Solo les podría sacar momentáneamente de este choque brutal algo insólito, como por ejemplo, una moción de censura de Vox encabezada por Ramón Tamames como candidato a presidente, o a algo similar, porque a nadie se le escapa que la tal moción fracasaría de plano.

Pero tiene que tener un candidato a presidente, que sería el mismísimo Tamames, 89 años para cumplir 90 en noviembre de este año. De ese modo los socialistas tendrían otra cosa de la que mofarse que no fuera de ellos mismos.

Sería un cable que Santiago Abascal le echaría a Pedro Sánchez, tal y como suele hacer con relativa frecuencia. Para la único que serviría es para hacer rebosar el ego de Tamames, que hace unos día se quejaba en una entrevista de que se le hacía poco caso, y para sacar a Pedro Sánchez de la trampa en la que se ha metido a sí mismo con esta ley conocida como la del “sólo sí es sí”. 

Para nada más, y mira que no es poco. Sobre todo para levantar el pie del abandono acelerado por parte de las mujeres de los alrededores del PSOE, abandono que está en el origen del enfado del presidente Pedro Sánchez, no en la indefensión de las mujeres sino en su propia indefensión. Sin el voto femenino ya se puede dar por muerto. Por eso se ha revuelto.

Especulaciones hay estos días para dar y tomar. Pero esta coalición no se va a romper porque ninguno de los dos puede permitírselo. Pero menos que nadie los de Ione Belarra, que es tanto como decir los de Pablo Iglesias. Todos los sondeos le dan a la parte minoritaria del Gobierno una tendencia a la baja a pesar de que está protagonizando un enfrentamiento tras otro con el socio mayoritario de la coalición. 

Pero precisamente eso es lo que les visibiliza ante sus potenciales votantes. La conclusión es que jamás serán ellos los que rompan esa coalición que más parece un matrimonio de esos que tienen tales deudas que saldar que no tienen más remedio que seguir juntos por los siglos de los siglos. En este caso, hasta las vísperas de las elecciones generales. Y aún después, si es que pretenden seguir gobernando este país, dios no lo quiera, porque con esta experiencia hemos tenido bastante.

Pero tampoco el PSOE está para tomarse a broma las encuestas, quitando las del CIS, que oye, mira que la ley del “sólo sí es sí” está en la boca de todos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. Pues, mira, Tezanos ha hecho una auténtica virguería: ¡En un sondeo sobre los abusos sexuales no ha preguntado ni una sola vez por la ley! Eso tiene mucho mérito y hay que reconocérselo. 

Pero, tezanadas aparte, el PSOE se enfrenta a unas elecciones muy delicadas que se le están poniendo cuesta arriba y para las que no estoy segura de que llegue a tiempo con esa rectificación para la que sigue intentando convencer a sus socios de investidura mientras, por otro lado, los de Podemos hacen lo propio. Veremos quién tira más de qué socios y quién se lleva el gato al agua.

Pero después llegan las elecciones generales que se suponía que llevarían a Pedro Sánchez en volandas hacia la repetición de su victoria siempre apoyado por los mismos socios que ahora se le están rebelando y elevado a los altares por la presidencia de la Unión Europea que le toca a España a partir del 1 de julio. 

No es seguro que estas previsiones se cumplan. Tiene como primer obstáculo la ley del “solo sí es sí” que, si el CGPJ hace acopio de todas las reducciones de condenas que se han producido ya en nuestro país y, tal y como fuentes jurídicas dijeron a El Independiente, la cifra se eleva a día de hoy a los 900, el escándalo que va a acompañar a Pedro Sánchez y al PSOE y no solo a Irene Montero y a Podemos, va a ser de aúpa. Porque de las mujeres violadas y ahora mismo aterrorizadas nadie dice una palabra.

Y aún quedan más leyes que me temo que se van a quedar en el tintero porque no hay fuelle para más soponcios. Son todas leyes auspiciadas por Podemos en su articulado más rompedor. Hablo de la Ley de Vivienda o de la Ley Trans.

Y aquí entra Yolanda Díaz que está haciendo el papel de pegamento entre las dos partes del mismo Gobierno enfrentadas. Hace de hada buena, Pero su interés, como el de todos, es reiterar la importancia de “cuidar la coalición” y dar carta de naturaleza a los intentos por buscar una salida que satisfaga a todos. 

De momento no lo está consiguiendo y, cómo no, ahí está también el ministro Félix Bolaños, que es el perejil de todas las salsas que se cuecen en este Gobierno. Tenemos por delante un mes de trámite parlamentario. 

Pero si en este mes Tamames se presenta como candidato a una moción de censura auspiciada por Santiago Abascal, toda esta locura de las leyes que van y vuelven dentro del Código Penal -que siempre habíamos creído que era poco menos que sagrado y al que había que acercarse con un respeto reverencial- desaparecerá como por ensalmo porque desde luego será mucho más entretenido asistir al despelleje de una de las mentes más brillantes de nuestro panorama pero que ha caído en la trampa de la valoración excesiva de sí mismo. Todavía está a tiempo de no caer en ese garlito ridículo que le ha tendido su amigo Sánchez Dragó.