Todo está aún por decidir y eso sólo será cuando se abran las urnas el 28 de mayo por la noche, pero los dos grandes partidos empiezan a hacer sus cuentas teniendo en el aire muchas capitales de provincia. Porque en esta ocasión, la disputa alcanza también con mucha mayor fuerza que en ocasiones anteriores a las grandes ciudades españolas.

En el caso del PSOE ya dan por supuesto que no se volverá a repetir la goleada de 2019.  Por eso se tientan la ropa en muchas de las ciudades más importantes de España. 

Sevilla es, para los socialistas, una plaza que de ninguna manera querrían perder porque eso les arrebataría el poco poder efectivo que les queda. Sevilla es la principal capital de autonomía que todavía conservan, pero la fragmentación de la ultraizquierda puede dañar la permanencia de Antonio Muñoz, un alcalde que sustituyó hace algo más de un año a Juan Espadas, que era el alcalde electo pero que tuvo que dejar la alcaldía para competir con Juanma Moreno en las elecciones autonómicas que le dieron a éste la mayoría absoluta. 

A Antonio Muñoz no todos lo conocen pero a esa falta de conocimiento se une el que la ultraizquierda con la candidatura de Podemos de una parte y la candidatura de Teresa Rodríguez por otra, acude dividida. Esa división penalizará al alcalde con total seguridad, a menos que sea su lista la que obtenga más votos, en cuyo caso, tal y como manda la ley, será alcalde quien encabece la lista más votada.

Pero Sevilla también es objeto de deseo por parte del PP y a su cabeza de lista José Luis Sanz, ex alcalde de Tomares, le pasa lo mismo que a Antonio Muñoz, el candidato socialista, que tampoco está muy placeado, salvo por el hecho de que fue objeto de disputa entre María Dolores de Cospedal, cuando era secretaria general del PP, y Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta del Gobierno, disputa que se solventó con la victoria de esta última, partidaria de Juanma Moreno Bonilla, actual presidente de la Junta.

Sevilla es, para los socialistas, una plaza que de ninguna manera querrían perder porque eso les arrebataría el poco poder efectivo que les queda

Por lo tanto, quien logre presidir el ayuntamiento de Sevilla habrá conquistado una buena parte de las elecciones municipales y se podrá consolar de otras pérdidas, aunque resulten ser abundantes.

Valencia es la otra ciudad fetiche para ambos partidos, quien logre conquistar Valencia habrá logrado en el imaginario de ambos la mitad de las elecciones municipales. Esa es una ciudad que está a tiro de piedra de los dos partidos con sus respectivas muletas de la izquierda y la ultraderecha.

En Huelva la apuesta del presidente andaluz por regularizar los regadíos ahora ilegales de la parte superior del Parque de Doñana se interpreta allí como una jugada de riesgo para conseguir la Diputación onubense, ya que no es fácil arrebatarle al alcalde de Huelva la mayoría absoluta con la que gobierna la ciudad.

Granada y Burgos son las ciudades que se dan por perdidas ya por el Partido Socialista, lo mismo que Ferrol o Gijón. Pero tienen la esperanza de conquistar Barcelona, la segunda ciudad española.

En cambio si el PP pierde Málaga será un drama porque su alcalde, Francisco de la Torre, le ha dado la vuelta a la ciudad, que se ha convertido en la segunda capital andaluza con todos los merecimientos.

Segovia está como otras muchas ciudades españolas a tiro de piedra para ambos partidos, PP y PSOE.

Hay ciudades como Madrid para el PP con José Luis Martínez-Almeida o Vigo para el PSOE con Abel Caballero donde muy mal se tienen que dar las cosas para que haya un vuelco que nadie espera. Esas son las ciudades donde la batalla estará en disputarse las segundas y terceras posiciones

Hay otra derivada en estas elecciones que es la de quedar como opción ganadora de los comicios pero perder el gobierno, ya sea municipal o autonómico. Eso equivale a perder las elecciones porque, a partir del día siguiente en que se constituyan los gobiernos, ya nadie pensará en qué partido ha ganado las elecciones sino en qué partido descansará a partir de entonces el poder.

En las elecciones municipales también está muy reñida la batalla.