Ya no hay cuadrillas de escoltas en el exterior. Tampoco coches blindados esperando. Ni siquiera los controles de acceso férreos se mantienen. Las sedes del PP han dejado de ser los fortines en los que se habían convertido tras décadas de agresiones. Simbolizaron la amenaza en la que los populares vascos han ejercido la política en Euskadi bajo la amenaza de ETA y su entorno. Hace apenas un mes que los últimos cargos de la formación en el País Vasco dejaron de tener guardaespaldas y recuperaron la libertad plena que tenían casi olvidada. Es evidente que el clima se ha relajado, que ser del PP hoy ya no supone jugarse el tipo. Pero la inercia no ha desaparecido y los tics del pasado, que obligan a mantener encendida la alarma, reaparecen en ocasiones.
El martes para los populares será un ejercicio de deja vú, una vuelta a los tiempos más difíciles. De nuevo simpatizantes de la izquierda abertzale se apostarán ante sus sedes para señalarles. El mismo dedo acusador que durante décadas orientó a ETA estará frente a sus sedes. Ahora, en ausencia de violencia etarra, pero muchos de los rostros continúan siendo los mismos que entonces. Los referentes, también. Arnaldo Otegi se erige como el líder de una “refundada” izquierda abertzale que ha vuelto a poner en su punto de mira al partido que dirige Alfonso Alonso.
Sortu ha convocado a sus simpatizantes a concentrarse el martes ante las sedes del PP para denunciar su corrupción
Si tiempo atrás los argumentos para atacar al PP y sus militantes era acusarles de ser responsables de la “represión” y el “acoso” al pueblo vasco, la “nueva izquierda abertzale” ha recuperado el argumentario y la estrategia de su pasado reciente. En esta ocasión en formato suavizado, el “escrache”. La convocatoria realizada el pasado miércoles por el miembro de EH Bildu, Arkaitz Rodríguez, tiene como argumento central denunciar la corrupción en las filas del PP. Sin embargo, lo hace bajo un lema que retrotrae a hace más de dos décadas, a tiempos oscuros, en los que la voz en la extinta Herri Batasuna la ponía un histórico dirigente radical: Jon Idigoras.
La convocatoria de escrache ante las sedes del PP vasco se llevará a cabo bajo el lema “Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria”. La frase la pronunció Idigoras en 1995 desde el estrado del Congreso de los Diputados. La convocatoria tiene a la corrupción como justificación circunstancial y la reivindicación del “derecho a decidir” como verdadero telón de fondo. En la convocatoria de Sortu Arkaitz Rodríguez hiló ambos argumentos a través de una relación rocambolesca al señalar que “la única solución a la corrupción sistemática en el Reino de España es la puesta en marcha de un proceso independentista”.
“Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria”
Es el mismo giro argumental que empleó hace 22 años Idigoras aquella tarde de 1995 ante un impertérrito presidente del Gobierno, Felipe González, entonces ahogado por los GAL y la corrupción de los suyos. Entonces, en una intervención de apenas seis minutos, Idigoras arremetió contra las instituciones del Estado –el Congreso, la Guardia Civil, la Monarquía, la Justicia…- asegurando que eran corruptas y que por eso debían “dejar en paz Euskal Herria” para no “interferir” en sus asuntos y “sacar sus sucias manos” de ella.
Idigoras falleció en 2005. Durante muchos años fue un referente del mundo radical. Encarcelado en ocho ocasiones, estuvo vinculado al denominado “frente obrero” de ETA. Fue portavoz de HB y diputado en las Cortes. La memoria de Idigoras, aficionado a los toros y banderillero frustrado, ha sido recuperada ahora por Sortu quien remite a aquella intervención en el Congreso en la que se refirió como “militantes vascos” a los miembros de ETA fallecidos a consecuencia de la acciones de los GAL. Acusó a los parlamentarios de la Cámara de haber dado “vía libre a la tortura” o de haber aprobado el uso de fondos reservados para que se cometieran atentados como los que él mismo sufrió la noche del 20 de noviembre de 1989 –víspera de la sesión constitutiva del Congreso- en el restaurante Basque de Madrid y en el que falleció el parlamentario de HB, Josu Muguruza.
Sortu ha recuperado el mensaje de un histórico de HB, Jon Idígoras, para justificar en razones de corrupción las acciones de coacción ante las sedes
Los casos de corrupción en las filas del PP han suscitado un malestar mayor aún si cabe entre la militancia del País Vasco. En todos estos años los máximos responsables de la formación en Euskadi han denunciado que mientras ellos se jugaban la vida para defender las ideas del partido y sufrían por ello acoso y amenazas, otros se dedicaban a la corrupción.
