La vuelta a la primera línea política de Leonel Fernández no está siendo como él esperaba. Tal vez creyó con que su mera presencia iba a abrirle las puertas del Palacio Nacional de Santo Domingo. Sin embargo, la República Dominicana actual no es la que ni él ni su sucesor dejaron. Así lo refrendan los sondeos de intención de voto realizados por las más importantes empresas demoscópicas del mundo y las encuestas de aceptación popular a las que los políticos dan tanta importancia.
El tiempo es inefable y nunca vuelve. Jean Paul Sartre dijo: «No perdamos el tiempo. Quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro». Leonel, quizá, pensó que la ciudadanía pensaría que «cualquier tiempo pasado fue mejor», pero la realidad es otra. El tiempo de Leonel pasó y su legado fue tóxico, un legado que, por cierto, no ha sido aún explicado al pueblo dominicano.
Como nada le ha salido como él pretendía, Leonel ha recurrido a una estrategia que pasa por subirse a la ola del populismo de corte trumpista que en algunos países, tanto de América como de Europa, está triunfando, un modelo de hacer política basado en la difamación, la mentira, la propaganda, pero sin el sustento inefable de los hechos.
Un ejemplo de esto se vio durante la toma de posesión de Javier Milei en Argentina, cuando, tras presentarse ante su pueblo como el salvador de su patria, reconoció que la economía iba empeorar. Más o menos lo mismo que hizo Nigel Farage en Reino Unido tras el Brexit, al reconocer públicamente que todo lo que habían prometido era falso.
Leonel ahora promete mucho. Incluso se pretende subir a la ola de las nuevas tecnologías para captar el apoyo de los sectores más jóvenes sin tener en cuenta las gravísimas consecuencias para la ciudadanía que puede conllevar, por ejemplo, la inteligencia artificial, por más que pueda servir como elemento de presunta financiación de campañas políticas.
Otro elemento que Leonel está copiando de los partidos trumpistas es el de la judicialización como arma política. En muchos países occidentales donde esas formaciones populistas están en la oposición, se está recurriendo a la presentación de querellas y demandas ante los tribunales para que sean los jueces los que frenen los proyectos aprobados por los gobiernos de turno. Esto es una ruptura absoluta de la separación de poderes y una demostración de una falta de respeto total a los pilares que sustentan los regímenes democráticos.
Leonel tiene miedo al fracaso porque él siempre se presentó como un vencedor y nadie le ha bajado de ese caballo. Leonel está acorralado y por eso está forzando la máquina hasta puntos insospechados en alguien que acusa sin haber rendido cuentas ante el pueblo.
El actual líder de Fuerza del Pueblo ocupó la Jefatura del Estado de la República Dominicana durante 12 años. Tres mandatos en los que se instauró un régimen basado en la corrupción y el clientelismo más absoluto, es decir, la antítesis de lo que el presidente Luis Abinader está construyendo desde agosto de 2020, una administración basada en la transparencia más absoluta y en la lucha inmisericorde contra la corrupción, hechos, repetimos, que han sido ponderados y puestos como ejemplo a nivel internacional.
Sin embargo, Leonel va a lo suyo y hace oídos sordos a lo que es una realidad que no admite discusión alguna. Por el contrario, él jamás ha rendido cuentas ni ha dado explicaciones públicas de todos los escándalos que surgieron durante sus mandatos.
Los fanáticos de Leonel defienden el hecho de que jamás ha sido juzgado o que nunca fue condenado por esos casos de corrupción. Sin embargo, el propio Leonel afirmó «tenerle miedo a la censura moral de mis conciudadanos, a una reprobación de mi conducta por haber obrado indebidamente». Esto explicaría que jamás haya dado ni una sola explicación respecto al régimen de corrupción que implantó durante sus tres mandatos.
Leonel está acorralado por el currículo con el que se presenta ante la ciudadanía
Además, el hecho de que no fuera condenado ni juzgado no se debe a la limpieza del líder de Fuerza del Pueblo, sino a la creación de un sistema judicial que le protegió, que archivó o sobreseyó de manera indiscriminada cualquier causa que le pudiera afectar. Los jueces puestos por Leonel fueron los paladines de su impunidad. Pero el pueblo sabe lo que pasó y, lo que es peor, lo que puede volver a ocurrir si retornara a la Jefatura del Estado.
