Este año 2023 puede marcar sin duda un antes y un después en la vida política e institucional de España, pero también podría quedar en uno más de tantos sobresaltos como jalonan nuestra historia reciente, tan ruidosa en lo político pero tan firme en lo sustancial, pues sustancial es el régimen constitucional que nos dimos los españoles en 1978. Un acuerdo histórico que ha propiciado, sin duda, el mejor periodo de nuestra Historia en cuanto a convivencia, progreso, integración, libertad y solidaridad.

Todo proceso electoral lleva intrínsecamente ligada una exacerbación general de la política, entendida ésta como la vía mediante la cual la Nación analiza los problemas y las aspiraciones de las y los ciudadanos, señala las causas y las razones de unos y otras, propone soluciones a través de programas de gobierno y articula mayorías estables para tratar de llevarlas a cabo. Es innegable que la aparición de opciones de corte populista a uno y otro lado del espectro político tradicional, han generado tensiones extraordinarias que amenazan con volar todos los puentes de encuentro y centralidad -no confundir con centrismo-, como evidente resulta también que la mayoría absoluta que me otorgaron los ciudadanos de Castilla-La Mancha en mayo tiene mucho que ver con un modo de hacer política basado en el encuentro, en el diálogo, en la capacidad de acuerdo y en anteponer la defensa de Castilla-La Mancha a cualquier interés personal o de partido.

Una de las funciones básicas de un gobierno es la de gestionar la ansiedad, porque una cosa es gobernar con corazón, con ganas, con coraje incluso, y otra muy diferente perder el norte, olvidar que se gobierna para todos

presidente de castilla-la mancha

Durante muchos meses, sobre todo desde el proceso de conformación de los nuevos gobiernos autonómicos y municipales entre Vox y el Partido Popular, se ha asentado la idea de que una cosa es lo que se dice en campaña, o desde la oposición, y otra muy diferente es renunciar al ejercicio del poder, aunque sea a trozos. Esta situación ha llegado al límite de lo sostenible en las últimas semanas previas a la constitución del nuevo Gobierno de España, después de una compleja negociación a cinco bandas. Siempre he mantenido que una de las funciones básicas de un gobierno es la de gestionar la ansiedad, porque una cosa es gobernar con corazón, con ganas, con coraje incluso, y otra muy diferente perder el norte, olvidar que se gobierna para todos, y que el corazón se apoya, se retroalimenta, con el cerebro y no con las vísceras. En estos meses hemos asistido, sin embargo, a un proceso en virtud del cual no es la política la que obliga a gestionar la ansiedad, sino la ansiedad la que nos ha obligado a gestionar la política, y eso no es bueno. Así lo manifesté, así lo hice ver, y así lo sigo pensando.

La alternativa a los puentes, al diálogo, a la gestión de la ansiedad y la visceralidad desde la política, es el abismo, que nos obliga a hablar de uno al otro lado a gritos, hasta que el cansancio termina por darnos la espalda en lugar de la mano.

El partido que tanta ansiedad y que tanto debate ha generado, acaba prácticamente de empezar

presidente de castilla-la mancha

Afortunadamente, se abre un nuevo periodo de gobierno de cuyo resultado extraeremos conclusiones que resultarán vitales a la hora de mantener el rumbo de la nave que es España en cualquier estado de la mar. La ansiedad dejará de obligarnos a gestionar la política para permitirnos gestionar el gobierno del Estado. En Castilla-La Mancha, ese tiempo llegó de inmediato, y pese al ruido imperante, hemos seguido marcando hitos importantes en la mejora de la sanidad, de la educación, de la atención social y de la economía.

No hemos dejado de gobernar la nave, ni de legislar -vamos a ser la primera comunidad en eliminar la brecha salarial de género por ley-, ni de llegar a acuerdos con la sociedad. La estabilidad política sigue siendo clave en la captación de inversiones, y esto es posible porque no solo no hemos volado los puentes, sino que los vamos reforzando día a día, encuentro a encuentro, proyecto compartido a proyecto compartido.

Deseo profundamente que en esta nueva etapa sigamos profundizando en la cohesión territorial, en la solidaridad, en la defensa del marco constitucional y en el progreso de la sociedad. Y deseo profundamente que en este camino, los socialistas sigamos siendo el alma, el corazón y la cabeza de una España que crezca más fuerte, más unida y más justa, porque nadie ha estado nunca más capacitado y más dispuesto que nosotros. El partido que tanta pasión ha despertado, que tantas crónicas, que tanta ansiedad y que tanto debate ha generado, acaba prácticamente de empezar. Y si cada uno cumple con su papel institucional, el resultado será el que todos esperamos y deseamos.