Don Juan Carlos, a él no le gusta que le llamen "rey emérito" y prefiere que se le siga llamando Rey, con mayúsculas, vive en la isla de Nurai (Abu Dabi), en una casa grande y cómoda con vistas al mar. El jeque Mohamed bin Zayed (presidente de los Emiratos Árabes Unidos) acogió como a un hermano al padre de Felipe VI cuando, en agosto de 2020, decidió marcharse en secreto de España para, según sus propias palabras, "no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni ser un obstáculo para mi hijo en sus funciones de soberano".
Creo que no es necesario recordar que durante los meses previos a su expatriación había salido a la luz la existencia de una cuenta no declarada en Suiza, con 100 millones de dólares, y la reclamación que sobre ese dinero había hecho Corinna Larsen, la empresaria alemana con la que había mantenido durante años una relación íntima. Por cierto, el nombre de esta mujer no aparece ni una sola vez en las memorias que acaba de publicar don Juan Carlos en colaboración con Laurence Debray (Juan Carlos I. Reconciliación, ed. Planeta).
Las personas que escriben sus memorias suelen hacerlo por varios motivos, pero en todas hay un punto de vanidad y bastante subjetivismo a la hora de mostrar su lado oscuro. La intención del hombre que reinó en España durante casi cuarenta años (desde 1977 hasta 2014) no es otra que reivindicar su obra, hacer brillar todos sus méritos con la esperanza de que los españoles, empezando por los reyes, le pidan su regreso... y que su mujer, Sofía (Sofi) le perdone.
Cuando se marchó de España, él pensaba que volvería a los pocos meses. Pero lleva en Abu Dabi más de cinco años y no parece que su vuelta esté próxima. Aunque no lo dice expresamente, deja entrever que por deseo de Felipe VI y del Gobierno. Por él, se plantaría aquí mañana mismo y permanecería en España hasta su muerte, donde espera ser "enterrado con honores". La versión de Zarzuela es otra: puede volver cuando quiera, pero, al fijar en España su residencia, tendría que declarar su patrimonio y sus ingresos a Hacienda. En Abu Dabi es otra cosa. Se come menos jamón, pero se pagan menos impuestos.
Es indudable que don Juan Carlos pasará a la historia más por sus méritos que por su mala cabeza y sus, como él los llama, "deslices". Fue el catalizador de la recuperación de la democracia; frenó el golpe del 23-F y colaboró primordialmente al consenso político que hizo posible la Transición. Entre los personajes a los que dedica más elogios, junto a Adolfo Suárez, figura Santiago Carrillo, histórico líder del Partido Comunista de España (PCE).
Las memorias de don Juan Carlos son una reivindicación de su legado, además de una súplica hacia su hijo y hacia su esposa
Sobre esa etapa crucial no aporta grandes novedades, pero sí una visión muy personal, y políticamente incorrecta, del entonces jefe del Estado, Francisco Franco. Cuenta don Juan Carlos que en las reuniones semanales que tenía con él en el Palacio de El Pardo hablaban con bastante naturalidad, sin cortapisas. En una ocasión le preguntó: "¿Por qué no se da libertad a los ciudadanos para crear partidos políticos?". Y Franco le respondió: "Yo no puedo hacerlo, pero usted lo hará más tarde". Ahondando en ello, cuenta don Juan Carlos que, en 1971, siendo príncipe de España, y en viaje oficial a Estados Unidos, participó en una conversación con personas influyentes que debía ser off the record. Se confió y les dijo que los españoles deseaban más libertad. Al día siguiente, varios medios recogieron sus palabras. A su vuelta a España, acudió inmediatamente a El Pardo, donde el Caudillo le esperaba con los recortes de los periódicos sobre su mesa de despacho. Franco no le abroncó, le dijo tranquilamente: "Alteza, hay cosas que pueden decirse allá y que no pueden decirse aquí; y hay cosas que pueden decirse aquí, pero no pueden decirse allá".
Ya cerca de la muerte del dictador, el príncipe le insistió: "¿Por qué no pone en marcha las reformas para abrir el régimen?". A lo que Franco contestó: "Le toca a usted hacerlo. Yo no puedo".
Ya en su cama, poco antes de morir, Franco le rogó al príncipe: "Alteza, le pido una sola cosa: mantenga la unidad del país".
