Justo cuando se cumplen 50 años de la victoria israelí en la guerra del Yom Kippur -la última de las guerras tradicionales entre Israel y el mundo árabe- Jerusalén afronta una situación en cierto sentido similar: guerra en su territorio en una festividad. Israel estaba acabando de celebrar el Sukot, y en mitad de un Shabat, cuando cientos de terroristas de Hamás cruzaban la frontera de seguridad y atacaban varias localidades cercanas ya en territorio israelí.

Las imágenes no se le habrían ocurrido ni al mismísimo director de Fauda -Assaf Berstein-. Decenas de terroristas de Hamás, asesinando a civiles, secuestrando israelíes, y asaltando las casas de municipios como Sderot, Najal Oz o el kibbutz de Neeri. Hay miles de ciudadanos atrapados en los refugios de sus casas a la espera de que las fuerzas de Israel acudan en su auxilio. Además, desde Gaza han caído miles de misiles, unas fuentes dicen 2.500 y otras hasta 5.000, la mayor parte de fabricación iraní que llegan a la Franja a través del contrabando.

Mientras tanto, los líderes de Hamás y de la Jihad islámica rezan juntos en Qatar por el éxito de la operación. El número dos de Hamás, Salah er Arur, hace tiempo que está hablando
de "la gran ofensiva", cuyo objetivo sería Judea y Samaria, un lugar donde Hamás tiene el control social pero no el político.

Detrás de esta ofensiva parecen estar la garras de Irán, que desde hace años sostiene y mantiene a Hamás

Detrás de esta ofensiva parecen estar las garras de Irán, quien desde hace años sostiene y mantiene a Hamás. Más allá del daño que puede causar a la sociedad israelí, el objetivo de Teherán no es otro que evitar que Israel establezca relaciones diplomáticas con Arabia Saudí poniendo así a los palestinos contra las cuerdas.

El ataque contra las ciudades fronterizas de Gaza, el secuestro de civiles, las imágenes de caos sobre Israel, tienen un objetivo muy claro: lograr que Israel ataque con dureza la Franja de Gaza, y que incluso sus soldados tengan que entrar para emplearse a fondo y rescatar a sus conciudadanos.

El ejército de Israel tiene una máxima que quedó reflejada en la canción de Abraham Fried No jews will be left behind (Ningún judío se quedará atrás). No hace falta más que recordar operaciones como Redención del Primogénito para rescatar al soldado Guilad Shalit en 2011, o Guardián del Hermano (2014), por el secuestro de tres adolescentes, para hacernos una idea de lo que vale una vida para el Ejército israelí.

En las próximas horas se espera un ataque sin precedentes de Israel, sobre la franja de Gaza además de una infiltración masiva del Tzahal para rescatar a los secuestrados y recuperar los cadáveres de los muertos. Sin embargo, las noticias que se publiquen de esta operación no van a favorecer la imagen internacional de Israel, y eso será lo que va a utilizar Irán para minar las conversaciones de paz que Israel está teniendo con los países árabes en general y con Arabia Saudí en particular.

Si Riad y Jerusalén firman la paz, Ramala no tendrá argumentos para mantener el enfrentamiento. En otras palabras, la esperanza que trajeron los Acuerdos de Abraham puede desaparecer con lo que Hamás ha denominado operación Tormenta de Aksa.

Una vez Israel sea capaz de restaurar la seguridad en su Franja Sur será el momento de pedir responsabilidad a un gobierno que en su primer año ha estado más preocupado de separar a hombres y a mujeres en lugares públicos y de hacer reformas judiciales a la carta que de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Los terroristas pasaron la valla de seguridad con total impunidad y de vuelta, fueron capaces de llevarse incluso vehículos militares israelíes. Parece que Mr. Security, como gusta hacerse llamar al primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha perdido una de sus principales cualidades.

Por el momento hay más de 100 muertos y más de 900 heridos. Al igual que ocurrió en 1973, Israel ha perdido su imagen de estado invencible y detrás de estos ataques puede haber graves fallos de inteligencia. Ahora tendremos varias semanas de operaciones militares, muertes, imágenes de civiles fallecidos por estar viviendo en edificios que albergan instalaciones militares.

Las críticas a Israel serán feroces, pero es importante no olvidar el caos generado en las ciudades israelíes este sábado. Ahora más que nunca Am Israel Jai (¡el pueblo de Israel vive!).


Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas ICADE.