Lo importante era encontrar un culpable para poder justificar que, pese a la buena voluntad política del Gobierno, había un agente exógeno perjudicando a los hogares españoles. El Ejecutivo vio en los márgenes empresariales la diana perfecta. Ese y no otro era el culpable de que los niveles de inflación, que llegaron al 10,8% en julio de 2022, no bajasen meses después al mismo ritmo que lo hacían los costes energéticos.

“Este es el momento de que las empresas trasladen a la siguiente fase de la cadena y en última instancia a los consumidores la bajada de los costes energéticos”, afirmó la vicepresidenta Nadia Calviño en marzo. “Las ampliaciones de márgenes en este entorno son pan para hoy y hambre para mañana”, añadían desde su Ministerio.

Pero "medir los márgenes es muy difícil", decían en el Banco de España. "Los costes empresariales también han subido", justificaba la patronal. Pero la OCDE, el FMI y también el supervisor bancario han concluido que sí, que eran los márgenes empresariales los que empujaba los precios al alza y hacía que ir al supermercado siga siendo un suplicio un año después del pico del IPC.

Para controlar esos márgenes, Calviño prometió un observatorio. Ha llegado un mes tarde: porque iba a estar operativo en junio y se ha presentado, a medias, en julio. A medias también, porque se destina más esfuerzo analítico a lo ocurrido en 2020 que al primer trimestre de este año.

A medias, porque no incluye datos de autónomos, que representan gran parte del tejido productivo de nuestro país. Tampoco se incorporan los datos del sector financiero, puesto que sus cuentas de resultados distan de las de otros tipos de empresas. Dicho de otra forma, un cuarto del total de las ventas nacionales, el 25%, queda fuera del observatorio. Además, nace con el rechazo de la patronal, que no ha querido participar en él y que tampoco acudió a la reunión que el Ministerio tuvo con los sindicatos.

Los datos se presentan agregados por sector, por lo que, por el momento, no se pueden generalizar. Quizá hay grandes empresas que sí han visto crecer sus márgenes y otras del mismo sector, con balances más ajustados que no han podido aumentarlos o, quizá, incluso se han reducido. Para saberlo, habrá que esperar.

Se trata de un observatorio miope porque no aporta más claridad de la que ya se podía extraer de los datos que ya se venían recopilando"

El ambicioso observatorio de márgenes no es más que un recopilatorio de datos que ya existían diseminados en las distintas instituciones económicas que los analizan: el Instituto Nacional de Estadística, el Banco de España y la Agencia Tributaria. Unos datos que quien ha tenido interés en leerlos ya sabía dónde encontrarlos y quien no era habitual en su lectura tendrá también difícil su interpretación en el portal lanzado este lunes.

Se trata de un observatorio miope porque no aporta más claridad de la que ya se podía extraer de los datos que ya venían recopilando los organismos mencionados. Tampoco el análisis que se publicó este lunes es revelador. Los márgenes de las empresas energéticas subieron, no está tan claro que lo hicieran las compañías del sector alimentario. Habría que ver por tamaño de empresa, habría que ver por lugar en la cadena de suministros. El observatorio aporta una visión borrosa sobre los márgenes.

Ya avisó la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de que la herramienta que preparaba Calviño era “tibia”. La titular de asuntos laborales quería que este observatorio se vinculase directamente con la subida de salarios. Sin embargo, con la información que contiene el observatorio poco se puede hacer. ¿Negocian igual las grandes empresas que otras más pequeñas? ¿Pueden pedir sus trabajadores la misma subida salarial?

“Es el momento” de subir los salarios, dice ahora Calviño. Parece que ha tenido que llegar el final de la legislatura para que las ministras de Trabajo y la de Economía hablen el mismo idioma.