Pedro no tiene fondo político para ser secretario general de España". "A éste lo quiero muerto hoy". Entre ambas frases median dos años. La primera es de octubre de 2014, cuando Susana Díaz reconoce ante su equipo que se arrepiente de haber convertido a Pedro Sánchez en líder del PSOE apenas tres meses antes, el 14 de julio. La segunda es del 1 de octubre de 2016, durante el Comité Federal que derribó al secretario general, cuando le dejó claro a la presidenta de Baleares, Francina Armengol, que no había otro desenlace posible en ese cónclave.

En estos dos años, la presidenta andaluza también ha cambiado. El vértigo que le daba entonces el salto a Madrid se ha convertido ahora en un sueño que acaricia con los dedos. También en un reto y una imposición de sus aliados, que no le permitían ni una duda más, a pesar del tremendo riesgo que asume con este paso.

En octubre de 2014, Díaz explicaba a su entorno que cada día que pasaba se sentía más capacitada que Pedro Sánchez para dar la respuesta del PSOE que "necesita el país" y para ganarle las elecciones generales al PP. En concreto, le reprochaba una "falta de modelo de estado claro" y de sentido de la responsabilidad institucional que ella sí cree haber demostrado con la abstención en la investidura de Mariano Rajoy.

El firme apoyo de los barones y referentes del PSOE que se aliaron con ella para derribar a Pedro Sánchez le han ayudado a superar sus inseguridades y a dejarse guiar por quienes le susurran al oído que su destino es la Moncloa. En realidad, los dos años de operación derribo se han convertido en dos años de operación lanzamiento. Lo uno iba indisolublemente ligado a lo otro, por mucho que la Gestora lo niegue.

Susana Díaz siente que ha llegado su momento. Lleva 22 años afiliada al PSOE, subiendo escalón a escalón, trabajando día y noche por su carrera política, sin reparar en horas o festivos. Un ejemplo de esa dedicación fue su primera campaña electoral como candidata, en marzo de 2015. Díaz afrontó la caravana electoral embarazada de su primer hijo, al que citó en el primer mitin. "Quiero mirar a los ojos de mi hijo y decirle que hemos dejado una Andalucía mejor", arrancó la campaña.

Los quince días fueron una sucesión de regalos para el bebé por toda Andalucía, que la presidenta agradecía con besos y abrazos, especialmente a los niños que acudían a sus actos. En más de una ocasión, las periodistas de la caravana le advirtieron del riesgo que corría con ese contacto permanente con menores, que podrían contagiarle alguna enfermedad en los primeros meses de una gestación mucho tiempo deseada. La candidata no hizo caso ni limitó su contacto con el pueblo. Ahora lleva meses buscando su segundo hijo.

El rencor a Sánchez une a sectores enfrentados del PSOE en torno a Díaz

Este domingo, la mayoría de la dirigencia del partido le agradecerá los servicios prestados y su implicación a la hora de acabar con un líder al que consideran "mentiroso" e indigno de confianza. Con ese apoyo apabullante, Díaz quiere demostrar que es la única capaz de unir a todos los sectores y referentes del PSOE, muchos de ellos enfrentados durante años. A Felipe y a Guerra. A Zapatero y a Bono. A Rubalcaba y a Chacón.

Pero no dice que buena parte del pegamento que usa es el rencor común hacia el ex secretario general, más aún tras su condición de renacido entre los muertos. "Susana decía que muerto el perro se acabó la rabia. Y mira dónde está el perro", explicaba con resignación un diputado tras la reaparición de Sánchez.

El ex secretario general es el principal obstáculo para cumplir su hoja de ruta. En los planes no se contemplaba su reaparición política, y mucho menos el entusiasmo que ha causado entre la militancia. No obstante, el entorno de la presidenta da por hecha la victoria sin lugar a dudas.

La noche antes de su derrota, Díaz garantizó a Chacón una victoria segura

Olvidan a propósito el amargo recuerdo de esa noche del 3 de febrero de 2012 en Sevilla, la víspera de las votaciones del congreso regional que Alfredo Pérez Rubalcaba ganó a Carmen Chacón por 22 votos. En la habitación del hotel Renacimiento, Susana Díaz repasaba los números y también garantizaba a la ex ministra catalana un triunfo incontestable. Junto a ella se encontraba Máximo Díaz Cano, ahora secretario general de la Presidencia de la Junta de Andalucía, y uno de los que más ha trabajado para que Díaz llegue a Ferraz.

Desde que José Antonio Griñán desistió de nombrar sucesor a Mario Jiménez (junio de 2012), dadas las amenazas del PSOE de Sevilla de incendiar el partido si la elegida no era Susana Díaz, la dirigente trianera se ha apoyado en Díaz Cano con la vista puesta en Madrid. Él fue uno de los primeros en detectar el gran potencial de la sevillana, que inició una operación My Fair Lady para prepararse para la institución. Contrató a un coach, se apuntó al Instituto Británico, se inició en las lecturas, películas y música recomendadas por Griñán y cambió radicalmente su imagen, de pelo negro rizado a melena lisa rubia.

"Con la gestión no se ganan elecciones"

Como candidata, ofrecía una imagen muy potente, por lo que pronto aprendió que "con la gestión no se ganan elecciones". Esa faceta de la política nunca le apasionó, por eso se rodea de gabinetes grises y de bajo perfil que no le hagan sombra. Lo suyo es lo que ella considera la política con mayúsculas, la orgánica y la institucional, la que da grandes titulares.

En ese sentido, el control de la comunicación es exhaustivo. En los tres años y medio que lleva de presidenta de la Junta, sólo ha ofrecido una rueda de prensa en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia. Siendo generosos en el recuento, ha ofrecido unas 20 intervenciones ante los periodistas en 42 meses de gobierno. Una media de una cada dos meses, y considerando como tales las que ofrece de pie en las ferias de turismo o en la visita a los ocho alcaldes de capitales andaluzas. Sentada frente a los informadores que siguen la actualidad política andaluza, sólo una vez en tres años.

Sólo ha dado una rueda de prensa en San Telmo en tres años y medio

Su política comunicativa consiste en acudir a programas de máxima audiencia para enviar su mensaje sin muchas preguntas incómodas. Igual lo hace en los canutazos que ofrece en actos públicos, en los que sólo escucha las preguntas que le interesan. Las delicadas siempre se quedan sin respuesta. Así da titulares sin explicaciones.

Para mostrar el apoyo unánime del partido a su candidatura, Susana Díaz se pone de largo este domingo ante 6.000 personas y con dirigentes de todas las comunidades. Será presentada por el diputado vasco Eduardo Madina, la ex ministra Matilde Fernández y el alcalde de Cornellá de Llobregat (Barcelona), Antonio Balmon. Fernández fue, junto a Rosa Díez, la primera socialista que compitió para ser secretaria general del partido. Ambas perdieron frente a Zapatero.

El ex presidente, amigo personal de Díaz, también acudirá al acto, junto a Felipe González; el ex vicepresidente Alfonso Guerra; el exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba y los presidentes de las comunidades de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; de Aragón, Javier Lambán; de Valencia, Ximo Puig, y de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, entre otros.