Esta institucionalización de la impunidad contrasta con las medidas y las reformas en el sistema judicial implementadas por el gobierno de Luis Abinader, sobre todo con la creación de un órgano independiente encargado de investigar cualquier actuación corrupta, del pasado o del presente.
Leonel está acorralado por el currículo con el que se presenta ante la ciudadanía. Jamás ha explicado la financiación de la fundación Funglode ni de los cheques que los contratistas del Estado pagaban a modo de donaciones. Tampoco ha rendido cuentas sobre la corrupción que se generó durante la reconstrucción de Haití a través de fondos que se canalizaron desde República Dominicana. En una de las numerosas denuncias interpuestas contra Leonel se indicó, con soporte documental, que en un plazo muy corto de días, Funglode recibió 1,1 millones de dólares de empresarios dominicanos que se beneficiaron de las obras de reconstrucción de Haití.
Por otro lado, la mano derecha de Leonel Fernández, Félix Bautista, fue sancionado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por utilizar «su posición para involucrarse en la corrupción aprovechando los esfuerzos humanitarios relacionados con la reconstrucción de Haití […] Ha cometido importantes actos de corrupción tanto en la República Dominicana como en Haití; ha sido acusado públicamente de lavado de dinero y malversación de fondos. Bautista está involucrado en sobornos en relación con su posición como senador y se alega que cometió actos de corrupción en Haití, donde utilizó sus conexiones para obtener contratos de obras públicas para ayudar a reconstruir el país después de varios desastres naturales, incluido un caso donde a la compañía se le pagaron más de 10 millones de dólares por un trabajo que no se había completado».
La sociedad Leonel-Bautista fue muy rentable. Nada más acceder a la Presidencia en 2004, las empresas de Bautista entraron en el círculo de contratistas del Estado. De todo esto, Leonel no ha rendido cuentas ante el pueblo dominicano.
Uno de los grandes escándalos de corrupción en toda América Latina fue Odebrecht. Es un hecho probado que la constructora brasileña pagó sobornos en diferentes países para conseguir concesiones. Mientras en otras naciones, como Perú o Brasil, se condenó a los presidentes, en República Dominicana, Leonel salió impune gracias al sistema judicial creado por él.
El pueblo dominicano no ha escuchado ni una sola explicación por parte de Leonel sobre el hecho de que, en proporción, República Dominicana fue líder de la corrupción de Odebrecht. Odebrecht pagó 92 millones de dólares en sobornos en la República Dominicana de Leonel Fernández, dinero que fue incrementado, además, con sobrecostes por obras adicionales o modificaciones de ingeniería y que no fueron adjudicados a través de concursos públicos, además de que esas concesiones se mantuvieron por medio de cambios en los contratos.
Las mayores adjudicaciones a Obebrecht se realizaron durante las dos últimas presidencias de Leonel Fernández. Durante ese periodo se asignaron a la constructora brasileña 14 obras por un valor de más de 2.000 millones de dólares. De este modo, Odebrecht se convirtió en la principal contratista de la República Dominicana. Finalmente, todas estas obras terminaron costando más de 3.200 millones de dólares, superando en nueve casos el umbral del 25% permitido por la ley dominicana. Destaca, por ejemplo, la construcción de la Autopista del Coral y Circunvalación La Romana que tuvo un sobrecoste de un 148% respecto a lo presupuestado.
En las últimas semanas Leonel se ha aprendido una nueva palabra: «inconstitucional». Sin embargo, hay que recordar como, con el Caso Sun Land, un préstamo de 130 millones de dólares, se saltó todos los controles democráticos al no informar al Congreso Nacional y violó los acuerdos con el FMI al no informar al Fondo del mismo. Ante el sistema judicial impuesto por Leonel en República Dominicana, garante de la impunidad ante la corrupción, varios ciudadanos se vieron obligados a interponer demandas en España y Estados Unidos.
El currículo de Leonel es inmenso, lo que le deslegitima ante el pueblo dominicano puesto que jamás ha dado una sola explicación a todo lo que sucedió durante sus mandatos. Todo ello contrasta con el régimen de transparencia actual en el que no se mira el quién sino el qué y el cómo para adoptar medidas coercitivas si fueran necesarias. Los hechos así lo demuestran y, por desgracia para Leonel, la realidad es inescrutable.
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