Don Juan Carlos deja claro que Franco, que tenía todo el poder para elegir como sucesor a alguien más continuista, como Alfonso de Borbón y Dampierre, primo del príncipe y casado con Carmen Martínez-Bordiú, su nieta, le designó a él porque pensaba que era la persona que podía introducir cambios políticos sustanciales en España. Esa visión del dictador, alejada del individuo sanguinario, sin escrúpulos y corto de entendederas que pinta cierta izquierda, es, tal vez, una de las aportaciones más interesantes de estas memorias. Sobre la conciencia del papel del dictador en la reinstauración de la monarquía, don Juan Carlos no deja lugar a dudas: "Si logré llegar a ser Rey, fue gracias a él. Nunca dejé que nadie le criticara delante de mí".
Otra cosa que queda clara en las casi 500 páginas de su autobiografía es que no le tiene ninguna simpatía al gobierno de Pedro Sánchez. Atribuye a la "presión del Gobierno" su decisión de marcharse de España. Así lo justifica: "El Gobierno, una alianza de partidos de izquierda y extrema izquierda republicana asociada con los independentistas que no ha dejado de saltarse constantemente las prerrogativas del Rey, debía estar mas que satisfecho con esta situación".
Habla en concreto de algunas personas que, en su opinión, jugaron un papel destacado en su difamación: "En noviembre de 2020, la Fiscal General del Estado, antes ministra de Justicia (se refiere a Dolores Delgado), convocó una rueda de prensa en la que me acusó sin pruebas de tener una cuenta bancaria no declarada en Jersey, un paraíso fiscal. Todo era falso, pero reavivó la maquinaria de rumores y sospechas que se habían apagado un poco". También acusa a Delgado de tener "en un cajón" el archivo de la investigación contra él, con el objetivo de "seguir buscando razones para incriminarme". Lo que se acerca mucho a atribuirle a la ex Fiscal General un delito de prevaricación.
En la primavera de 2022, don Juan Carlos hizo su primer viaje a España tras su expatriación para participar en una regata. Él pensaba volver en junio, pero Felipe VI le conminó a no hacerlo: "El Gobierno me ha pedido que te diga que no vuelvas en junio para el Mundial de vela de Sanxenxo".
Lamenta el padre del Rey que ahora se haya perdido el afán de trabajar unidos por encima de las ideologías. "Este impulso se ha perdido y yo lo lamento amargamente. Es algo que explica en parte la crisis de la democracia que viven en la actualidad muchos países". Para, más adelante, cuestionar uno de los ejes del Gobierno de Sánchez: "Hoy en día, hay quienes sienten necesidad de redescubrir una 'memoria histórica', como se dice. Mientras no se utilice por politiqueo o por venganza, y mientras contribuya a nuestra convivencia, puedo entenderlo, pero no es eso lo que he observado recientemente en las últimas decisiones gubernamentales, que de nuevo tienden a enfrentar a unos contra otros, a víctimas contra verdugos, cuando hemos movilizado tantos esfuerzos para poner fin a estos sufrimientos".
Don Juan Carlos cree que al atacarle a él no se fortalece a la Corona, sino todo lo contrario. "Si el actual Gobierno desacredita mi persona, debilita nuestra Constitución y pone en entredicho los logros de la Transición y nuestra reconciliación".
El padre del Rey, por tanto, pretende estar blindado contra la crítica, amparándose en la Constitución y en el legado de la Transición. Don Juan Carlos sería entonces no sólo inviolable penalmente, sino también "incriticable".
Interesantes de leer, estas memorias decepcionan porque no abordan sino de pasada dos aspectos centrales de la etapa final de su reinado: su relación con Corinna Larsen y el trasiego de dinero que acarreó; y su abdicación, de la que sólo da algunas pinceladas.
Pretender que su largo affaire con Larsen fue sólo uno de sus deslices es faltar a la verdad. Tanto de esa tóxica relación como de su abdicación tendría mucho que decir el ex director del CNI Félix Sanz Roldán, al que, por cierto, don Juan Carlos sólo cita en una ocasión. El general hizo de muro durante mucho tiempo y siempre le fue leal.
Tampoco creo que le sirvan de mucho estas memorias para recuperar la relación con su hijo. Fueron sus andanzas las que hicieron peligrar la continuidad de la Monarquía. Felipe VI ha optado por la prudencia y la distancia con él para salvaguardar la institución, como hizo su padre cuando asumió la Corona saltándose la línea dinástica. Como el propio don Juan Carlos recuerda en el libro, su padre, don Juan, estuvo meses sin hablarle, hasta que, al final, le perdonó.
Las reiteradas frases cariñosas que le dedica a su esposa, doña Sofía, suenan a lamento tardío. El sufrimiento de la que fuera reina de España sólo ella lo sabe.
Quiere volver don Juan Carlos, y el libro de memorias es toda una súplica. Seamos generosos. Que regrese sería una prueba de madurez. También él merece descansar en paz porque, en gran medida, se lo ha ganado.
Te puede interesar
Lo más visto
Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registrado