Juan Arza dice en voz alta lo que muchos dirigentes y militantes del PP comentan en privado. Que la gestión del referéndum ilegal del 1 de octubre fue un desastre; que la policía fue enviada a la boca del lobo; que habría que haber esperado más tiempo antes de celebrar las elecciones catalanas y que el PP no puede seguir ciego y sordo ante las demandas de la sociedad. Tras haber participado en la fundación del colectivo Sociedad Civil Catalana, en marzo se convirtió en secretario de Estudios Políticos de la Ejecutiva de Xavier García Albiol. Este lunes ha dimitido del cargo tras pedir la convocatoria de un congreso regional que suponga una renovación integral del partido.

P.- ¿Cuáles son los motivos de su dimisión?

R.- Hace tiempo que la sociedad nos da el mensaje de que tenemos que cambiar. En estas elecciones el mensaje nos ha llegado de manera muy contundente. El PP tiene que renovarse ideológicamente, organizativamente y ofrecer una alternativa política sólida, fiable e ilusionante. Tiene que enviar ese mensaje a la sociedad. Creo que alguien tenía que dar un primer paso. Con toda modestia, si mi posición sirve un poco de estímulo para que otros tomen las decisiones que tienen que tomar me daré por satisfecho.

P.- ¿Se refiere a toda la sociedad española o sólo a la catalana?

R.- La sociedad catalana ha sido especialmente dura con nosotros, pero creo que en los últimos procesos electorales, en los medios de comunicación y en las redes sociales estamos percibiendo una desconexión del PP en relación a toda la sociedad española. Hay una parte de la sociedad que sigue confiando en nosotros, pero esa parte podría ser mucho mayor. Hay mucha gente que ha dejado de confiar en nosotros y eso no puede ser. Son personas que comparten nuestros ideales, que quieren a su país, a España; que creen en la libre empresa, en los autónomos, en los trabajadores, en una burocracia eficiente, en las bajadas de impuestos, en un estado con una dimensión adecuada. Es gente que tiene ideas liberales, que más o menos se identifica con los valores del humanismo cristiano y que siempre habíamos sido su partido de referencia. Creo que esto debe llevarnos a una reflexión para que vuelvan a confiar en nosotros.

P.- Han dejado de confiar en ustedes y han empezado a confiar en otro partido.

R.- Lógico. Hasta cierto punto el PP está muy condicionado y muy limitado porque es un partido de Gobierno. Tiene y ha tenido responsabilidades. Es un partido muy grande, con 800.000 militantes, creo que con 23.000 concejales y centenares de diputados. Por tanto, no tiene una posición tan cómoda ni tan maniobrable o flexible como la que tiene Ciudadanos, que es un partido nuevo, ágil y que se puede permitir licencias que un partido de Gobierno no se puede permitir. Por tanto es un partido muy atractivo, con una comunicación muy eficaz. Nosotros tenemos que copiar y que modernizar nuestra forma de comunicarnos con la sociedad, nuestras estructuras y nuestra organización, pero sin perder nuestros valores y sin dejar de ser un partido de gobierno. Podemos ser un partido prudente, pero no inmovilista. Podemos ser un partido discreto y contenido en la comunicación, pero no un partido callado y sordo a las demandas ciudadanas. Podemos conservar nuestros valores pero sin renunciar a una comunicación más ágil y a una mejor interacción con la sociedad.

P.- Su dimisión llega tras un Comité Ejecutivo del PP catalán con grandes ausencias y pocas voces críticas.

R.- Hubo más voces críticas y todas lo fueron desde la lealtad al partido y el respeto máximo a Xavi García Albiol y a la dirección del partido. Pero también desde la crítica constructiva. No fui la única voz que dijo que la campaña podía haber funcionado mejor, que la estructura surgida del último congreso regional podría haber funcionado mejor, que la comunicación y coordinación entre partido y Gobierno podría haber funcionado mejor, que podríamos haber sido más corajosos y tener más valentía en nuestra relación con la dirección nacional y el Gobierno. No fui el único que hizo ese tipo de afirmaciones.

P.- ¿Hubo por parte del presidente y candidato falta de autocrítica?

