La entrevista del domingo en La Vanguardia a cargo de Enric Juliana y de Pedro Vallín -poca broma- es un perfecto disparate por las respuestas de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz.

No sabemos a quién se debe el encargo de hacer una entrevista al primer diario de Cataluña pero posiblemente tenga que ver con Pedro Sánchez porque ella habrá escarmentado de la visita a Puigdemont que no avisó hasta ultimísima hora al equipo de La Moncloa con el consiguiente enfado de este círculo de apoyo y de “pensamiento” del presidente del Gobierno.

Así que podemos pensar sin temor a equivocarnos que esta entrevista contó con el  respaldo de Presidencia. Y eso es lo malo.

Para empezar, ella vive en un estado caótico caracterizado por su frívola incursión en asuntos de los que lo ignora todo o casi todo. ¿Qué tienen que ver las amnistías fiscales, de las que, por cierto, el PSOE siempre acusa al PP sin acordarse de que ellos también concedieron dos: una con Miguel Boyer siendo ministro de Economía y otra en 1991 con Carlos Solchaga como responsable del departamento?

Lo que ocurrió con las dos amnistías fiscales de los socialistas era que aún no existía la Agencia Tributaria, que se constituyó en 1992 y con esa creación los socialistas consideraron que se había puesto el contador a cero. Pero los agentes tributarios consideraron en 2012 que no existía una diferencia fundamental entre aquellas dos amnistías aunque la tercera fue “más brutalmente explícita y más clara”.

Hecha esta aclaración, que conviene recordar ahora, una cosa es la amnistía fiscal y otra una ley de amnistía que perdona toda actitud política cometida bajo un régimen dictatorial para pasar a una democracia plena, como felizmente es ya la española. Cosa que la señora Díaz ignora o pretende ignorar.

Y en eso no tiene ningún pito de que tocar ni los sindicatos ni la CEOE ni Cristo que lo fundó. Dice la señora Díaz en su entrevista en La Vanguardia: “Hay un conflicto político que puede ser objeto de un acuerdo político y social. Un conflicto al que nunca debimos haber llegado. ¿Y por qué hablo de acuerdo político y social? Porque en ese acuerdo también deberían estar los empresarios y los sindicatos, la sociedad civil... Un amplio acuerdo que culminaría con una ley orgánica”. 

¿Pero de qué está hablando? Está hablando de una parte de la sociedad civil, la que apoye a Pedro Sánchez para hacer una amnistía a su medida que incluya a los separatistas y a todos los que los separatistas consideren que deben ser incluidos.  

Para, con el apoyo de una parte de la sociedad civil -insisto, de los que hayan votado a Pedro Sánchez y de los sindicatos, que la apoyan a ella- terminar de redondear un simulacro de amnistía que consiste en eludir el concepto para llamarla de alguna manera que resulte digerible para todos los que participen en semejante aquelarre. 

Y termina diciendo Díaz: “Este es el proceso al que podemos ir”.

La señora Díaz le está quitando “mucha plancha” a Pedro Sánchez, ella, que se relaja planchando, y está intentando quitarle al presidente del Gobierno en funciones todo aquello que le resulta molesto abordar

Evidentemente la señora Díaz le está quitando “mucha plancha” a Pedro Sánchez, ella, que se relaja planchando, y está intentando quitarle al presidente del Gobierno en funciones todo aquello que le resulta molesto abordar por sí mismo.

“Narrativa y hechos. Estoy hablando de un acuerdo político y social que debe conquistar el apoyo de la sociedad…” remata, no sin antes haber advertido que “donde hay un acuerdo no caben unilateralidades. Cuando una parte se sienta a negociar ya está renunciando a la unilateralidad”.

En esto hay una exacta coincidencia con los voceros del Partido Socialista que ya han advertido a Puigdemont que si no renuncia a la unilateralidad no cabe ni siquiera la amnistía a la medida que le están preparando entre bambalinas.

Y además lo aclara en su entrevista: "Estoy concediendo esta entrevista hoy y no por casualidad en La Vanguardia. Pero estoy de acuerdo con ustedes. Hay que afrontar este asunto con rigor y seriedad. Hay mucha gente que hoy tiene dudas".

Es decir, una entrevista a la medida de las necesidades del presidente.