Ha sido para enmarcar la comparecencia del presidente del Gobierno en funciones ayer a la altura de las dos y media de la tarde. Solo hubo tres turnos de preguntas pasadas las cuales Pedro Sánchez se fue por donde había venido.

Y nos dejó a todos con las ganas de saber algo de sus negociaciones con Carles Puigdemont o cualquiera de sus gentes o con Oriol Junqueras y cualquiera de las suyas. Sólo habló de generosidad, de convivencia y de liderazgo.

Ignorando así que de lo que todos nosotros queremos saber es cómo va su negociación de la ley de amnistía, algo que no debe tener cerrado porque sería el momento de que un periódico afín a él y a sus postulados como El País nos desvelara el alma de esa ley pactada con los de Junts y los de ERC.

Y digo que nos está tomando el pelo a todos los españoles porque está jugando con nosotros, que estamos dando por supuesto un acuerdo del que él se puede descolgar limpiamente sin mancharse cuando todos estamos protestando por algo que suponemos, pero que no hemos visto todavía.

La manifestación del próximo domingo, corre el riesgo de convertirse en una mascarada en cuanto Pedro Sánchez atisbe que no se va a poner de acuerdo con los de Puigdemont

La manifestación del próximo domingo, que es contra el Gobierno, no contra los separatistas sino contra nuestro Gobierno, corre el riesgo de convertirse en una mascarada en cuanto Pedro Sánchez atisbe que no se va a poner de acuerdo con los de Puigdemont y salga de ahí limpio de polvo y paja, sin romperlo ni mancharlo. Intacto.

Necesitamos por eso que nos explique en qué estado están las conversaciones, hasta qué punto se ha llegado en la concesión de privilegios a unos señores que, creemos que se van a ir de rositas con la sensación por nuestra parte de que, con la amnistía por bandera, fue el Estado el represor de unas acciones que no deberían haber contado con castigo alguno.

Necesitamos algo más que buenas palabras, de esas que suscribiríamos todos si no tuviéramos la impresión de que nuestro presidente nos está engañando porque hay algo más. De hecho hay mucho más que esas palabras bonitas.

Queremos saber qué más hay, queremos concreción, no palabras que sirven para un roto y para un descosido. Y eso es lo que el presidente no nos va a dar porque no está seguro de conseguir lo que pretende: amnistía sí, referéndum de autodeterminación, no.

Por eso están buscando "hasta debajo de las piedras" en expresión utilizada por el propio Pedro Sánchez para buscar sus votos de su investidura, una operación que de momento no le está saliendo bien porque el PNV le ha dicho al Rey que dependiendo como vaya la negociación con Puigdemont ellos van a votar a favor o quizá en contra de la investidura.

Con lo cual no estamos seguros de no irnos a una repetición de las elecciones, que ya he dicho que me parece la opción más deseable visto el precio que deberíamos pagar por investir a Pedro Sánchez como presidente.

Pero a estas alturas, seguimos manejando un hipótesis que es muy verosímil, eso es verdad, pero que carece de bases ciertas y comprobables. En definitiva, no sabemos lo que el presidente se trae entre manos. Lo suponemos, pero no lo sabemos.

Y lo que está haciendo Pedro Sánchez es inocularnos esas palabras que suscribiríamos todos, pero no para unos individuos que se han saltado a la torera las leyes y las advertencias reiteradas del Tribunal Constitucional.

Hay que recordar escenas como las de un representante del Parlament rompiendo en varios pedazos un apercibimiento del TC instando a la Cámara a no seguir por ese camino. Y tantas otras cosas igualmente escandalosas.

Conclusión: el presidente de Gobierno en funciones lleva mucho tiempo tomándonos el pelo. Pero en estos dos meses que le quedan tendrá que explicarnos lo que se lleva cociendo entre Félix Bolaños, María Jesús Montero y Santos Cerdán desde el 24J. No tendrá más remedio.

Ese silencio podrá durar hasta el 27 de noviembre. Ni un día más.

A partir de esa fecha tenemos dos meses y medio para convocar nuevas elecciones.