Lo de la izquierda  a la izquierda del PSOE, es decir, lo de la ultraizquierda, es ahora mismo un auténtico carajal, que diría el José Borrell de los tiempos en que se dedicaba a la política nacional.

Y es un carajal porque no hay manera de poner de acuerdo a los dirigentes de Podemos, a los de Izquierda Unida, a la propia Yolanda Díaz y al presidente del Gobierno en persona.

Vamos a intentar explicarlo por encima. 

De las relaciones entre Izquierda Unida y Podemos tuvimos buena cuenta en las elecciones andaluzas del pasado mes de junio cuando los candidatos de Podemos se quedaron fuera de la candidatura y tuvieron que acudir como independientes por apurar hasta el último momento las negociaciones para designar al portavoz, que acabó siendo Inmaculada Nieto, la candidata de Izquierda Unida designada en última instancia por Yolanza Díaz.

Pues las cosas no han mejorado sino todo lo contrario: mientras Izquierda Unida pretende liderar un frente amplio en el que las negociaciones se produzcan entre todos los partidos, los de Podemos quieren mantener un espacio principal a partir del acuerdo que están negociando con IU. Pero en Andalucía, por ejemplo, ya no perciben a Podemos como un partido fuerte sino como un partido en descomposición.

Eso es lo que ha pasado con los candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid, ya que Más Madrid es la segunda fuerza y entonces ellos, los de Podemos, están dispuestos a ir de “subalternos” de Mónica García, que todavía no ha dicho que sí a ninguna de esas propuestas pero que ya rechazó, “por exceso de testosterona” la propuesta de concurrir juntos a las elecciones de mayo de 2021 en la que la lista encabezada por ella consiguió configurarse como segunda fuerza por delante del PSOE y por delante de Podemos, que obtuvo 10 escaños y eso que se presentaba el líder Pablo Iglesias.

La situación de Podemos en Madrid es lo suficientemente menesterosa como para suplicar un acuerdo de segundones

La situación de Podemos en Madrid -hablamos de las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo próximo- es lo suficientemente menesterosa como para suplicar un acuerdo de segundones para tener alguna posibilidad de conquistar algún escaño en la Asamblea.

En el seno del Gobierno la situación es la contraria: sabedores de que Pedro Sánchez les necesita para culminar la legislatura, los miembros de Podemos -lo de Yolanda Díaz va por otro registro- votan distinto en ocasiones importantísimas para la credibilidad de un Gobierno. El Gobierno votó dividido hace cuatro días la solicitud de ingreso en la OTAN de Suecia y Finlandia: mientras el Gobierno socialista votaba a favor, los ministros de UP se abstuvieron, incluido Alberto Garzón, que es líder de IU, pero es que sus diputados votaron en contra. 

Y así ocurre, por ejemplo con Ione Belarra, ministra de Asuntos Sociales, que mantiene una discrepancia pública con el presidente del Gobierno a propósito de la propuesta de UP de topar las hipotecas de tipo variable.

Y, para colmo, hay por lo menos cuatro leyes que se van a tramitar por la vía de urgencia y sin el informe preceptivo de Justicia. Las iniciativas legislativas en cuestión son la Ley de salud sexual y reproductiva; la del bienestar animal; la reforma del Código Penal para establecer condenas de hasta 36 meses de cárcel contra los que maten animales y la Ley Trans. Todas estas leyes son de la factoria Podemos. Es más, se van a discutir no en la comisión de Justicia sino en las comisiones que coinciden con los ministerios de Podemos.

¿Y qué dice de esto el presidente del Gobierno? Pues no dice ni pío por la cuenta que le tiene. Como aquí a lo que estamos es a permanecer en el poder cueste lo que cueste, Pedro Sánchez sabe bien que sin un buen resultado de la izquierda del PSOE, él no tiene ninguna posibilidad de repetir en el poder.

Por eso tolera que Podemos se le suba a las barbas y que Yolanda Díaz le discuta al ministro de Agricultura sus competencias. Y no hace ni un ruido. Por eso se encuentra con que la vicepresidenta empiece proponiendo establecer un tope a los alimentos y como se encuentra que topar los precios no es posible, Díaz cambie su propuesta por una negociación con las cadenas de distribución.

Pero los representantes del sector rechazan la idea en la reunión con la vicepresidenta y los pequeños supermercados advierten que lo ideado por la ministra les conduciría al cierre. Y Pedro Sánchez no mueve un dedo.

Todo lo que haga la ministra de Trabajo le va a parecer bien aunque le parezca rematadamente mal, ni siquiera aunque desautorice a los ministros que tienen encomendadas las competencias para ello. Nada le va a mover de su posición.

Porque la cosa consiste en que, o a su izquierda obtienen buenos resultados, o él no repite en el Gobierno. Por eso no para de repetir eso de  “en el espacio que represente Yolanda Díaz” que en la última entrevista en TVE lo dijo no menos de tres veces.

Porque si ese espacio se hunde es seguro que gobierna la derecha, por más que el CIS de Tezanos le haya dado unas décimas por encima del PP y haya colocado a Podemos por delante de Vox, lo cual no coincide con lo que registran todos los demás sondeos.

Sin la izquierda a la izquierda del PSOE, el PSOE no gana

Como dicen en el PSOE: “Estamos haciendo nosotros más por Sumar que muchos de Podemos” Y tienen razón.

Pero es que antes de la generales vienen las autonómicas y municipales y el PSOE tiene que defender muchos ayuntamientos y no menos de 9 comunidades de las 12 que van a concurrir a las urnas. Y ahí se impone la misma canción: sin la izquierda a la izquierda del PSOE, el PSOE no gana. Y eso es independiente de que Yolanda Díaz  ya haya dicho que a esas elecciones no concurrirá porque Sumar no va a estar lista para competir entonces.

Así que sólo les quedan a Sánchez y a los suyos Podemos, salvo en Valencia, donde están pendientes de la declaración, hoy lunes, de Mónica Oltra para saber si pueden incluirla en las listas para las elecciones o deben pasar definitivamente de ella para esos menesteres.

No hay que olvidar que Oltra y su coalición Compromís, en 2016, hizo presidente a Ximo Puig con el peor resultado de su historia.

Ahora, todo está pendiente de que ella salga exonerada y sin juicio del procedimiento contra su ex marido para que Joan Ribó desista o no de presentarse de nuevo a la alcaldía. Porque prescindir de los dos sería pagar un precio demasiado alto y la situación de Podemos es tan incierta allí como en el resto de España. Pero es que el PSOE está pendiente precisamente de eso para aspirar a reeditar mandato o aceptar una lucha desigual con las fuerzas emergentes de la derecha en la comunidad valenciana.

En definitiva, los posibles acuerdos entre esas fuerzas están siendo frenados por la guerra latente entre IU y Podemos además de la incierta situación de Compromís. El conflicto está también ligado al movimento último, que son las generales, y a la configuración de Sumar, la opción todavía non nata de Yolanda Díaz, para que Sánchez tenga alguna opción de gobernar. 

Un carajal, ya digo.