La sede del PP en Amurrio simboliza como ninguna otra la resistencia y acoso en la que durante años han tenido que ejerce su labor política muchos concejales de esta formación. Actualmente Montserrat Canive es la única concejala popular en Amurrio. Su sede, junto con la que operó en Llodio, es la más atacada por el entorno de la izquierda abertzale. En el largo capítulo de coacciones no han faltado los escraches, “habitualmente los viernes”, puntualiza.
Amurrio, un largo historial de ataques
Este martes, para cuando Sortu ha convocado las movilizaciones ante las sedes del PP, Canive asegura que acudirá a la oficina del partido como cualquier otro día. Lo hará sola, sin escolta ni compañeros de formación. Es la única representante del PP en el municipio. Está convencida de que cuando llegue tendrá un escrache o algún tipo de coacción. “Mi obligación es ir a trabajar e iré, no voy a dejar de hacerlo por las coacciones, ese es el objetivo que ellos tienen, coaccionarnos. Llevo 22 años de concejal y no lo he hecho en situaciones mucho más complicadas y no lo voy a hacer ahora”.
Esta mujer ha sido una de las últimas en llevar escolta en el País Vasco. La ha tenido desde hace 20 años. El pasado 1 de abril le fue retirada la protección. “Estoy aprendiendo, acostumbrándome a vivir así, no es fácil. Por ahora no he tenido ningún problema”. Montserrat conoce como nadie lo que es sufrir una agresión en la sede que a pie de calle tiene el PP en Amurrio. Las ha sufrido “docenas y docenas de veces” y de todo tipo: “Nos han roto los cristales, han pintado dianas, pintadas insultantes, amenazas, muñecos con sangre a la puerta, nos han arrojado estiércol, coches con megafonía insultando, concentraciones haciendo escraches, etc. Como ves, de todo”. No oculta que desde hace dos o tres años la presión se ha relajado de modo importante y ya no se repiten los episodios habituales de tiempo atrás.
“El martes iré sola a la sede. Tras 20 años ya no tengo escolta y estoy acostumbrándome a vivir así, no es fácil”
La presión en las sedes del PP no ha cesado en este tiempo. Pese a que su intensidad sí se ha rebajado, desde que ETA anunció el final de sus acciones armadas en octubre de 2011 los populares han sufrido varias agresiones a sus locales. Inicialmente estuvieron impulsadas por los sectores afines a la izquierda abertzale ‘oficial’ pero en los últimos meses se han producido algunos casos de sectores afines al Movimiento Pro Amnistia y Contra la Represión (ATA), el sector crítico con la izquierda abertzale. El último episodio se produjo en la sede del PP en Barakaldo donde apareció una pintada en la puerta con la palabra “Asesinos”.
La situación de los presos de ETA ha sido en los últimos años el argumento recurrente para arremeter contra las sedes del PP, como sucedió en 2013 contra la ubicada en Getxo, atacada con cocteles incendiarios o el ataque sufrido por la sede de los populares en San Sebastián ese mismo año. La difícil situación por la que han atravesado los populares para abrir sedes se vio reflejada el pasado verano cuando el presidente del PP en Guipúzcoa, Borja Sémper llegó a afirmar que era “un sueño” poder abrir una oficina electoral en el centro de la capital guipuzcoana.
‘Escraches’ a la Ertzaintza
La debilidad financiera de la formación en el País Vasco y la necesidad de asumir importantes gastos de mantenimiento y reformas en las sedes, en muchos casos sometidas a ataques de modo reiterado, han hecho que el PP haya reducido de modo importante sus delegaciones. Actualmente apenas cuenta con media docena en toda Euskadi. Álava ha sido el territorio donde mayor número de locales han cerrado, como es el caso de las sedes que existieron en Nanclares de Oca y Llodio. Hoy tan sólo permanece la situada en la capital, Vitoria, y la de Amurrio.
Amaya Fernández: "Quienes ni siquiera condenan el terrorismo es sorprendente que ahora nos quieran dar lecciones de moralidad"
En el PP la nueva estrategia de la refundada izquierda abertzale ha recibido el rechazo inmediato. Su secretaria general, Amaya Fernández, la ha calificado de “hostigamiento y cacería” contra su partido. En su opinión supone en regreso a tácticas del pasado en las que el “acoso y la persecución” se convirtieron en el instrumento “de acción política” de la izquierda abertzale. Fernández recuerda a Sortu que no admitirán que se justifiquen las concentraciones ante las sedes populares por los casos de corrupción “de colectivos que ni siquiera condenan el terrorismo, que se quite la vida, es sorprendente que ahora nos quieran dar lecciones de moralidad”. El presidente del PP en Guipúzcoa, Borja Semper ha respondido que si le provoca “mucho asco la corrupción” aún más le generan “los asesinos y quienes les justifican, ninguna lección de ellos”.
El PP no es la única organización contra la que la izquierda abertzale ha organizado concentraciones acusatorias. La Ertzaintza también los ha sufrido ante sus comisarias, donde durante varios días el entorno radical ha promovido concentraciones acusándoles de haber practicado la tortura.
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