espectadores, proveedores y anunciantes su fidelidad con un medio. Hoy en día el duopolio digital de la publicidad ha hecho evaporar muchos de los ingresos que garantizaban que se pudiera trabajar con medios, con recursos, con dedicación y con talento.

Pero cuando asumimos que la guerra de la información, con la desinformación, la polarización y algunos otros elementos que deterioran el debate democrático están ahí, muchas veces salpimentados por algoritmos que solo ven en el lucro un buen desempeño, el periodismo corre el serio riesgo de caer en la irrelevancia. Y no parece que la revitalización del entorno informativo tenga visos de prosperar a corto plazo.

Se pretende comparar el trabajo del reportero con profesionalidad e integridad con los canales de masas que han enviado a la cárcel a periodistas que no sucumben al Kremlin

Ahora nos encontramos con los ataques desde la retaguardia a los periodistas destacados en esta guerra, más allá de los troll, más allá de quienes cuestionan la integridad de los corresponsales, más allá de quienes lanzan insidias encontramos una que produce una gran desazón y es aquella que pretende comparar o trata de establecer una equivalencia entre el trabajo del reportero que con profesionalidad, integridad, conforme a la ética y a los mejores estándares del periodismo trata de llevar a cabo su labor con los canales de difusión de masas manejados por quien ha enviado a la cárcel, torturado o forzado al exilio a aquellos periodistas que no sucumben al dictado del Kremlin.

Como Reporteros Sin Fronteras defendemos a aquellos periodistas perseguidos, torturados, que han tenido que ir al exilio, que han visto cerrados los medios independientes o que han sido asesinados. Reivindicamos su memoria y la integridad profesional.

Es insidioso pretender comparar lo que difunden los canales de difusión de masas de un Gobierno que no solo no respeta el derecho a la información, sino que lo persigue, ha criminalizado e impide cualquier intento de cubrir la guerra desde ese “otro” lado con el trabajo de los corresponsales.

Lo que emiten esos tentáculos del poder de la Federación Rusa nada tiene que ver con lo que hacen los periodistas cuando sí pueden cubrir los dos lados de un enfrentamiento bélico.

Claro que los dos contendientes utilizan la propaganda y un claro ejemplo es Volodimir Zelenski, que tan bien ha sabido explotar sus dotes de actor

Y queda bien claro cuando se les expulsa o se les impide el acceso. Simplemente se pretende sustituir su labor por los mensajes que “dispara” el poder. Claro que los dos contendientes siempre utilizan la propaganda, y un claro ejemplo es el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que tan bien ha sabido explotar propagandísticamente sus dotes de actor y, por supuesto que todos operan en relación a los medios en función de su posición de debilidad o fuerza y los intereses militares y políticos de su país.

Poner en pie de igualdad lo que hacían o trataban de hacer los corresponsales internacionales en Bagdad cuando la ilegal invasión de Irak por Estados Unidos con lo que emitían los medios de comunicación estatal iraquíes al servicio de Sadam Husein es una proposición ridícula.

Lo malo es que mucha gente ahora se lo cree. Y es por eso que una vez más defendemos a los periodistas que trabajan sobre el terreno con independencia, con integridad y con rigor, y lamentamos mucho que alguien considere que es periodismo aquello que emite quien no puede trabajar en libertad.


Alfonso Bauluz es periodista y presidente de Reporteros Sin Fronteras España.