Quiero que Enric Millo sea el cauce de diálogo entre los catalanes y el Gobierno”, ha proclamado hoy la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría en la toma de posesión del nuevo delegado del Gobierno en Cataluña. Un acto que ha acogido, por primera vez en la sede de la calle Mallorca de Barcelona al número tres del gobierno de la Generalitat, Raül Romeva, además de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el vicepresidente de la Mesa del Parlament, Lluis Corominas (PDCat) y su primer secretario, David Pérez (PSC). También estaba ahí el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, y por supuesto la plana mayor del PP catalán encabezada por Xavier García Albiol, el ex ministro Jorge Fernández y Alicia Sánchez Camacho.

El desembarco gubernamental ha sido igualmente impresionante, encabezado por la vicepresidenta, secundada por la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, y los secretarios de Estado de Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro, y de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón. Una puesta en escena de máximos para dejar clara cuál va a ser la prioridad del Gobierno en los próximos meses.

Sáenz de Santamaría ha insistido en ello, además, durante su intervención, en la que ha dado a Millo un protagonismo inédito hasta ahora en la Delegación del Gobierno, otorgándole un papel de interlocutor preferente del Gobierno con la sociedad catalana que hasta ahora han conservado cuidadosamente los diferentes líderes del PP catalán durante los mandatos populares, y que puede dejar descolocado a Xavier García Albiol, actual líder del PPC. Hay que remontarse al mandato de Julia García-Valdecasas para encontrar a un delegado con el peso que hoy le ha otorgado la vicepresidenta del Gobierno a Millo.

Diálogo y lealtad institucional

El nuevo delegado “forma parte a partir de ahora de mi equipo”, ha proclamado Sáenz de Santamaría tras insistir en su buena sintonía personal y en el papel clave que va a jugar en la relación entre el Gobierno y las instituciones catalanas. Una relación en la que hoy “se abre una nueva etapa”, ha afirmado la vicepresidenta, marcada por el diálogo y la “lealtad institucional”.

Una filosofía que ha abrazado Millo, quien ha anunciado su voluntad de “tender mi mano al gobierno de la Generalitat y a todos los ayuntamientos catalanes” con los que su predecesora, Llanos de Luna, ha mantenido una relación tensa por los incumplimientos legales de carácter simbólico a favor del independentismo. En este sentido, ha asegurado que “trabajaré para reducir las distancias, con serenidad, sin estridencias y con diálogo pero también con exigencia del cumplimiento de la ley”.

El nuevo delegado ha insistido una y otra vez en su voluntad de diálogo para dejar atrás “disputas estériles” y que la Delegación “se convierta en la casa de todos lo catalanes”. Una casa que Soraya Sáenz de Santamaría ha prometido que “visitará muy a menudo” en su nuevo papel como máxima responsable de la “carpeta catalana”.