El 11 de diciembre de 1936, Eduardo VIII del Reino Unido abdicó para poder casarse con Wallis Simpson, una mujer divorciada y que estaba aun en vías de divorciarse de su segundo marido. Este hecho provocó que hubiera una crisis institucional y política en todo el Imperio Británico, pues los dominios de la Mancomunidad Británica de Naciones expresaron su desacuerdo. Debido a esto, renunció al trono y subió su hermano, Jorge VI. Esto tuvo como consecuencia que una joven Isabel, hija del duque y duquesa de York, se convirtiera en heredera al trono británico.  

El reinado de Jorge VI del Reino Unido no fue tranquilo, en 1939, solamente tres años después de subir al trono, estalló la Segunda Guerra Mundial. Y se pasó toda la guerra en Londres, negándose a cambiar su vida cotidiana incluso bajo los bombardeos.

Visitó a las tropas, las arengó, se desplazaba, junto a la Reina Madre los barrios londinenses que más fuertemente sufrieron el Blitz. A pesar de su delicada salud, se mantuvo en el trono incluso cuando la India y Pakistán anunciaron su independencia en 1947, cuando Irlanda declaró su independencia proclamándose una república en 1949, y cuando el Imperio Británico se convirtió en la Commonwealth. Murió a los 56 años, en su residencia de Sandringham House. Quien nunca tenía que reinar, se convirtió en uno de los más queridos monarcas para el pueblo. 

El legado de su padre era demasiado abrumador para que ella no se viera naufragando en él"

Este hecho de sacrificar toda su vida por una causa mayor, que era la Corona y su significado perenne en la historia del Reino Unido, incluso sin quererlo ni estar preparado, es lo que hizo empezar el reinado Isabel II de una manera absolutamente fiscalizada. El legado de su padre era demasiado abrumador para que ella no se viera naufragando en él. Pero no fue así, la naturalidad de sus acciones, de estar siempre por encima de la política, de guardar silencio, de no tener ni un gesto y quedar absolutamente por encima de cualquier crisis, incluso las que afectaban la propia Casa Real, la convirtió en un icono como lo fue su padre.

A pesar de haber vivido el conflicto con el IRA en Irlanda del Norte, de las guerras de descolonización, la guerra de Irak, las huelgas de los sindicatos, de haber tenido hasta 15 primeros ministros, siendo Liz Truss la última, continúa siendo un símbolo nacional. 

Su reinado empezó mediáticamente como la segunda era isabelina. Un hecho que también la situaba en una posición de presión social, pues se considera la era de Isabel I de Inglaterra como una de las mejores etapas de la historia inglesa. Así pues, por un lado tenía que estar a la altura de su padre, y por otro de saber comportarse como la segunda parte de un momento dorado de la historia.

El nombre de rey de su padre, Jorge VI, fue para dar continuidad de su abuelo, Jorge V, y así tratar de disimular el período breve y convulso de Eduardo VIII, su tío. Según los rumores, se tomó de manera muy personal que la Corona, como símbolo, y ella como su representante, no tenía que caer en las flaquezas terrenales, y que como su padre, hasta al final tenia que servir al reino. 

Nos encontramos pues, en el ocaso de la segunda era isabelina. Una era que ha durado setenta años y 214 días, que empezó el 6 de febrero de 1952 hasta este triste 8 de septiembre de 2022. Termina pues el reinado de más duración de la Gran Bretaña, siempre cumpliendo con su deber de monarca del Reino Unido y de los Dominios de Ultramar, cumpliendo con todas las expectativas, y estando a la altura de lo que se esperaba de ella cuando fue coronada reina el dos de junio de 1953. 


Guillem Pursals es politólogo, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.