R.- Creo que la posición del presidente es comprensible; va a intentar ahora evitar en la medida de lo posible que se desaten conflictos internos que podrían ser perjudiciales y que puede tener un temor comprensible a dañar la imagen del partido a nivel nacional. Pero creo que se puede hacer autocrítica sin caer en eso. Y sí, honestamente, echo un poco de menos más autocrítica tanto en el presidente como en el resto de la dirección. Quizás se han echado demasiados balones fuera, estamos demasiado obsesionados con Ciudadanos y quizás también estamos demasiado obsesionados con determinados medios de comunicación. Deberíamos ser más proactivos y fijarnos más en lo que podemos mejorar y no tanto echarles la culpa a las circunstancias y a los demás.

P.- ¿A su juicio cuáles son los motivos? Ha citado la campaña, la comunicación, la relación con la dirección nacional…

R.- Creo que las decisiones que se toman en la dirección nacional y en el Gobierno tienen que escuchar más la opinión de las personas que estamos sobre el terreno. Se han tomado demasiadas decisiones que no tenían en cuenta cuál era la realidad de Cataluña, cómo se vivían las cosas en Cataluña. Creo que también se han dado demasiados bandazos, cambios en la posición y en la estrategia. A mí me complace que el presidente del Gobierno no haya cedido frente al nacionalismo, que no se hayan cometido errores, pero creo que podríamos haber sido mucho más proactivos y ofrecer una alternativa mucho más clara a la sociedad catalana; hacer propuestas, cambios, introducir mejoras… Todo eso ha fallado. Y se nos ha percibido como inmovilistas, como ciegos y sordos a la realidad. Yo lo resumo con una frase: a veces deberíamos haber tenido más mano dura pero en guante de seda, y lo que hemos tenido ha sido mano blanda en guante de hierro. Hemos sido muy malos en la comunicación, en la manera de relacionarnos con la sociedad, y sin embargo muchas decisiones más duras que quizás se tenían que haber tomado no se han tomado. O sea, que ha sido una posición un tanto confusa y así ha sido percibida.

P.- ¿Y desde cuándo se produce esa situación? ¿Desde el 1 de octubre?

R.- Durante todo el procés independentista hemos sufrido esta situación. Antes del 1 de octubre hubo un 9 de noviembre que también fue dramático para el PP y para la sociedad catalana en general. Y por en medio ha habido muchos sucesos y muchos eventos en los que la respuesta tampoco ha sido adecuada. Quizás en algunas cosas deberíamos haber sido más duros y no lo hemos sido, hemos permitido que el nacionalismo siguiera campando a sus anchas y eso los ciudadanos lo han visto. Deberíamos haber sido mucho más comunicativos y mucho más cercanos y hemos sido muy fríos y muy distantes.

P.- Se hacen análisis sobre si habría sido conveniente prolongar la aplicación del artículo 155 de la Constitución, como defendía un sector del PP y del Gobierno, en vez de convocar elecciones inmediatas. ¿Está usted de acuerdo?

R.- La decisión de que el 155 fuera muy breve y condujera inmediatamente a elecciones se debió a la necesidad de buscar consenso con el PSOE y Ciudadanos. Pero si nosotros creíamos que el 155 se tenía que prolongar en el tiempo, deberíamos haber tenido la valentía de explicárselo a la ciudadanía e incluso de haber aplicado esa medida en contra del criterio del Partido Socialista. Es decir, no podemos escondernos detrás del consenso para no tomar medidas que pensemos que son necesarias para el Gobierno, para el Estado y para la sociedad. No podemos estar permanentemente escondiéndonos detrás de una mayoría parlamentaria, tenemos que arriesgar y tomar las decisiones que creamos convenientes. Estoy seguro de que otros se unirían al final si son las decisiones acertadas. Pues sí, muchos opinábamos, yo entre ellos, que la aplicación del 155 se debería haber prolongado en el tiempo y debería haber tenido un alcance mayor.

P.- ¿Un alcance mayor?

R.- Por ejemplo en los medios de comunicación públicos, que han sido un absoluto escándalo. Han actuado como propagadores del odio y están metiendo cizaña en la sociedad constantemente. Están haciendo fake news (noticias falsas) y una comunicación insoportable e intolerable con los recursos de todos los catalanes. Eso no se debería haber permitido ni un minuto más. Deberíamos haber hecho algún tipo de intervención en los medios de comunicación públicos. Otro ejemplo: el control de las finanzas de la Generalitat es una medida que muchos hemos reclamado durante mucho tiempo y que se ha ido aplazando. Siempre nos han dicho que no se podía tomar porque perjudicaría a los catalanes, a los servicios sociales, etc. Al final se ha demostrado que no es así, sino que favorece a los catalanes porque dejamos de endeudarnos, de tener una ineficiencia y de destinar los dineros de todos a los intereses políticos de unos. ¿Por qué se ha aplazado tanto esa medida?

