Marruecos sigue humillando a España tantas veces como quiere. Lo del rey marroquí, que está de vacaciones en Gabón -no es que esté enfermo de gravedad- no asistiendo a una cumbre con nuestro país y con nuestro presidente es el colmo de una ofensa que los ministros de Exteriores de ambos países se han esforzado en minimizar.  

En su lugar, se ha producido una “cálida” llamada telefónica de Mohamed VI a Pedro Sánchez, en sustitución de su presencia en el país, que es el anfitrión de la cumbre.

Pero la ofensa es palmaria, sobre todo porque bien que estuvo porque le interesaba, cuando el Gobierno de Madrid sin encomendarse a nadie, envió esa carta tremenda al rey alauita diciendo que la propuesta de Marruecos para el Sáhara occidental era “la más seria, realista y creíble” de cuantas se habían planteado.

Entonces sí que el rey estuvo junto con su heredero Mulay Hasan, en una cena que tenía por objeto devolver el inmenso favor que, con todo el Parlamento en contra, le había hecho Pedro Sánchez al aceptar la marroquinidad del Sáhara. 

Esa cena se celebró el 7 de abril del año pasado. Y desde entonces lo único que España ha obtenido ha sido un menor paso de inmigrantes, un 25% menos, a las costas canarias y andaluzas. Nada más. Porque la mayor parte de los migrantes irregulares localizados en España son rechazados por Marruecos cuando se intenta desde las autoridades españolas devolverlos a su país de origen.  

Todavía estamos pendientes de que se reabra la frontera con Melilla que se cerró abruptamente en julio de 2018 por las autoridades marroquíes, sin que las autoridades españolas hicieran el menor gesto de protesta de una aduana que llevaba abierta desde mediados del siglo XIX. Y la frontera con Melilla sigue sin ser abierta después de que La Moncloa dijera que la frontera melillense se abriría el 17 de mayo del año pasado.

Y ahora resulta que la frontera con Ceuta va a ser una “frontera regional” una modalidad que no existe en el mundo entero. 

Tiene razón González Pons cuando dice que hemos cedido 'todo' ante Marruecos, incluida la negativa socialista a votar la condena del Parlamento europeo

Quizás ahora, que nos hemos trasladado nada menos que con 11 ministros -la titular de Justicia se ha quedado en Madrid porque tiene que arreglar el desmadre de la ley del solo sí es sí- sea el momento de anunciar la apertura de ambas fronteras. De otro modo seguiremos haciendo el ridículo. Porque no hemos obtenido de Marruecos apenas nada más que una menor llegada de pateras. 

Tiene razón Esteban González Pons cuando dice que hemos cedido “todo” ante Marruecos, incluida la negativa socialista a votar la condena del Parlamento europeo al régimen alauita, desplazarse con medio consejo de ministros a Rabat y conformarse luego con que el jefe del Estado del país anfitrión te haga una llamada de teléfono desde su lugar  de vacaciones.

Ahora se dice que Marruecos y España van a firmar 24 acuerdos en esta Reunión de Alto Nivel (RAN) que lleva desde 2015 sin celebrarse. No podemos esperar que uno de esos 24 acuerdos incluyan el reconocimiento de la españolidad de Ceuta y Melilla porque eso es algo que las autoridades marroquíes ya han descartado de plano.

Pero sí la reapertura -ya veremos en qué condiciones- de las fronteras de Ceuta y Melilla para lo cual ya se han efectuado unas pruebas piloto para comprobar su funcionamiento.

Pero decir, como dicen por lo menos en La Moncloa, que este es el momento cumbre para reanudar unas relaciones fluidas con el vecino del sur, olvidándose para siempre de las tensiones pasadas, y que el jefe del Estado del país al que tú acudes con una docena de ministros te deje plantado porque está de vacaciones en Gabón y te conformes  con  una llamada telefónica, por muy “cálida” que ésta sea, es una humillación con todos sus pronunciamientos.

Vamos a ver si los acuerdos de cooperación están a la altura de la delegación que hemos mandado. O tampoco.