Ya estamos dándole vueltas a la amnistía y siempre habrá quien o quienes la harán encajar en la Constitución aunque no encaje en ella. Y nos la tendremos que tragar porque eso es lo que le conviene al próximo presidente del Gobierno que, a menos que Dios no lo remedie, será Pedro Sánchez.

Pero Dios no tiene pinta de remediarlo porque la sobre representación de los partidos partidarios de la independencia de sus comunidades respectivas obligaría a cambiar la ley Electoral y a eso no están dispuestos casi ninguno de los partidos con representación parlamentaria.

Por lo tanto, nos vamos a comer con patatas esta ley de amnistía que no está en la Constitución porque esta se hizo para alumbrar un régimen nuevo, el régimen democrático, que nos permitiera salir de la dictadura y que alumbrara un estado de respeto a las libertades individuales y al estado de Derecho, como en cualquier democracia liberal de los países europeos o de los estados de América del Norte.

Y ahora tendremos a juristas de toda laya y condición hablando de por qué la amnistía no está contemplada en nuestra Constitución. No lo está porque no estaba contemplado que en un régimen de libertades como el que nos dimos todos los españoles -los catalanes en una proporción abrumadoramente mayoritaria, superior incluso a la de Madrid- se pudiera contemplar un golpe de Estado desde dentro de las instituciones como el que se dio en 2017 en Cataluña a cargo de los partidos independentistas.

Los de Puigdemont van a parar la invitación de Alberto Núñez Feijóo y dejarla en el aire para ver si el compromiso del Gobierno en funciones se argumenta con la suficiente contundencia

Pero ahora resulta que los votos del señor Carles Puigdemont son imprescindibles para que Pedro Sánchez vuelva a ser presidente del Gobierno. Por eso se ha puesto a trabajar a una multitud de profesores de Derecho Constitucional dispuestos a encajar lo inencajable.

Y por eso los de Puigdemont van a parar la invitación de Alberto Núñez Feijóo y dejarla en el aire para ver si el compromiso del Gobierno en funciones se argumenta con la suficiente contundencia en la reunión del Consejo de Asuntos Generales de la UE, cuya presidencia temporal ostenta precisamente España. 

Pero que esto es un abuso no lo duda nadie en su sano juicio. Y que el abuso nace de la posición de privilegio que los resultados electorales le han dado a Junts, tampoco. 

Por eso es preferible la repetición electoral porque desharía, o eso espero, la situación de empate técnico con que nos hemos encontrado y desharía también, eso espero también, la privilegiada posición en que se encuentra ahora mismo Junts, que en su vida se va a volver a ver en otra: un prófugo de la Justicia decidiendo con imposiciones, como la de la amnistía, el destino de 46 millones de españoles.

Sin embargo, las cosas no serán así. La ley de amnistía se aprobará con un consenso tan amplio como quepa en un Congreso de los Diputados con la sobre representación ya mencionada de los partidos independentistas, con la oposición del PP y de Vox y quizá de alguno más, y con eso iremos tirando.

Pero que la ley de amnistía se va a aprobar si los intereses de Pedro Sánchez coinciden con los de Carles Puigdemont en este sentido, no debe caber ninguna duda.

Ya están rondando por ahí los juristas favorables a una interpretación laxa, cuanto más laxa mejor, de la Constitución española, que tuvo que prever lo que no se les pasó por la imaginación tener en cuenta.

En ese sentido, únicamente en ése, esta Constitución está llena de agujeros por los que se cuelan los listos.