P.- ¿Y cuánta duración?

R.- Podría haber sido indefinida, hasta que se considerara que se había recuperado la normalidad. Porque en Cataluña no hay una situación de normalidad democrática. En el mes de octubre, sobre todo, estábamos en una situación de excepcionalidad. Había grupos organizados para controlar las calles, para controlar infraestructuras básicas, se estaba poniendo a la policía al servicio de los intereses políticos del independentismo, se estaba espiando a miembros de la oposición política. Había un abuso extraordinario de poder por parte de los independentistas y se requerían medidas claras y contundentes para recuperar la normalidad. Seis meses, un año... lo que fuera necesario.

P.- La gestión del 1-O ¿fue el gran error del Gobierno?

R.- Creo que el 1-O fue un desastre desde todos los puntos de vista: en el operativo policial y en la comunicación. Las semanas previas se afirmó de manera contundente que se iba a impedir la logística del referéndum y que no iba a haber urnas. Y hubo referéndum, hubo urnas, colegios abiertos y gente votando durante toda la jornada. Fue un desastre porque se envió a la policía a la boca del lobo. Afortunadamente, la profesionalidad de la policía impidió que se produjeran sucesos más graves. La policía hizo un trabajo dignísimo y de una altísima profesionalidad. Se les envió a los sitios donde los independentistas los esperaban en el momento que más les convenían. Los estaban esperando con cámaras, con figurantes casi, con todo el aparato de comunicación para volcarlo inmediatamente y difundirlo urbi et orbe. Y se les puso todo en bandeja.

P.- ¿Se cayó en una trampa?

R.- Se cayó en una trampa de cuatro patas. De manera inexplicable se cayó en la trampa del independentismo. No se hizo lo que se debería haber hecho previamente, que era localizar las urnas e impedir la logística del referéndum financieramente, logísticamente y operativamente. Se envió a la policía a la boca del lobo. Se cayó de cuatro patas en la trampa del indepentismo y se le dio una victoria comunicativa espectacular. Los que vivimos en Cataluña pasamos unas horas durísimas y dramáticas porque pensamos que el Estado había perdido el control de la situación. Y que el control estaba en manos de ese independentismo organizado socialmente.

P.- Como fundador de la asociación Sociedad Civil Catalana, ¿cree que su movilización ha terminado beneficiando a Ciudadanos el 21-D?

R.- Creo que la movilización ha sido extremadamente útil y que no podemos mirar si ha beneficiado a un partido o a otro. Creo que ha beneficiado al constitucionalismo en general y a los partidarios de seguir conviviendo con el resto de los españoles. Ha sido muy beneficiosa para la sociedad y no creo que se deba analizar en términos partidistas.

P.- Usted ha solicitado la celebración de un congreso extraordinario del PP catalán para analizar la situación y renovar a su dirección.

R.- Se me ocurrió que podría ser la vía para la renovación, aunque no sé si estatutariamente hay otra fórmula más conveniente o adecuada. Puede haber otras maneras, esperaremos a ver qué propone nuestra dirección, si es que propone algo. De una manera u otra tenemos que proceder a una renovación ideológica y organizativa.

P.- ¿Cree usted que los resultados electorales del PP y Ciudadanos en Cataluña se pueden extrapolar al resto de España?

R.- Hay diferencias muy importantes. Ciudadanos nace en Cataluña y tiene una estructura y un poder muy importante aquí; tiene muchísimos militantes y una presencia en la sociedad catalana que no es comparable con la que tiene en otras partes de España. Pero si el PP no se pone las pilas y sigue sin renovar su discurso y sin recuperar su valor para el electorado, podemos encontrarnos que Ciudadanos dé la campanadas y dé la sorpresa también en el resto de España. Las próximas elecciones municipales pueden ser una piedra de toque importante y no podemos confiar en la mayor implantación del PP a nivel nacional ni en su mayor tradición. Esas cosas hoy en día cambian de la noche a la mañana. Y un partido ágil como Ciudadanos y muy hábil con la comunicación tiene muchas ventajas también.